Capítulo 333
Al enterarse de que Luciana iría a Isla Minia, Martina no pudo evitar preocuparse.
-¿No sería mejor explicarle la verdad a Alejandro?
Luciana negó con la cabeza, esbozando una sonrisa tranquila.
-Es mi bebé, y él no tiene por qué asumir esa responsabilidad. Mientras menos sepa, mejor. 1
CAS
-Luciana… -Martina la rodeó con los brazos, sintiendo un nudo en la garganta-. Si te sientes mal en cualquier momento, prométeme que me llamarás, ¿sí?
-Está bien–aceptó Luciana con una ligera sonrisa.
***
A las cuatro en punto, Alejandro pasó a recogerla. Luciana lo aguardaba en la entrada del hospital universitario y, en cuanto el auto se detuvo, abrió la puerta por su cuenta y se sentó sin decir palabra. Se acomodó en una esquina del asiento y cerró los ojos, en busca de un momento de descanso.
Alejandro la miró de reojo, notándola agotada.
-¿Estás cansada?
-Sí–respondió ella en un susurro, sin dar más explicaciones.
-No puedes seguir así. Tienes que trabajar, estudiar, y tu salud no es la de una persona común. ¿Qué tal si dejas el proyecto por un tiempo?
En cuanto escuchó eso, Luciana abrió los ojos de golpe:
-No hace falta. Solo estoy cansada hoy.
Solamente Luciana sabía cuán valioso era ese trabajo en el equipo de investigación. Había sido gracias a la influencia de Alejandro que pudo entrar, y mientras llevara el título de “señora Guzmán“, nadie le pondría obstáculos. Pero ¿hasta cuándo conservaría ese estatus? Ni ella misma lo tenía claro. Si se retiraba ahora, tal vez no habría una segunda oportunidad una vez que dejara de ser la esposa de Alejandro.
Por eso, no importa qué tan exhausta estuviera, jamás dejaría el proyecto.
Alejandro entendía lo importante que era ese ámbito profesional para ella; sabía que a Luciana le apasionaban sus investigaciones, así que no insistió.
-Tu cuerpo es tu responsabilidad; tú sabrás lo que haces.
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Luciana suspiró aliviada y volvió a cerrar los ojos para relajarse un poco.
El auto los llevó hasta el muelle, donde tomaron el yate privado de la familia Guzmán con rumbo a Isla Minia. Aquella isla, parte de Muonio, estaba rodeada por mar en sus cuatro costados y era un destino turístico muy popular. El Hotel Minia, el más lujoso del lugar, ya había sido reservado por completo para la boda.
Al desembarcar en el muelle, un chofer del hotel los recogió. Veinte minutos después, llegaron al lugar, donde el gerente los recibió en persona.
-Señor Guzmán, señora Guzmán. Por favor, acompáñenme al salón VIP.
Tal como se había planeado, primero debían revisar el programa de la boda y hacer un breve recorrido; pasarían la noche en la isla para asegurarse de que todo marchara bien. Una vez en el salón VIP, el gerente les entregó el programa impreso.
-Señor Guzmán, señora Guzmán, échenle un vistazo. Si algo no les convence, podemos
cambiarlo.
y, a medida que leía Alejandro asintió, tomando el documento. Era la primera vez que lo veía línea por línea, su ceño se fruncía cada vez más. En cambio, Luciana lo revisó con rapidez. Al terminar, levantó la vista hacia el gerente:
-¿Podemos empezar de una vez?
Tenía tanto sueño que solo deseaba terminar el “ensayo” lo más pronto posible y recostarse.
El gerente se mostró sumamente complacido:
-Claro, señora Guzmán. Como guste…
Jamás había conocido a una novia de una familia tan adinerada que, tras ver el programa, no pusiera ningún reparo.
-Esperen un momento…
Sin embargo, Alejandro frunció el ceño con evidente disgusto. Con sus largos dedos, dio unos golpecitos sobre el cronograma de la boda.
—¿No habrá damas de honor ni padrinos?
-¿Eh? -El gerente parpadeó sorprendido-. No es que no haya, señor. De hecho, el horario y el lugar están contemplados. Precisamente quería preguntarles cuántos padrinos y damas de honor piensan tener.
Alejandro guardó silencio. No se le había ocurrido. Solo al ver el plan de la ceremonia lo recordó; era algo tan común en cualquier boda que lo dio por sentado. Como no decía nada,
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Capítulo 333
Luciana intervino:
-No habrá damas ni padrinos–contestó, dirigiéndose al gerente.
-¿Disculpe? -Aun con su amplia experiencia, el gerente no pudo ocultar su asombro. ¿Cómo se celebraría la boda de la familia Guzmán sin damas de honor o padrinos? Aunque quisieran mantener todo discreto, esas formalidades solían cumplirse.
El hombre miró a Alejandro en busca de apoyo:
-¿Señor Guzmán?
Con el ceño aún más fruncido, Alejandro también se sorprendió ante la respuesta de Luciana. 12
