Capítulo 322
De pronto, Luciana se puso lívida y se tapó la boca, corriendo hacia el baño.
-¿A dónde vas? -Alejandro fue tras ella-. ¡No traes zapatos!
Recordó que él mismo la había cargado hasta allí, así que no tenía ni medias puestas. Sin embargo, al llegar, encontró a Luciana arrodillada frente al inodoro, vomitando.
La expresión de Alejandro se oscureció; en los últimos días Luciana no había mostrado
malestares.
Callado, se puso de cuclillas y le pasó agua para enjuagarse la boca y unas servilletas.
-Gracias -musitó ella, limpiándose-. Simplemente no puedo comer. Por favor, no me fuerces más.
<<¿Forzarla…?>>
Él lo hacía por su bien, ¿no? Creía que Luciana estaba enojada y por eso rehusaba comer. 1
-Señor Alejandro… -intervino Amy con voz temerosa-. Cuando se está embarazada, si no se tiene ganas de comer, es mejor no obligarla.
-¿Lo oíste? -Luciana miró a Alejandro con cierto reproche mientras se ponía de pie.
En ese segundo, Alejandro la alzó otra vez en sus brazos.
-Tengo pies para caminar yo
sola.
No llevas zapatos. Te voy a cargar.
Con lágrimas de rabia asomando en los ojos, Luciana pensó: «¡Qué hombre tan egocéntrico, que no considera en lo más mínimo la voluntad ajena!>>
Ya en el dormitorio, Alejandro la dejó sobre la cama. Luciana se cubrió de pies a cabeza con la manta para no verlo más.
Tras ese desplante, Alejandro salió con el ánimo por los suelos. Amy lo detuvo suavemente.
-Señor Alejandro, creo que Luciana no ha dormido en toda la noche y por eso no tiene apetito. No es para alarmarse.
-¿No durmió en toda la noche?
-Así es —afirmó Amy-. De hecho, esta mañana la vi llegar. Supuse que había tenido una emergencia en el hospital. ¿Usted no lo sabía?
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Considerando que Luciana era doctora, Amy no había preguntado más, aunque ahora le parecía reprochable que Alejandro ni siquiera estuviera al tanto.
-Señor Alejandro, ahí sí que falló. ¿Cómo es que su esposa pasa la noche entera fuera y usted ni lo nota? ¿No le preocupó que algo malo le pasara?
Los labios de Alejandro se apretaron. En realidad, sabía que Luciana estaba acompañada por Simón y no corría peligro, pero… ¿por qué no había vuelto? De inmediato fue a buscar a Simón para aclarar la situación.
-Luciana comentó que, si volvía a casa sin ti, el señor Miguel se enteraría de que no estaban juntos y se enojaría. Así que decidimos pasarnos la noche dando vueltas en el coche, esperando a que llamaras -explicó Simón con sencillez.
Al oírlo, Alejandro cerró los ojos y se presionó el entrecejo.
Claro… Se le había pasado por completo ese detalle. Había dejado a Luciana sola durante toda la noche, sin dormir, y ahora entendía que su falta de apetito no era un capricho, sino puro
cansancio.
-Primo… Simón se rascó la nuca-. ¿Entonces nos vamos a la oficina? Sergio acaba de llegar.
-Sí, vámonos -respondió Alejandro, adelantándose hacia el auto.
Una vez en el vehículo, Alejandro dio instrucciones a Sergio:
-Quiero que mantengas vigilada la situación de Mónica. Dale prioridad a su salud, contrata el mejor equipo de rehabilitación posparto que encuentres.
-Descuida, me encargaré -asintió Sergio.
En cuanto a los demás asuntos, Alejandro sabía que tendría que esperar a que Mónica se recuperara por completo para compensarla de alguna forma. Pero aquel bebé, que ya no volvería, era una deuda imposible de saldar.
Tras unos segundos de reflexión, Alejandro añadió:
-Haz una orden en el Restaurante Caracola, pide un pastel sencillo, un bizcocho de crema y quizá mil hojas, nada extravagante.
-Claro–aceptó Sergio-. ¿Lo envío al hospital?
-No–corrigió Alejandro tras una pausa—. Mándalo a la casa.
-Entendido -sonrió Sergio con discreción. Entonces era para Luciana.
Aun así, Sergio no comprendía del todo: con dos mujeres involucradas, ¿a cuál de ellas amaba
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Capítulo 322
Alejandro de verdad?
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