Mi multimillonario 339

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Capítulo 339 

y, al mirar 

A la mañana siguiente, Luciana se levantó tarde. El sol ya iluminaba con intensidad y, el reloj, comprobó que eran las diez

-Vaya-murmuró, extrañada de haber dormido tanto. Ayer había descansado bastante, así que no entendía por qué le costaba tanto trabajo abrir los ojos

Con prisas, se arregló y salió de la habitación. Al llegar a la sala de estar, se encontró a Alejandro hablando con Sergio. Al verla, Alejandro señaló la mesa y, con toda naturalidad, le indicó

-Ve a desayunar algo. Espérame un momento, ya casi termino

-Ahestá bien -respondió ella, un tanto apenada. Si alguien había llegado tarde era ella, y aun así, él le pedía que lo esperara

Ya con el apetito satisfecho, Luciana estaba terminando de comer cuando Alejandro se acercó. Al revisar la mesa, alzó una ceja con una leve sonrisa

-Amy dice que últimamente te ha mejorado el apetito. Parece que tiene razón

-Creo que —dijo Luciana, llevándose a la boca el último taco-. ¿Volvemos a la ciudad de inmediato

-No hay prisacontestó él, tomando una gamba y bañándola con salsa-. El yate es nuestro; no tenemos que correr

Luciana notó que, desde lo sucedido la noche anterior, Alejandro parecía distinto. Antes, aunque le mostraba ciertos gestos de gentileza, se notaba cierta impaciencia en su manera de actuar. Sin embargo, ahora volvía a ser aquel caballero reservado y atento de siempre, casi como un príncipe. Quizás el incidente del secuestro le había hecho ver las cosas de otro modo… 

Se armó de valor y preguntó

-Por cierto, ¿sabes algo del hombre que me secuestró? ¿Quién era

Alejandro se quedó callado unos instantes, como dudando si explicarle o no

-No te preocupes por eso. Relájate, come bien y ocupate de ser mi flamante novia

No es que él quisiera ocultárselo; era más bien que no deseaba adentrarse en un tema tan sombrío y lleno de recuerdos desagradables, ni implicar a Luciana en aquel torbellino. Al ver que Alejandro prefería no hablar, ella tampoco insistió y siguió concentrada en su plato

Cuando hubo terminado, todos dejaron el hotel y se dirigieron al muelle, donde subieron al yate. Como había comido bastante, en cuanto Luciana se acomodó en la cabina, empezó a sentir sueño otra vez. Se sentó junto a Alejandro, pero pronto se inclinó y terminó recostada sobre su hombro, dormitando sin remedio

Al notar que se había quedado dormida, él procuro no moverla bruscamente. Con mucho 

Capitulo 339 

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cuidado, la acomodó para que descansara con la cabeza apoyada en su regazo. En ese momento, entró Sergio, sin decir palabra. Al verlo, se quedó mudo: Alejandro se veía extrañamente tierno, cubriéndola con su mano y protegiéndola del balanceo de la embarcación

-Pásame una manta -pidió Alejandro con un susurro

-Claro asintió Sergio, intentando no hacer el menor ruido

Sergio tomó la manta que estaba a un lado y la extendió, listo para cubrir a Luciana. Sin embargo, se dio cuenta de que Alejandro lo miraba fijamente, con una expresión amenazante

<<¿Qué pasa?», pensó confundido, «¿acaso no era para arropar a Luciana?»>

Al verse intimidado, Sergio retiró la manta y se la entregó a Alejandro, quien la tomó, la desplegó con cuidado y la acomodó sobre Luciana

Sergio se quedó pensando: «¿No era eso mismo lo que iba a hacer? ¿Por qué me miró así? ¿Será que no quiere que toque a Luciana ni para taparla con una manta? Este Alejandro y su afán de posesividad>>

Alejandro—empezó a decir Sergio, recordando que, de hecho, había ido a hablar de algo importante

-Sal de aquí -lo interrumpió Alejandro-. Lo que sea, lo vemos después. O resuélvelo como quieras, pero no voy a despertarla

No había forma de discutirlo. Luciana dormía profundamente y Alejandro no quería perturbar su descanso

-De acuerdo-Sergio se marchó, no sin antes echar un vistazo atrás, y se encontró con la escena de Alejandro sosteniendo a Luciana con un brazo, mientras con la otra mano revisaba documentos en su tableta. Tuvo la repentina impresión de que aquella imagen era, de algún modo, muy entrañable

*** 

Cuando Luciana despertó, ya iba en el auto. Se sobresaltó un poco

-¿Cómo terminé aquí

Alejandro, con el asiento vacío a su lado, se limito a sonreír

-Estabas tan dormida que no quise molestarte. Te cargué hasta el auto

-Ah-murmuró ella, aturdida. Al parecer, había estado recostada sobre él todo ese tiempo. Sin poder evitarlo, se llevó la mano al cabello, intentando disimular la incomodidad.

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