Capítulo 236
Dicho esto, miró a Bruna de reojo, con intención.
-Yo pienso que Bruna sería perfecta. Pero, en fin, parece que mi hijo no tiene esa suerte.
Bruna reaccionó de inmediato.
-Tía, por favor, no diga eso. Me hace sentir muy mal.
Victoria no se rindió y tomó las manos de Bruna con expresión suplicante.
-Bruna, la última vez que tú y Fernando fueron juntos al teatro, ¿qué pasó después? Dime, ¿ qué fue lo que no te gustó de él?
-Pues… -Bruna se quedó sin palabras, claramente incómoda.
La verdad era que, aquella vez, ella y Fernando habían acordado una excusa. Tras la obra de teatro, cada uno le diría a sus respectivas familias que Bruna había sido quien no se había interesado en él.
Era una forma de proteger la dignidad de Bruna.
Fernando, siendo hombre, no le dio mucha importancia.
Pero lo que no esperaban era que Victoria volviera a sacar el tema.
Bruna lanzó una mirada rápida hacia Fernando antes de responder, con palabras vacilantes:
-Tía, Fernando no tiene nada de malo, pero… no nos conocemos mucho todavía.
Esa respuesta le dio a Victoria una chispa de esperanza inmediata.
-Entonces, ¡pueden conocerse más! Darse tiempo para entenderse, ¿sí? Prométeme que le darás una oportunidad a Fernando, ¿de acuerdo?
-¡Mamá! -Fernando no pudo soportarlo más y avanzó rápidamente hacia ellas.
Primero saludó a Calie con un gesto respetuoso:
-Hola, tía.
Luego, frunció el ceño y negó con la cabeza mientras se dirigía a su madre:
-Ella vino a verte. ¿Por qué le dices estas cosas?
-Yo solo…
-No pasa nada, no pasa nada -interrumpió Calie con una sonrisa despreocupada, mientras
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examinaba a Fernando de pies a cabeza-. Qué grande estás. Y, la verdad, creo que tu mamá no
está equivocada.
Miró a su hija de manera significativa antes de continuar:
-También pienso que ustedes fueron muy apresurados. Solo se vieron una vez. ¿Cómo podrían conocerse bien así? Deberían darse más tiempo, convivir más. 1
Victoria se alegró al escuchar el apoyo.
—Tía, tú sí me entiendes.
-¡Mamá! -exclamaron al unísono Fernando y Bruna, indignados.
Ese coro espontáneo hizo que Galie y Victoria intercambiaran miradas sorprendidas antes de romper en risas.
-Jaja, al menos ustedes dos son muy coordinados -bromeó Calie.
Al final, Fernando se ofreció a llevar a Calie y Bruna de regreso a su casa. Durante el trayecto, apenas hubo conversación, y Fernando se limitó a despedirse cortésmente al llegar.
Cuando regresó a la habitación del hospital, encontró a su madre nuevamente vomitando. Diego, su padre, estaba allí, ayudándola con suaves palmadas en la espalda. 1
Al notar la llegada de su hijo, Diego le pidió con calma:
-Tráele un vaso de agua.
-Enseguida.
Fernando preparó el agua y se la ofreció a su madre para que enjuagara su boca.
-Mamá, ¿te sientes muy mal? ¿Quieres que pidamos un medicamento para detener los vómitos?
-No te preocupes -respondió ella, recostándose débilmente contra las almohadas.
Pero no perdió la oportunidad de tomar la mano de Fernando y decir, con voz temblorosa:
-Hijo, más que una inyección para el malestar, ¿podrías al menos considerar lo que te dije? Intenta pasar tiempo con Bruna, por favor.
Fernando frunció el ceño de inmediato. Su incomodidad se reflejaba claramente en su expresión.
-Mamá…
Los ojos de Victoria se humedecieron.
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-¿Cuánto tiempo crees que me queda? No te estoy pidiendo que te cases con ella, solo que sean amigos. ¿Es mucho pedir?
Fernando se quedó en silencio.
-¡Fernando!
Antes de que pudiera responder, Diego intervino, con una mirada severa dirigida a su hijo:
-No la hagas enojar. ¿No ha sufrido ya lo suficiente?
Fernando apretó los labios. Sus palabras de protesta quedaron atrapadas en su garganta. Después de unos segundos de lucha interna, asintió con rigidez.
-Está bien.
Solo amigos.
Eso sería todo. Cedería esta vez por el bien de su madre, pero no tenía intención de ir más allá. No podía hacerlo.
Victoria, al escuchar la respuesta, sonrió aliviada y compartió una mirada de satisfacción con
su esposo.
***
Por la noche, Luciana regresó al departamento de Martina.
—¡Luci! —Martina la tomó del brazo y la hizo sentarse en el sillón, claramente emocionada—. ¿Sabes en qué ha estado ocupado Fer estos días?
Por la manera en que hablaba, estaba claro que ya lo sabía. Seguro Vicente se lo había contado.
Luciana no pudo evitar sonreír.
-¿Qué ha estado haciendo?
-Pues… —Martina torció la boca con un gesto algo molesto-. Ha estado en el hospital cuidando a alguien.
Luciana se quedó pensativa un momento.
Así que era eso.
Ahora todo tenía sentido. Por eso no lo había visto últimamente.
De pronto, una extraña certeza la invadió: Fernando probablemente ya no volvería a buscarla nunca más.