Capítulo 250
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Martina no se detuvo:
-Antes no peleaste por lo que era tuyo porque no podías ganar, pero ahora… Ricardo te está dando la oportunidad en bandeja. ¡No la desperdicies!
-Pero…
titubeó Luciana, con dudas reflejadas en sus ojos. Si él está haciendo esto, debe haber una razón.
Martina levantó la barbilla, confiada.
-¡Perfecto! Que él tenga sus motivos, y tú los tuyos. Si lo que quieres es recuperar lo que te pertenece a ti y a Pedro, es completamente justo.
Esas palabras encendieron algo dentro de Luciana, una chispa de claridad y determinación.
Tras unos segundos de reflexión, una sonrisa ligera se dibujó en su rostro.
-Tienes razón. Tiene sentido.
Martina la tomó de la mano, apretándola con entusiasmo.
-¡Eso es! Ve y recupera lo que es tuyo. Será mucho más fácil para ti y para Pedro vivir tranquilos después de esto.
Hizo una pausa y lanzó una mirada significativa hacia el vientre de Luciana.
-Además, también tienes un hijo en camino. Esto podría resolverlo todo.
Luciana respiró profundamente, sus labios temblaban con una mezcla de emoción y resolución. Finalmente, asintió con fuerza.
-Está bien. Voy a ir.
—
Decisión tomada, Luciana se puso a trabajar en un regalo para Ricardo.
Quería que fuera algo personal, así que fue al mercado a buscar una tela de buena calidad para confeccionar una camisa con sus propias manos.
El tiempo era limitado, así que no salió de casa en todo el día. Trabajó hasta altas horas de la noche, cortando y cosiendo con cuidado cada detalle.
A la mañana siguiente, con la camisa lista y empacada, Luciana se preparó, tomó su regalo y salió de casa.
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Capítulo 250
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Restaurante Caracola.
Clara apenas se había sentado cuando ya comenzaba a quejarse:
-El señor Guzmán dijo que podíamos rentar un resort entero, organizar un baile y hacerlo a lo grande… -Miró a su esposo con ojos llenos de reproche-. ¡Pero tú no quisiste!
-Mamá… -intervino Mónica con una sonrisa, dejando su bolso a un lado mientras echaba un vistazo alrededor—. Papá ya explicó que solo quería una cena tranquila en familia. ¿No está bien así? Si quieres un baile, no te preocupes, con Alejandro tendrás muchos en el futuro.
-¡Ja, ja! -Clara dejó escapar una risa satisfecha y asintió con entusiasmo–..Eso sí, Alejandro contigo no se anda con mezquindades.
Aunque era una cena familiar, Alejandro se había asegurado de reservar toda la planta del restaurante para ellos. El lugar era espacioso, elegante, con detalles cuidados al máximo. Incluso había una orquesta tocando detrás de los biombos, llenando el ambiente con una suave
melodía.
Alejandro aún no llegaba. Había avisado que estaría un poco retrasado debido al trabajo, pero aseguró que llegaría antes de que comenzara la cena.
Ricardo, mientras tanto, tomó la jarra que estaba sobre la mesa y comenzó a servirles algo de beber.
-Prueben esta nueva bebida. —Sirvió un vaso para cada una, acompañando el gesto con una sonrisa cordial-. Está bastante buena.
Ambas mujeres probaron la bebida, asintiendo con aprobación.
—Sí, está deliciosa.
-Es refrescante.
Ricardo las observó por un momento. Luego, con calma, dejó la jarra y se limpió las manos con la servilleta. Cuando habló de nuevo, su tono era pausado, pero las palabras cayeron como un
rayo:
-Esta noche, Luciana vendrá.
El aire pareció detenerse en ese instante.
-¿Qué? -Clara fue la primera en reaccionar. Lo miró con incredulidad, casi levantándose de su silla-. ¿A quién dijiste?
-A Luciana. —Ricardo acomodó sus gafas con tranquilidad antes de repetir-: Dije que
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Capítulo 250
Luciana vendrá.
Mónica frunció el ceño, un gesto que dejaba entrever su desdén.
-¡Ja! -Clara dejó escapar una carcajada cargada de ironía, como si Ricardo acabara de contar un chiste absurdo.
-¿Qué clase de broma es esta? ¡Esta es una cena familiar para tu cumpleaños! ¿Qué se supone que tiene que hacer ella aquí?
En otro momento, el tono de Clara habría sido suficiente para que Ricardo guardara silencio y evitara cualquier enfrentamiento. Pero esta vez, algo en él era diferente. Su rostro se endureció y respondió con firmeza:
-Luciana es mi hija. ¿Por qué no habría de estar aquí?
El silencio fue inmediato y absoluto.
Clara y Mónica lo miraron con una mezcla de sorpresa y horror. La furia de Clara comenzó a arder desde lo más profundo de su ser, y con un golpe en la mesa, se puso de pie.
-¡Ricardo, te volviste loco! ¿De qué demonios estás hablando? 1
Ricardo no se inmutó. Una sonrisa fría apareció en sus labios mientras la miraba con desdén.
-¿Qué dije que no sea cierto? Luciana es mi hija.
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