Capítulo 31
Luciana levantó la vista y se encontró con esa escena.
Una joven chica, acababa de darse un baño… mientras tanto, la herida de Alejandro se había vuelto a abrir.
Estaba claro lo que había pasado, ya fuera anoche o hace apenas unos momentos.
-Doctora, revisando al paciente tan temprano -comentó Mónica, con una mano sobre el pecho, sonriendo de forma suave y amable-. Gracias por tomarse la molestia.
De repente, Luciana soltó una carcajada y respondió con ironía.
-De nada.
Con calma, Luciana añadió un par de puntos más a la herida que se había abierto.
–
-Les aviso que, dadas las condiciones del paciente, no es recomendable tener relaciones dijo Luciana, sin rodeos, mientras trabajaba con precisión—. Incluso si la iniciativa la toma la mujer, tampoco es adecuado.
Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran, y luego añadió:
-Si la herida se abre de nuevo, podría empeorar. Si eso lleva a un absceso en la cavidad abdominal, la vida del paciente estaría en peligro. Así que, ¿qué prefieren? ¿Un momento de placer o conservar la vida? Piensen bien qué es más importante, y por ahora, mejor absténganse.
Terminando su discurso, Luciana se quitó los guantes y se dio la vuelta para salir de la habitación.
—¿Qué… qué…? —Mónica, sorprendida, tartamudeó y se puso roja de vergüenza-. ¿De qué está hablando?
Alejandro apenas esbozó una sonrisa sarcástica.
-¿No dijiste que tenías que ir al set de filmación? Ya es tarde, ve a cambiarte.
—Sí, claro -respondió Mónica, todavía aturdida.
Tan pronto como Mónica entró en el vestidor, Alejandro levantó la mano y lanzó la caja que tenía en su mano al suelo con rabia. Una oleada de ira le recorrió todo el cuerpo. «<¿Luciana realmente pensaba que la herida se le había abierto por haber estado con Mónica? ¿Acaso creía que todos eran tan frívolos como ella en asuntos de hombres y mujeres? Qué tonto había sido al pensar en regalarle algo como agradecimiento.» pensó Alejandro.
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Capítulo 31
Mónica salió del vestidor, ahora vestida, y algo en el suelo atrapó su atención.
-¿Qué es esto?-se preguntó al recoger la caja del suelo.
-¿Una caja de joyas? -Mónica la observó sorprendida y luego miró a Alejandro-. Alex, ¿esto es para mí?
Sin esperar respuesta, abrió la caja por su cuenta y encontró la pulsera dentro.
-¡Wow! -Sus ojos brillaron con emoción-. Es preciosa, Alex. Gracias, me encanta.
Ella era su novia, y evidentemente, asumió que una joya así estaba destinada a ella. Ni siquiera pensó en preguntar si realmente era para ella.
En vista de esto, Alejandro no tenía mucho más que decir. Con indiferencia, respondió:
-Si te gusta, úsala.
Después de todo, ya no pensaba dársela a Luciana.
***
Debido a que la herida de Alejandro se había reabierto, Luciana le ordenó realizarse más estudios para asegurarse de que no hubiera complicaciones en la cavidad abdominal. Juan y Simón lo acompañaron al edificio de radiología.
Martina, quien estaba haciendo su internado en el departamento de radiología, tenía el turno de la mañana ese día. Desde temprano, Vicente había ido a buscarla.
-¿Por qué no me contestaste anoche? -Vicente la enfrentó, sosteniendo una bolsa en la mano, con una expresión de reproche.
Martina le sonrió con picardía.
–Perdón, amigo, es que se me acabó la batería. ¿Cómo se te ocurre que iba a ignorar tus llamadas a propósito?
-¡Hum! -Vicente la miró de reojo, pero luego le entregó la bolsa.
-Toma, anoche cené camarones rojos con Luci, y como sé que te encantan, te guardé una porción. ¡Te la traje bien temprano!
-¡Wow! -Martina sonrió ampliamente-. Gracias, de verdad.
-¿Y solo me lo agradeces de palabra? -Vicente la jaló hacia él con su brazo largo y la abrazó –. La próxima vez que te necesite, no te escondas, ¿entendido?
-Sí, sí, lo prometo. -Martina asintió rápidamente-. Lo tengo clarísimo.
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Capítulo 31
Mientras hablaba, abrió la bolsa, y Vicente tomó un camarón, llevándoselo a la boca. Justo en ese momento, Alejandro, sentado en una silla de ruedas que empujaba Juan, se levantó abruptamente. No pudo permanecer quieto al ver la escena. En pocos pasos, se plantó frente a
Vicente.
Con la barbilla en alto y los ojos entrecerrados, Alejandro dejó claro que no venía con buenas
intenciones.
Martina le dio un codazo a Vicente.
-¿Lo conoces?
-¿Quién es? -Vicente reaccionó un segundo tarde, pero al levantar la vista, lo reconoció de inmediato. En el círculo de la élite de Muonio, ¿quién no conocía a Alejandro?
-Señor Guzmán… –Vicente apenas alcanzó a saludarlo, cuando, sin previo aviso, Alejandro lo agarró por el cuello de la camisa con una mano y con la otra le soltó un puñetazo tan fuerte que lo tiró al suelo.