Capítulo 319
-Mónica, ¿es cierto? -insistió con el ceño fruncido, necesitando una respuesta.
Mónica sintió la garganta seca y habló con dificultad:
-Mamá lo que dice es cierto, pero no podemos asegurar que fuera el señor Miguel…
-¿Y quién más podría estar empeñado en que ese niño no nazca? -refutó Clara con vehemencia-. ¡Nadie más que él!
-Mamá… Las voces se mezclaban en una discusión agitada.
–
Alejandro, con los ojos cerrados y conteniendo la rabia, se puso de pie.
-Mónica, descansa.
No podía esperar ni un minuto más; debía ir a preguntarle a su abuelo y aclarar la verdad. Salió de la habitación sin voltear atrás.
Cuando él se fue, Clara se aferró con nerviosismo al brazo de Mónica.
-¿De verdad crees que esto salga bien?
El rostro de Mónica se mostró tranquilo, como si hubiera llegado a un punto sin retorno.
-Si hay alguien que cargará con un gran peso, será Alex. Jamás podrá olvidarse de mí…
Incluso Clara sintió un escalofrío al oír aquellas palabras.
***
Felipe estaba ayudando a Miguel a remojar los pies cuando Alejandro volvió, con el semblante sombrío. Miguel lo miró de reojo, extrañado, pero no dijo nada.
-Abuelo.
Alejandro se acercó a pasos rápidos, el ceño fruncido, y lanzó su pregunta sin rodeos:
-¿Fuiste tú quien le hizo daño al bebé de Mónica?
-¿Hmm? -Miguel parpadeó, desconcertado durante un par de segundos. Después, dejó escapar una sonrisa ambigua-. ¿Te lo contó Mónica?
-¡Abuelo! -Alejandro estaba perdiendo la paciencia-. ¡Te pregunto si fuiste tú o no! Solo di sí o no,
-Señor Alejandro… – Felipe lo reprendió-. ¿Acaso no consideras la salud del señor? ¿Por qué ese tono?
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Capítulo 319
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Alejandro, de pronto, tomó conciencia; estaba siendo descortés con su abuelo. Pero, ¿acaso su hijo merecía ser lastimado así? Eran familia… ¿Qué podía hacer?
-Je… —Miguel seguía riendo con frialdad. Luego agitó la mano-. Felipe, no seas ingenuo. Para él, la mujercita Mónica vale más que esta pobre alma anciana, ¿no?
Esas palabras hirieron a Alejandro.
-Abuelo…
-Sí, lo reconozco -dijo Miguel, sin andarse con rodeos y clavando una mirada sombría en su nieto-. ¿Y qué planeas hacer?
-¡…! Alejandro se quedó helado. Su abuelo lo admitía. ¿Y ahora qué?
Antes de que pudiera reaccionar, Miguel lanzó la frase más demoledora:
-La boda con Luciana se anunciará en cualquier momento. Prepárate para ser el novio como corresponde… o si prefieres, podemos ver si vuelvo a “encargarme❞ de tu amante.
-¡Abuelo…! —Alejandro apretó los puños hasta crujir los nudillos, sintiendo cómo la ira se encendía en su pecho. Sin embargo, en silencio, se dio la vuelta para marcharse.
-Señor Alejandro… lo llamó Felipe.
-¡Déjalo ir! ordenó Miguel.
Porque, si de algo estaba seguro, era de que nadie era más importante para Alejandro que su propio abuelo. Ni siquiera Luciana. Ni siquiera Mónica.
Felipe frunció el ceño y soltó un suspiro:
-Señor, claramente no fue usted quien hizo eso. ¿Por qué asumir la culpa?
Miguel le lanzó una mirada a su viejo compañero:
-Entonces, según tú, ¿quién pudo ser?
Felipe vaciló un instante y bajó la voz:
-Señor, ¿acaso se trata de… la gente de Canadá?
Hum.–Miguel soltó una risa sarcástica—. No han dejado de dar problemas en todo este tiempo. ¿Quién más podría ser?
-¿Pero por qué no contárselo al señor Alejandro en vez de permitir que se haga una mala idea?
-Esa gente despreciable… Yo me encargaré de ellos. Esta vez o en cualquier otra, no pienso
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Capítulo 319
dejar que vuelvan a perturbar la vida de Alex.
Felipe le entregó una toalla y Miguel comenzó a secarse los pies con calma. Sus palabras eran sombrías, llenas de dureza y ferocidad:
-Se atreven a meterse con Alex; actúan como si yo estuviera muerto.
***
De regreso en casa, Alejandro se quedó parado frente a la puerta de la habitación. 1
Alzó la mano con la intención de llamar, pero al final la bajó y se dio media vuelta para dirigirse al estudio.
Era posible que Luciana ya estuviera dormida; no quería molestarla.
Además, su humor era pésimo. Lo único que deseaba era estar solo. 14
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