Capítulo 318
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-Debo ir. -Hizo una pausa y añadió-: Te lo cuento porque necesito que le ocultes a mi abuelo a dónde fui. Él cree que estamos juntos…
Se refería a que Miguel daba por hecho que todo iba bien entre ellos.
-Simón se quedará contigo -concluyó.
Luciana sintió cómo su corazón se apretaba, sintiendo la impotencia de saber que, si él decidía irse, no habría forma de retenerlo.
Se hizo a un lado, sin responder.
Alejandro apretó los dientes:
-Gracias.
Abrió la puerta del auto y se marchó a toda velocidad.
Luciana se quedó en el mismo lugar, sin moverse, durante un largo rato.
-Luciana -la llamó Simón desde atrás-. ¿Subes al auto, por favor?
-De acuerdo aceptó ella, entrando en el vehículo.
-¿A dónde vamos? -preguntó Simón.
¿A dónde ir?
No podía volver a casa sola, o sería evidente para Miguel que Alejandro la había abandonado ahí.
-Da igual, conduzcamos sin rumbo un rato -murmuró Luciana con un deje de amargura.
-Entendido.
Simón la observó a través del retrovisor. Era una chica de aspecto tan delicado y, sin embargo, transmitía una fortaleza indescriptible.
***
Hospital.
Cuando Alejandro llegó, Fernando ya se había marchado. Mónica había sido trasladada a una habitación y Clara se encontraba a su lado, llorando sin parar.
-Mónica, ¿te duele mucho? Si te duele, llora, hijita, desahógate.
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-Mamá… ¡buaaa…! -respondió Mónica en un sollozo desgarrador.
Al ver aquella escena, Alejandro sintió que algo malo había pasado. Fue como si de pronto el piso le resultara inestable.
Mónica -la llamó con voz tensa.
Alzando la mirada, Mónica vio que era él y se echó a llorar con más fuerza:
-¡Alex! ¡Waaa…!
El corazón de Alejandro pareció encogerse. Se acercó y tomó su mano.
—Alex… el bebé… el bebé… —Mónica apenas podía articular palabra, ahogada en llanto.
Fue Clara quien, entre lágrimas, completó la noticia:
-Señor Guzmán, Mónica ha perdido al bebé.
Al oírlo, Alejandro sintió que su visión se oscurecía por un instante. Aquello que más temía durante el trayecto… se había vuelto realidad. Con un secuestro y una hospitalización de por medio, conservar al bebé hubiera sido un milagro.
Cerró los ojos con un leve temblor, sintiendo un nudo en la garganta.
Su mirada se dirigió al vientre aún plano de Mónica. El embarazo llevaba menos de cuatro meses; aquel pequeñito ni siquiera había terminado de formarse y ya se había ido.
-Alex… -La voz de Mónica sonaba débil, su rostro pálido y empapado en lágrimas-. Me duele tanto, tanto…
-Lo sé -susurró él, consciente de que el dolor físico era insoportable para ella y el emocional no era menor para ninguno de los dos.
Él quería ser un buen padre, algo que su propio padre jamás supo ser. Ahora, esa esperanza se esfumaba.
Apretando la mandíbula, Alejandro preguntó con seriedad:
-¿Quiénes fueron los que te secuestraron?
…
-Mónica se quedó perpleja, negando con la cabeza-. No lo sé…
¿Quién podría ser? Mónica no era más que una chica común; no había tenido enfrentamientos con nadie. Era probable que todo esto fuera por culpa de Alejandro… y con la cantidad de enemigos que él tenía…
-Señor Guzmán… los que se llevaron a Mónica dijeron… -empezó Clara.
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Capítulo 318
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-¡Mamá, no! —la interrumpió Mónica, sacudiendo la cabeza. ¡No lo digas!
-¿De qué tienes miedo a estas alturas? -replicó Clara con un tinte amargo, y se dirigió a Alejandro-. Hace un par de días, el señor Miguel vino a vernos. Le exigió a Mónica que se apartara de usted y le advirtió que se deshiciera del bebé. Si no, él mismo tomaría cartas en el
asunto.
-¡Y mire qué pasó! Hoy a Mónica la secuestraron y esos hombres dijeron que era “por el niño“.
-¿No está claro? ¡Fue su abuelo, el señor Miguel, quien no quería a esta criatura!
La mente de Alejandro se llenó de un zumbido ensordecedor. Él sabía que su abuelo tenía la determinación para llegar hasta el último extremo, pero aun así se resistía a creerlo.
-Mónica, ¿es cierto? -insistió con el ceño fruncido, necesitando una respuesta.
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