Capítulo 329
Capítulo 329
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Al día siguiente, Luciana tenía programada una cirugía dentro de su proyecto de investigación. Su apetito estaba mejor que nunca, comía y dormía bien, y su ánimo era excelente. Sin embargo, esos procedimientos eran largos, y dejó su teléfono guardado en el casillero de la sala de personal, sin que ella se percatara de que no paraba de sonar. Finalmente, la llamada pasó a la línea de Alejandro, quien seguía en el extranjero.
-¿Señor Guzmán? Buen día -dijo una voz femenina al otro lado.
Era la clínica privada de ginecología y obstetricia.
-¿Algún problema? -preguntó él.
-Verá, señor Guzmán, la señora Guzmán tiene pendiente su revisión prenatal; debió venir hace dos días, pero no se ha presentado. La hemos llamado sin éxito. Queríamos saber cuándo estará disponible, para reagendar la cita.
Alejandro se masajeó las sienes, sorprendido por el motivo de la llamada.
-Está bien, entiendo.
Colgó y marcó el número de Luciana. Tampoco obtuvo respuesta. Probablemente estaba ocupada, tal vez en plena cirugía. Sin pensarlo demasiado, le escribió un mensaje:
[Llamaron del hospital para preguntar cuándo puedes ir a tu revisión.
Por favor, avísales.]
Tras enviarlo, no obtuvo respuesta inmediata, pero no le dio demasiada importancia. Supuso que, en cuanto Luciana saliera de la operación, vería el mensaje. Entretanto, él debía salir para reunirse con sus socios en aquel país, así que continuó con sus propios planes.
***
Ocurrió algo serio en el quirófano aquella tarde.
Mientras Luciana se encontraba junto al lavabo, de pronto se desmayó. Justo acababa de terminar la cirugía y, tras quitarse la bata, se disponía a lavarse las manos cuando, sin previo aviso, perdió el conocimiento.
Por suerte, se encontraba en el mismo hospital, así que los médicos actuaron de inmediato. Cuando Martina llegó, Luciana estaba recostada en una cama. Salvo un raspón en la frente, no parecía tener más heridas de cuidado. Al abrir los ojos, lo primero que vio fue a Martina con los ojos rojos de tanto llorar, y se llevó un buen susto.
-¿Qué pasó? ¿Me estoy muriendo o qué?
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Capítulo 329
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-¡Cállate! -protestó Martina, alterada-. No digas tonterías. La que casi se muere de miedo
soy yo.
Luciana se rio, aunque con suavidad.
-Perdona, no quería asustarte. Ya verás que Vicente me regañará por hacerte llorar otra vez.
-Luciana… Martina puso un puchero, inflando sus mejillas regordetas-. El médico dijo que, con un desmayo tan repentino, podría haber un problema con tu embarazo. Me asusté muchísimo…
La expresión de Luciana se tornó seria de inmediato.
Ambas eran médicas en formación, así que no necesitaban detalles para intuir lo que podía estar pasando. Hay muchas mujeres que viven el embarazo sin contratiempos, pero ella ya había tenido más de un desmayo desde que supo que estaba esperando un bebé. Cada vez se libraba sin grandes consecuencias, pero no dejaba de ser algo preocupante. Incluso el especialista le había advertido que necesitaba vigilancia continua.
Estos días su apetito había mejorado y pensó que ya no habría complicaciones, pero ahora se encontraba con esta sorpresa. Consciente del peligro, Luciana asintió con solemnidad:
—Iré a hacerme los estudios necesarios. Si hay un problema, se afronta y punto. ¿No se supone que, como médicas, no debemos tenerle miedo a estas cosas?
-De acuerdo
Martina le apretó la mano con fuerza, sin poder evitar que se le humedecieran los ojos. Yo te acompaño.
Sabía que Alejandro no estaba en Muonio y no pensaba dejar que su mejor amiga enfrentara sola esa situación. Además, en el fondo, tenía muy presente que ese bebé no era hijo biológico de Alejandro; quién sabe qué tan pendiente estaría él en realidad.
Sin perder más tiempo, y tras revisar los mensajes en el celular de Luciana -donde vio varias llamadas perdidas y un texto de Alejandro-, en cuanto Luciana estuvo en condiciones de ponerse en pie, ambas se dirigieron a la clínica privada de ginecología y obstetricia.
La doctora a cargo era Alondra Benítez, una mujer de alrededor de cuarenta años. Al ver los resultados de los análisis, frunció el ceño con preocupación y, sin rodeos, regañó a Luciana:
-¿Cómo es posible que te descuidaras así, a ti y a tu bebé? ¡Mírate nada más! ¿Cómo pudiste bajar tanto de peso?
Era evidente que quienes acudían a esa clínica de prestigio, y más aún si eras la esposa Alejandro Guzmán, no solían padecer problemas de ese tipo. Con un nudo de culpa en la garganta, Luciana apretó los labios.
de
-¿Es muy grave? -preguntó con voz contenida. (3)
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