Capítulo 331
Él asumía que, a esa hora, Luciana estaría o en la facultad o en el hospital, así que no habría problema. Se sentía obligado a.darle algún reporte de su viaje, puesto que había tenido que salir con tanta prisa. Pero, para su sorpresa, Luciana rechazó la invitación:
-Ve tú solo. Yo no iré. Ya lo visité en la mañana. Tengo asuntos que atender y, cuando termine, pasaré de nuevo a saludarlo antes de volver a casa.
Alejandro guardó silencio. ¿Estaba realmente ocupada o es que no quería verlo? Después de unos instantes, preguntó:
-¿Sigues molesta conmigo?
Luciana soltó una risa suave:
-¿Hiciste algo para que me enoje?
Ni siquiera le dio tiempo de responder.
-Te fuiste por trabajo, ¿no? Lo entiendo. No hay razón para estar molesta. También te pido que me comprendas: de verdad estoy ocupada. Tu abuelo te extraña bastante, así que ve a visitarlo. Bueno, corto.
-De acuerdo.
Tras colgar, Alejandro se quedó un momento con el teléfono en la mano, con el semblante pensativo. Se dijo que, dada la situación entre ambos, si ella no reclamaba ni se quejaba, sino que lo trataba con esa calma casi indiferente, tal vez debía sentirse agradecido.
Alejandro entró a la habitación VIP de su abuelo y, tras un breve intercambio de saludos, Miguel fue directo al grano:
-Tienes que
ir a probarte el traje cuanto antes. Y antes de la boda, tú y Luciana deben darse una vuelta por Isla Minia para revisar los detalles de la ceremonia.
Aunque esta vez la boda sería lo más discreta posible y solo estarían invitados familiares cercanos y algunos amigos, la familia Guzmán no era de hacer las cosas a la ligera; todos los pasos debían cumplirse.
-De acuerdo -asintió Alejandro, sin mucho entusiasmo.
La idea de estrenar “una vida nueva” cuando acababa de perder a su hijo lo dejaba con un nudo en la garganta.
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Al salir del edificio VIP, aún era temprano, así que decidió ir directamente a probarse el traje. Antes de partir, pensó un instante y marcó el número de Luciana.
-Voy a la tienda a medirme el traje–le anunció.
-Ah–respondió ella sin más.
¿Nada más
que
eso?
Alejandro, sosteniendo el teléfono, se aclaró la garganta.
-¿Sigues ocupada? Si no estás atareada, ¿por qué no vienes conmigo?
Después de todo, la novia era ella, ¿no debería ver cómo le quedaba el traje?
-No hace falta -replicó Luciana con un deje de risa inexplicable-. Es tu traje. ¿Para qué voy yo? No tiene sentido.
¿Cómo no iba a tener sentido? Sin embargo, le resultaba evidente que Luciana no mostraba ningún interés en asistir. Alejandro sintió cierto malestar, pero también recordaba que él no había podido acompañarla cuando se fue a probar el vestido de novia. Tampoco podía quejarse.
-Está bien… entonces voy solo -dijo, reprimiendo la incomodidad.
-Sí, claro.
Luciana cortó la llamada sin vacilar. Alejandro se quedó mirando el teléfono, con el ceño cada vez más fruncido.
Cuando llegó a la sastrería, estaba él solo. Sin la mirada o las opiniones de la novia, terminó en un suspiro: verificó que las medidas fueran correctas y no hubo mucho más qué discutir. Fue todo bastante rápido.
Al volver a casa, Amy le avisó:
-La señora Luciana también acaba de llegar, está arriba en la biblioteca.
Recordando el asunto del ensayo en Isla Minia, Alejandro decidió hablar con Luciana de inmediato. En vez de ir a la recámara, se dirigió directamente al estudio.
Tal y como Amy dijo, ahí estaba Luciana acomodando sus libros. Al notar su presencia, ella se detuvo un instante.
-¿Regresaste tan temprano? ¿Piensas salir otra vez?
-No, por hoy ya no–respondió Alejandro, negando con la cabeza.
-Sí, tiene sentido -comentó Luciana, asintiendo-. Apenas volviste, es bueno que descanses.
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Capítulo 331
Él carraspeó un poco antes de hablar:
-Necesito comentarte algo.
-Dime–contestó ella, mientras pasaba lentamente las páginas de sus apuntes y se preparaba para comenzar a estudiar. Parecía darle muy poca importancia al tema de Alejandro.
Él frunció el ceño e intentó mantener la calma:
-Antes de la boda hay que ir al lugar para revisar todo. Tendrás que organizar tu trabajo para que puedas acompañarme.
Luciana alzó la vista, genuinamente sorprendida:
-¿De verdad es tan complicado? Jamás había oído que fuera necesario tanto trámite para una boda. 6
Era la primera vez que se casaba; no tenía experiencia. Aun así, sabía de conocidos que se habían casado y ninguno se había tomado tantas molestias.
-¿En serio hace falta?
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