Capítulo 305
Esa noche, Mónica no pegó ojo.
No entendía la razón.
Miguel nunca la había agredido directamente. Aunque no la apoyara, tampoco la había molestado antes. ¿Por qué, de repente, esta crueldad?
La única novedad reciente era la enfermedad de su padre, Ricardo.
Había presionado a Luciana para que donara parte de su hígado…
¿Sería…?
Una chispa de intuición brilló en su mente.
¡Tenía que ser eso! ¡Por el asunto del trasplante de hígado!
Antes, Mónica estaba convencida de que Luciana no tendría escapatoria y se vería obligada a aceptar.
Pero resultó ser un movimiento muy arriesgado, que empujó a Luciana al límite.
Hasta donde ella sabía, el señor Miguel siempre prefería a Luciana.
¡Era una conspiración!
¡Seguro que Luciana, aprovechándose del afecto que Miguel le tenía, había recurrido a él!
¡Lo había manipulado para vengarse!
“¡Claro que sí!”
Mónica rechinó los dientes, murmurando con rabia:
-No dejaré que te salgas con la tuya, Luciana. ¡No me quedaré de brazos cruzados mientras arruinas mi vida y la de Alex!
Ahora que había llegado a esa conclusión, no pensaba perder el tiempo. Tomó su teléfono marcó el número de Luciana.
y
***
Luciana estaba en la UCM dando una clase práctica a sus compañeros más jóvenes, notó, al terminar, que tenía varias llamadas perdidas de Mónica. ¿Ahora qué quería ella? Pensando en ello, el teléfono volvió a sonar, insistiendo con el mismo nombre.
Luciana frunció el ceño y deslizó el dedo
para contestar:
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-¿sí?
-Luciana.
Mónica no se anduvo con rodeos:
-Reunámonos. Te enviaré la hora y el lugar…
Antes de que terminara de hablar, Luciana colgó.
-¿Ah? -Mónica quedó perpleja al otro lado de la línea—. ¿Luciana, te atreves a colgarme?
De pie en el aula vacía, Luciana dejó escapar una mueca de burla. ¿Mónica quería verla? ¿Qué creía, que era un perrito que podía llamar a su antojo? Al parecer los padres de Mónica no le enseñaron modales; a su edad, ni siquiera sabía hablar con cortesía. Luciana no estaba obligada a tratarla con ningún miramiento.
¿Por qué Mónica quería verla? ¿Se habría vuelto loca con esa idea de querer su hígado? La intuición de Luciana le decía que esta vez se trataba de algo distinto.
Menos de un minuto después, el teléfono volvió a sonar. Otra vez Mónica. Luciana, divertida, se negó a contestar. Dejó que la llamada sonara hasta cortarse, y luego volvió a sonar, una y otra vez. La insistencia no la inquietaba. Si Mónica estaba tan desesperada, encontraría la
forma de
que Luciana se enterara de lo que quería.
Finalmente, Mónica envió un mensaje. Luciana lo revisó sin apuro, mientras guardaba sus cosas para regresar al departamento de Martina.
[Hablemos sobre Alex.]
¿Alex? Qué curioso. Cuando su padre estaba enfermo, Mónica le exigía el hígado, y ahora, en lugar de eso, la buscaba por “asuntos de Alex“. Interesante.
Con calma, Luciana salió del campus y se encaminó hacia el apartamento. Hoy no tenía otros pendientes.
De repente, el teléfono volvió a sonar. Esta vez era Ricardo. Luciana lo ignoró y él no insistió. Le llegó entonces un mensaje escrito:
[Luciana, hoy iré a ver a Pedro.]
¿Ah, sí? Luciana soltó una fría carcajada. ¿A ver a Pedro, o a su hígado de repuesto?
Acababa de bloquear la pantalla cuando volvió a sonar. Mónica otra vez. Padre e hija parecían haberse aliado para fastidiarla aquel día de tan buen clima.
Esta vez, Luciana contestó:
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-¿Qué quieres?
-Eh… -Mónica no esperaba que atendiera esta vez y se quedó muda un segundo. Luego, con el tono más sumiso que pudo, dijo: ¿Tienes tiempo? Quiero verte, necesito hablar contigo.
Luciana dejó escapar una risilla seca. 7
