Capítulo 245
El rostro de Alejandro se tensó al instante, y una chispa de duda brilló en su mirada.
No podía mentir y decir que Luciana no significaba nada para él.
–
-Mónica comenzó, con voz firme pero sincera—, ella fue mi esposa. Si algo le pasa o no está bien, no puedo simplemente ignorarlo. ¿Lo entiendes?
El aliento de Mónica se quedó atrapado en su garganta.
Alejandro siempre había sido honesto, incapaz de usar mentiras para suavizar la verdad.
Ella tragó saliva, con los ojos llenos de lágrimas.
-¿Y yo? ¿Dónde quedo yo en todo esto?
Alejandro suspiró profundamente, con resignación en su mirada.
-Mónica, yo te elegí a ti. Te prometí cuidarte a ti y a nuestro hijo, y no pienso romper esa
promesa.
Sus palabras no solo estaban dirigidas a ella, sino que también eran un recordatorio para él
mismo.
-¡Alex! -Mónica lloró mientras se arrojaba a sus brazos.
-No me odies, por favor. ¡Tengo tanto miedo! ¡Miedo de que un día me digas que ya no me quieres!
Alejandro se estremeció. Miró a la mujer que lloraba en su pecho y sintió un peso en el corazón.
Ella era su responsabilidad, pero ahora estaba llorando por su culpa.
-Lo siento —dijo en un tono suave, tratando de calmarla-. No te preocupes. No dejes que esos pensamientos te consuman. Eso no pasará nunca.
-Alex… -murmuró Mónica mientras se aferraba a él con más fuerza-. Prométemelo. No puedo vivir sin ti…
***
En el camino de regreso, Alejandro decidió llamar a Luciana.
La había dejado ir en medio de toda esa tensión. No era correcto detenerla en ese momento, pero ahora estaba preocupado. Era tarde y necesitaba asegurarse de que estuviera a salvo.
De lo contrario, sabía que no podría dormir esa noche.
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Capítulo 245
+25 BONUS
Al otro lado de la línea, Luciana vio el nombre en la pantalla.
Ya había memorizado ese número. Era el nuevo que Alejandro había cambiado recientemente.
No lo pensó demasiado. Ni siquiera consideró contestar.
Cuando la llamada se cortó, Alejandro lo entendió. Ella no iba a responderle.
Guardó el teléfono en su bolsillo y cerró el puño con frustración.
-Llévame a Vía Progreso ordenó al chofer.
Era donde Martina vivía.
El trayecto era largo. Desde la casa de Mónica, ubicada al este de la ciudad, hasta Vía Progreso, en el lado oeste, había casi una hora de distancia.
Mientras tanto, Fernando ya había llegado. Había dejado a Bruna en su casa y ahora esperaba afuera del edificio del departamento de Martina.
Tomó el teléfono y la llamó.
-Luci, estoy abajo.
De acuerdo. Ahora bajo.
-Te espero.
En la entrada del edificio, Luciana apareció al cabo de unos minutos.
Llevaba una leve sonrisa, pero algo en su expresión era diferente.
-Es tarde, Fernando. ¿No podías decirme esto mañana?
Fernando frunció el ceño. Algo no estaba bien.
Luciana estaba demasiado tranquila.
Después de lo ocurrido esa noche, él había estado nervioso, sintiendo culpa. Pensó había reprimido su enojo porque había demasiada gente alrededor.
que
Luciana
Pero ahora que estaban solos, no estaba enfadada. No había reproches ni palabras duras. Solo esa calma que lo inquietaba profundamente.
Intentó tomar su mano, pero, como ya esperaba, ella se apartó con un movimiento suave.
-Dime lo que tengas que decir, Fernando. Es tarde y quiero dormir.
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Capítulo 245
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Luci… -Fernando bajó la cabeza, su mirada oscura y llena de peso.
-¿Te estás equivocando conmigo? ¿No confías en mí? Luci, si yo hubiera cambiado de corazón, ¿crees que habría esperado hasta ahora para decirtelo?
Luciana dejó escapar un suspiro, negando suavemente con la cabeza.
Mientras observaba aquel rostro tan familiar, sintió de pronto una extraña sensación de distancia.
Algo en él ya no se sentía como antes. Esa sensación de ajenidad era cada vez más fuerte.
-Fer… —empezó Luciana, su voz tranquila pero cargada de un matiz de cansancio. Hay algo que he querido decirte desde hace tiempo. Es mi culpa por no haberlo hecho antes. Hoy, mejor lo dejamos claro de una vez…
—¿Luci? —La voz de Fernando se quebró mientras un mal presentimiento se apoderaba de él.
Luciana frunció ligeramente el ceño, pero su tono fue firme.
-Lo nuestro… no puede seguir. Terminemos aquí.
<<Terminemos aquí.>>
Fernando repitió esas palabras en su mente, incapaz de procesarlas del todo. Una sombra cubrió su mirada, y sus labios temblaron ligeramente.
—¿Qué… qué significa eso? ¿Qué quieres decir con «terminemos aquí»?
[
Luciana lo miró directamente, y aunque hablaba despacio, cada palabra era clara como el
cristal.
-Significa que… volvamos a ser solo amigos. Antiguos compañeros. Nada más.
-¡Luciana! 1
Fernando la tomó del brazo con fuerza, tan rápido que Luciana soltó un pequeño quejido de
dolor.
-¡Ah!
Ella lo miró con sorpresa, casi asustada por la intensidad en sus ojos.
Nunca antes había visto a Fernando de esa manera. Su mirada era dura, casi desesperada.
Fernando la jaló hacia él, haciendo que sus cuerpos quedaran peligrosamente cerca. 1
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