Capítulo 271
Luciana frunció el ceño, perdida en sus pensamientos.
¿Qué más sabía Alejandro?
¿Estaba al tanto de su relación con Ricardo?
Y si lo sabía, ¿habría descubierto que había pasado de ser su esposo legítimo a convertirse en el novio de su hermana?
Luciana levantó la vista y miró a Ricardo, que no estaba muy lejos. Una sonrisa ligera se dibujó en sus labios. ¿Qué estaba mal con ella? ¿Cómo podía tener una curiosa expectativa por ver la reacción de Alejandro si lo supiera?
De camino de regreso, Ricardo rompió el silencio.
-Voy a encargarme de comprar los boletos de avión. Cuando lleguemos allá, no tienes que preocuparte por nada. Solo encárgate de preparar tus maletas.
-Está bien–respondió Luciana, asintiendo-. Si necesitas algo que pueda hacer, solo llámame.
Ricardo la acompañó hasta el edificio de departamentos. Echó un vistazo al viejo inmueble y suspiró.
-Ya están trabajando en la remodelación y pintura del departamento. Por ahora tendrás quedarte aquí un poco más.
-No te preocupes.
que
¿Acaso no había pasado por cosas peores en estos años? Esperar unos días más no la asustaba. Lo único que temía era que
todo se desmoronara al final.
Pero no lo permitiría. Trabajaría para asegurarse de que eso no ocurriera.
-Cuídate en el camino -se despidió Luciana, viendo a Ricardo marcharse.
Una vez en el departamento, comenzó a empacar. Ir al extranjero requería mucha preparación, y había muchas cosas que organizar. También tendría que hablar con Delio para pedir permiso en el hospital y la universidad.
Entre una cosa y otra, pasaron dos días.
Finalmente, dos días después, Luciana y Ricardo abordaron juntos el vuelo rumbo a Canadá.
1/3
Capitulo 271
+25 BONUS
Mientras tanto, en esos mismos días, Alejandro había viajado al Reino Unido por negocios. Pero las cosas tomaron un giro inesperado.
De regreso a su hotel en Londres, Sergio llegó apresurado, su expresión visiblemente preocupada.
-Alex… tengo noticias de Muonio -dijo, titubeando-. Luciana se fue a Canadá.
Alejandro dejó de desabotonarse la manga de la camisa y levantó la mirada de golpe.
-¿Con quién?-preguntó, aunque en el fondo
ya lo sospechaba.
-Con… con Ricardo -murmuró Sergio, apenas capaz de sostenerle la mirada.
Alejandro soltó una risa seca, llena de rabia contenida.
¿De verdad había sido tan audaz?
Sus ojos oscuros brillaban con una mezcla de hielo y fuego. Un verdadero contraste de
emociones.
Era la misma contradicción que sentía hacia Luciana: por un lado, su sentido de la responsabilidad lo ataba a Mónica, pero por el otro, la idea de que Luciana estuviera tan lejos lo consumía. Dolor. Desesperación.
-¡Sergio, compra un boleto de avión! -ordenó con firmeza.
Sergio, aunque ya intuía lo que quería decir, preguntó con cautela:
-¿A Canadá?
-¡Obvio!
La ira era evidente en cada palabra.
-¡Sí! —Sergio no se atrevió a decir nada más y salió corriendo a cumplir con la orden.
Alejandro intentó desabotonar la manga nuevamente, pero la frustración lo superó. Tiró de la tela con fuerza, arrancándola y arrojándola lejos.
Solo habían pasado dos días. ¡Dos días! Y Luciana ya se había ido con Ricardo.
No podía quedarse quieto. Tenía que ir tras ella. No podía permitirse esperar más, porque Luciana tampoco lo haría.
2/3
Capitulo 271
El vuelo más próximo a Canadá salía en dos horas, un trayecto directo de 11 horas.
Alejandro, con Sergio a su lado, se dirigió al aeropuerto sin pensarlo dos veces.
El viaje a Canadá apenas comenzaba.
***
+25 BONUS
Luciana llegó a Canadá al amanecer.
El hotel había sido reservado por Ricardo. Al salir del aeropuerto, tomaron un taxi directo hacia el lugar.
La suite que Ricardo había elegido era como un apartamento: dos habitaciones, una cocina y un comedor completamente equipados.
Después de completar el registro y recoger las llaves de la habitación, entraron y dejaron las maletas. Ricardo, visiblemente agotado, dejó entrever el impacto del vuelo de más de diez horas, especialmente para alguien de su edad.
-Luciana, no te preocupes por desempacar ahora. Pedí servicio a la habitación. Come algo, date una ducha y descansa para adaptarte al cambio de horario.
En Muonio ya era de noche, así que su cuerpo pedía descanso.
Pero Luciana, quizás por su embarazo, parecía tener una resistencia inusual al jet lag. No se sentía cansada en lo absoluto.
-Está bien. Tú descansa después de comer. Yo estoy bien, quizá salga a caminar un poco por los alrededores.
-De acuerdo -respondió Ricardo, pero la advirtió-: No te alejes demasiado. No conocemos bien el lugar.
-Lo sé. —Luciana señaló la cocina del apartamento-. Justo podría aprovechar y comprar algunos ingredientes. Podríamos cocinar aquí algo.
+25 BONUS