Capítulo 240
El truco surtió efecto. Alejandro se detuvo de golpe y la soltó, preocupado.
-¿Te duele mucho? ¿Es grave…?
No terminó de hablar porque, en cuanto aflojó su agarre, Luciana giró sobre sus talones y comenzó a alejarse apresuradamente.
-¡Luciana!
Alarmado, Alejandro dio unos pasos rápidos para alcanzarla. Antes de que pudiera escapar, extendió los brazos y la atrapó, sujetándola contra su pecho.
-¡Ah!
Luciana abrió los ojos con sorpresa, quedando inmóvil en su abrazo.
Antes de que pudiera reaccionar, ya fuera para forcejear o exigir una explicación, todo se oscureció.
La cálida y amplia palma de Alejandro cubría sus ojos.
Con voz baja y apremiante, él le susurró:
-No mires…
-¿Qué? -preguntó Luciana, desconcertada. Supuso que se trataba de otro de sus trucos y, con ambas manos, intentó apartar la de él-. ¡Déjame ver!
Pero Alejandro no se movió. No podía permitirlo.
Con la mandíbula apretada, miró a Fernando y Bruna más adelante.
Aunque no podía escuchar lo que decían, vio claramente cómo Fernando se quitaba el saco y lo colocaba delicadamente sobre los hombros de Bruna.
Si Luciana veía aquello, ¿cuánto le dolería?
-¡Alejandro!
Luciana comenzó a forcejear con más fuerza, al borde de liberarse.
Presionado, Alejandro recurrió a algo drástico.
Tomó el rostro de Luciana entre sus manos, obligándola a mirarlo directamente.
Tú…
Capítulo 240
+25 BONUS
Luciana apenas abrió la boca cuando Alejandro inclinó la cabeza y la besó.
¡Boom!
La mente de Luciana explotó como si un trueno hubiese caído sobre ella.
¿Qué estaba haciendo?
-¡Suéltame! -intentó protestar, pero el sonido quedó atrapado. Alejandro aprovechó el momento para profundizar el beso con una intensidad arrolladora.
El beso se volvió cada vez más feroz, más desesperado, como si Alejandro estuviera perdiendo el control.
Luciana empezó a entrar en pánico. Golpeó repetidamente su pecho con ambas manos, pero sus esfuerzos eran inútiles.
Frustrada y enfurecida, levantó la mano y, con un movimiento rápido, le dio una sonora bofetada.
¡Paf!
El sonido resonó con claridad. La bofetada impactó de lleno en el rostro de Alejandro.
Él despertó de golpe, mirándola con una mezcla de confusión y arrepentimiento.
-Luciana, yo… lo siento. Yo no quería…
Al principio, solo había intentado evitar que ella viera a Fernando, pero, sin darse cuenta, terminó besándola. Y al hacerlo, había perdido completamente la razón.
¡Quería besarla, acercarse más, sentirla… poseerla!
Luciana, con los ojos enrojecidos por la rabia y la impotencia, lo miró como si fuera un desconocido, alguien despreciable.
-¿Qué te pasa? ¿Qué crees que soy?
Aunque entre ellos no había amor, en el pasado habían compartido una relación física. Podía justificarse bajo la excusa de que estaban casados, que eran pareja.
¡Pero ahora estaban separados, en medio de los trámites de divorcio!
¿Con qué derecho la trataba de esta manera?
Los recuerdos volvieron, como cuchillos afilados: desde el principio, Alejandro la había visto como una mujer sin principios, alguien de quien podía dudar.
Capítulo 240
+25 BONUS
Un nudo se formó en su garganta, asfixiándola.
-¿Crees que soy alguien fácil? ¿Que puedes tratarme como te dé la gana?
-¡No, no es eso!
Alejandro sentía un arrepentimiento que le carcomía el alma. Ver a Luciana al borde de las lágrimas lo destrozaba aún más.
-Yo… yo solo…
Quiso explicar que había sido algo involuntario, que no pudo controlarse, pero ¿cómo decir algo así?
Las palabras quedaron atrapadas en su garganta. Bajó la mirada, completamente avergonzado.
-Lo siento. Fui un imbécil.
-Claro que lo fuiste…
Antes de que Luciana pudiera terminar, su teléfono comenzó a sonar.
Era Delio.
-¡Sí, Delio! Ya llegué, enseguida se lo llevo. Perdón por la demora.
Le lanzó una última mirada fulminante a Alejandro antes de girar sobre sus talones y echarse a correr, ignorándolo por completo.
-¡Luciana! ¡No corras!
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El miedo lo golpeó al pensar que algo podría pasarle si corría demasiado rápido. Alejandro reaccionó instintivamente, siguiéndola.
De repente, ella se detuvo en seco, quedándose inmóvil mientras miraba al frente.
Alejandro se detuvo justo detrás de ella y siguió la dirección de su mirada.
Ahí estaban.
Fernando y Bruna.
El maldito destino no le dio tregua.
Alejandro apretó la mandíbula, pasando su lengua por los dientes con frustración. Todo lo que había hecho para evitar esto… y de nada sirvió.