Capítulo 224
La dependienta quedó boquiabierta. ¿Era realmente Alejandro Guzmán? Al final, ¿qué podía decir?
-Por supuesto, señor Guzmán. Lo arreglaré de inmediato.
***
Luciana regresó al departamento de Martina sin haber conseguido sus ansiados dulces de espino. Al pasar por una tiendita de snacks en la calle de atrás, compró algo al azar. Sin embargo, al abrirlo y probarlo, frunció el ceño: el sabor era terrible. También miró la comida que Martina le había dejado en la mesa para el almuerzo, pero no tenía apetito.
Quizás era culpa de las hormonas del embarazo, pero de pronto, una tristeza inexplicable la invadió. Se tumbó en la cama, enterrando la cara en la almohada, y comenzó a llorar desconsolada.
-¡Wuuu! ¡Wuuu! -sollozaba entre lágrimas.
Martina entró al cuarto y se llevó un buen susto al verla así.
-¿Luci, qué te pasa?
-¡Marti! -lloriqueó Luciana, como una niña pequeña—. No puedo comer nada… ¿qué voy a hacer? -Sostuvo su vientre con las manos-. Si no como, ¿se me va a ir? ¿Y si lo pierdo por no poder alimentarme bien?
Martina quedó momentáneamente en shock, pero luego soltó una carcajada.
-¡Ay, Luci, eres tan linda!
De pronto, el teléfono de Luciana comenzó a sonar sobre la mesa. Martina lo tomó sin pensarlo y contestó.
-Fernando, soy Martina.
Fernando hizo una pausa al otro lado de la línea.
-¿Dónde está Luciana?
Martina activó el altavoz y le contestó con total naturalidad:
-Escúchala.
Fernando escuchó con claridad los sollozos de Luciana, y su tono cambió a uno más ansioso.
-¿Qué le pasa a Luciana?
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Capítulo 224
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-Le ha dado náuseas, no ha podido comer nada -respondió Martina, sin guardarse detalles
–. Tú que estás tan interesado en ella, ¿por qué no piensas en algo que pueda ayudarla?
Y colgó antes de darle tiempo de reaccionar.
-¡Oye! -Luciana paró de llorar y frunció los labios. ¿Por qué le hablas así?
-¿Y eso qué? -respondió Martina despreocupada-. Si de verdad está interesado en ti, esto es lo menos que debería hacer, ¿no?
Le lanzó una mirada significativa.
-Si se esfuerza, podrías considerarlo, ¿no?
Luciana hizo una mueca, pero no dijo nada.
La tarde fue avanzando, y Martina, sentada en la cama, murmuraba:
-Fer está quedando mal… ¿Y si ya se dio por vencido? ¡Ya ha pasado buen rato y no ha llamado!
Luciana, cansada y hambrienta, apenas le prestaba atención.
De repente, el teléfono sonó de nuevo, y Martina saltó.
-¿Es Fer?
-No… -respondió Luciana, mirando la pantalla-. Es un número desconocido.
-Qué desilusión —dijo Martina, torciendo el gesto.
Cuando Luciana, confundida, respondió al teléfono y escuchó la voz de Alejandro, se tensó de
inmediato.
-¿Qué quieres?
-Estoy en la entrada del edificio de Martina -respondió él.
Ella suspiró con fastidio, pero no sorprendida; era fácil para él rastrear su ubicación. Martina vivía ahí, y Alejandro ya había estado antes.
Baja un momento.
-¿Para qué? -respondió sin dudarlo. ¿Vas a ir conmigo al registro civil para firmar el divorcio?
Alejandro se quedó mudo, intentando controlar su frustración.
-Está bien, baja, y vamos a divorciarnos.
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Capitulo 224
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Luciana creyó que hablaba en serio.
-Perfecto, bajo en un momento.
Mientras bajaba, Martina alzó una ceja, con desconfianza.
-¿Es el ex–tóxico?
-Sí, jal fin vamos a divorciarnos!
Martina observó la escena con escepticismo, pero no dijo nada.
Al llegar a la entrada, Luciana vio que Alejandro sostenía una bolsa llena de dulces, sobre todo de los que tanto había deseado. Apenas la vio, él se acercó con una seriedad que no dejaba espacio para juegos y le extendió la bolsa.
-Aquí, tus dulces de espino.
Luciana lo miró atónita, parpadeando confundida.
-¿Qué…? ¿No íbamos a firmar el divorcio?
Retrocedió un paso.
-No los quiero. 1