Capítulo 323
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Capítulo 323
Luciana durmió profundamente hasta las dos de la tarde. Lo primero que sintió al despertar fue un hambre voraz, casi dolorosa.
Amy ya tenía preparada la comida, consciente de que Luciana había estado con náuseas: optó por una gran variedad de platillos, esperando que probara al menos un poco de cada.
Al contrario de lo que se temía, Luciana se sentía recuperada y con un apetito tremendo. Todo le sabía delicioso.
-Vaya, qué hambre traías -celebró Amy, aunque con cierto recelo-. Come despacio, no te vayas a atragantar. Y que no sea demasiado de golpe, no sea que termines vomitando otra vez.
-Tranquila, me siento muchísimo mejor -sonrió Luciana, con las mejillas llenas de comida.
Tal cual presentía, no tuvo náuseas. Amy se alegró enormemente.
-Entonces ahora sí, a comer bien y descansar, que pronto tendrás la pancita más grande que un globo. ¡Me encanta ver que ya no te sientas mal!
Mientras estaban en ello, sonó el timbre de la puerta. Amy fue a abrir y volvió con una cajita en
la mano.
-¿Qué es eso?
-Un pastel del Restaurante Caracola. Dice aquí que fue encargado por Sergio, así que supongo que en realidad lo ha enviado el señor Alejandro. ¿Quieres probarlo ahorita?
-Con todo lo que he comido, ya no me cabe nada -rió Luciana, acariciando su barriga hinchada. ¿Te apetece a ti, Amy?
-¿Yo? ¡No, no! Si no puedes comerlo ahora, guárdalo para la noche, cuando te dé hambre otra
vez.
-Tienes razón.
Satisfecha tras la comida, Luciana se dirigió al estudio. Ese día no tenía que ir al hospital, así que planeaba trabajar con los apuntes que traía en su mochila.
A eso de las cinco de la tarde, Alejandro regresó a casa un momento. Tenía un cóctel por la noche y necesitaba cambiarse. Apenas entró en la sala, se encaminó al comedor, abrió el refrigerador para sacar algo de beber y, al cerrarlo, vio la caja de pastel perfectamente intacta.
Aún tenía el precinto y todo, así que nadie la había abierto.
Frunció el ceño. ¿Por qué no lo habían probado? ¿No se suponía que a Luciana le gustaba
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Capítulo 323
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subió al
mucho? Sintió que la atmósfera a su alrededor se tensaba. Dejó la botella de agua y segundo piso. Tras cambiarse de ropa en el dormitorio y no ver rastros de Luciana, se encaminó al estudio.
Efectivamente, allí estaba ella.
Alejandro tocó dos veces la puerta y Luciana, al oírlo, levantó la vista con algo de sorpresa:
-¿Ya tan temprano? Imagino que solo cambiaste de ropa porque tienes que salir de nuevo, ¿ no?
Ella conocía bastante de sus rutinas, puesto que había convivido un tiempo en aquella casa.
-Sí–asintió él, apoyándose contra el escritorio frente a ella, con la actitud de quien quiere decir algo.
-¿Pasa algo? -preguntó Luciana.
-El pastel, ¿por qué no lo comiste?
¿Solo era eso? Luciana parpadeó con curiosidad y le contestó con franqueza:
-Tenía el estómago lleno, no pude más.
<<¿Estómago lleno?»>
Alejandro soltó un bufido incrédulo. ¿En serio ella lo rechazaba así de simple? Sabía que, en las últimas semanas, el pastel del Restaurante Caracola era de las pocas cosas que Luciana realmente podía disfrutar. ¿Cómo de pronto “no le cabía“?
-¿Lo hiciste a propósito? -inquirió con el ceño todavía fruncido.
Él había encargado ese pastel como una disculpa, una forma de tender un puente por lo de la noche anterior. Dudaba que Luciana no lo comprendiera.
-¿No quieres aceptar mis disculpas? Dime, ¿qué más necesitas que haga?
Luciana abrió la boca, genuinamente sorprendida.
-Tu disculpa la acepto…
-Bien.
Alejandro, sin darle opción, la tomó de la muñeca y, con suavidad pero firmeza, la obligó a ponerse en pie.
-¡Entonces bajemos a comer el pastel!
¿Otra vez?
Capítulo 323
+25 BONU!
Luciana sintió que la ira le subía a la cabeza. Plantó firmemente los pies en el suelo para
resistirse:
-Alejandro, ¿vas a obligarme de nuevo? ¡Te digo que no me apetece! Ya te he dicho que acepto tus disculpas, ¿por qué insistes en forzarme a comer?
-¿Forzarte?
-¡Sí!
Luciana se soltó de su agarre, incapaz de contener lo que sentía. 6
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