Capítulo 337
Capítulo 337
Cuando Alejandro llegó a la habitación de hospital, descubrió que su abuelo Miguel aún seguía despierto.
-¿A esta hora por aquí? Se supone que deberías estar en Isla Minia, acompañando a Luciana.
-Ella está descansando -respondió Alejandro, y al mencionar a Luciana, sus facciones se suavizaron de inmediato. Dentro de un rato volveré con ella.
Entonces, ¿qué te trae por aquí? -inquirió el abuelo.
-Abuelo, alguien intentó secuestrar a Luciana porque actuó con astucia, se la habrían llevado.
soltó Alejandro sin rodeos-. Si no fuera
-¿Qué? ¡No puede ser! -La expresión de Miguel se tensó, y sus ojos brillaron con furia—. ¡ Tienen agallas! Salen con artimañas repugnantes una tras otra.
Al oír esas palabras, a Alejandro le quedó casi claro que lo que pasó con Mónica tiempo atrás no fue obra de su abuelo.
-Abuelo, ¿por qué te responsabilizaste de aquello con Mónica? ¿Acaso sabías quién estaba detrás?
Miguel titubeó, con gesto incómodo. ¿Cómo explicarle? Su único nieto había sufrido demasiado de niño; no deseaba que volviera a vivir algo semejante. Al parecer, había un trasfondo desde el principio: el incidente en el Hotel Real, el apuñalamiento… Todo indicaba que Miguel ya estaba al tanto.
-Abuelo
insistió Alejandro, frunciendo el ceño-. Quienes están detrás de esto actúan cada vez con más frecuencia. Hace poco, cuando estuve en Canadá, casi me matan con una explosión. ¿No vas a decirme nada?
El rostro de Miguel palideció por la sorpresa y la rabia.
-¡¿Qué?! ¿También en Canadá? ¡Esa gente no tiene límites! ¡Malditos! ¡Qué crueldad tan grande!
-Abuelo, ¿quiénes son? Dímelo -pidió Alejandro con la mandíbula tensa.
-Ellos… -Miguel lo miró, comprendiendo que ya no podía seguir ocultándolo. No quería que supieras que en este mundo hay seres tan despreciables.
“Despreciables“… El corazón de Alejandro se encogió y un presentimiento sombrío lo invadió.
-¿Estás hablando de… ellos? -preguntó con cautela.
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-Sí. —Miguel desvió la mirada, incapaz de sostener la de su nieto. Sabía cuánto podría dolerle –. Alex, ¿estás bien? Ellos no valen nada, son monstruos. No vale la pena que sufras por su culpa.
Pasaron varios segundos antes de que Alejandro hiciera el más mínimo movimiento. Su rostro, tan apuesto, mostraba una calma casi inhumana, carente de toda emoción. Sin embargo, Miguel entendía que esa aparente frialdad significaba que su nieto había llegado a un punto extremo, a la indiferencia por puro agotamiento emocional.
Finalmente, Alejandro reaccionó, con una serenidad que sonaba extrañamente resignada.
-Abuelo, estoy bien.
No esperaba nada de esa gente. Lo que hicieran ya no tenía poder para herirlo.
-¿Sabes por qué actúan de esta forma? -preguntó en voz baja.
Al mismo tiempo, recordó las palabras de Mónica. Entrecerró los ojos, pensativo:
-Mónica contó que quienes la secuestraron mencionaron al bebé. Y Luciana también está embarazada…
¿Tendría todo que ver con el embarazo?
-No te preocupes por eso -dijo Miguel, moviendo la mano en señal de desdén-. Ya le encargué a Felipe que investigue. Dudo que esa gente pueda causar más problemas; han fallado dos veces. ¿Qué otro truco podrían intentar?
-Por ahora, concéntrate en tu boda con Luciana. A propósito, ¿cómo está mi bisnieto?
-Bien aseguró Alejandro, pensando en Luciana, que descansaba profundamente-. Solo está algo cansada.
-Menos mal —suspiró Miguel, aliviado. Entonces se dirigió a su nieto con un gesto firme—. Ahora comprendes que lo del bebé de Mónica no tuvo nada que ver conmigo. Que haya perdido a su hijo… fue el destino de ella.
Alejandro frunció levemente el ceño sin comentar nada. Si bien el abuelo no era culpable, él seguía sintiendo un pesar ineludible. Nunca dejaría de deberle a Mónica.
-A mí ella nunca me agradó —prosiguió Miguel—. No le llega ni a los talones a Luciana. Para que la familia Guzmán se mantenga fuerte, necesitas a una buena esposa. ¿O no viste cómo reaccionó Luciana en esa situación de secuestro?
-Sí, fue idea mía que te casaras con ella. Pero una vida entera es muy larga. Que te mantengas a su lado o no, al final dependerá de ti.
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Con un ademán de la mano, concluyó:
—Si no tienes más preguntas, será mejor que te vayas. Si Luciana despierta y no te ve, podría molestarse.
-Lo sé Regresaré de inmediato. @