Capítulo 342
Supuestamente, tenía un equipo médico que la ayudaría en la rehabilitación, así que…
Dirigió su enojo hacia Eileen:
—¿Cómo manejan las cosas? ¿No ves que su cuerpo aún no se recupera del todo?
-Señor Guzmán… yo… –tartamudeó ella.
-No la culpes–intervino Mónica con un hilo de voz, conteniendo las lágrimas-, Yo insistí en salir. Solo necesitaba distraerme un poco para no seguir pensando en lo que pasó.
Al escucharlo, Alejandro sintió un nudo en la garganta. Se culpaba a sí mismo de lo que le había ocurrido.
Asintió con una leve inclinación de cabeza.
-Salir a despejarte puede estar bien, pero no te esfuerces demasiado.
—Sí, lo sé ―respondió Mónica, esbozando una sonrisa tenue.
-¿Te vas ahora?
{
-Sí–asintió ella-. Justo estaba por irme.
Como iban en la misma dirección, decidieron caminar juntos.
***
Frente a la tienda de vestidos, una de las chicas alzó la voz con furor:
-¿Acaso no sabe toda la ciudad lo mucho que Alejandro adoraba a Mónica? ¡Casarte con él así es una vergüenza para nosotras, las mujeres! ¿No se supone que las mujeres debemos apoyarnos entre nosotras?
Una afirmación tan absurda dejó a Luciana sin palabras. Respiró hondo para mantener la calma.
-Suéltenme. No tengo nada que discutir con ustedes.
-¿Qué hacemos?
líquido desconocido.
-se miraron entre sí. Una saco de su bolso un frasco de vidrio con un
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Luciana, te lo advertimos y no hiciste caso. ¡Ahora atente a las consecuencias! -Dicho esto, desenroscó la tapa y arrojó el contenido hacia Luciana.
Con el pánico latiendo en las sienes, Luciana quiso moverse, pero la otra chica la agarró con fuerza, inmovilizándola.
¡No huyas! ¿Estás asustada? ¡Con razón! Pues que sepas que esto es… ¡ácido sulfúrico!
-¿Qué…? Los ojos de Luciana se abrieron desorbitados. ¿Cómo podía haber “fans” tan peligrosas?
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Capítulo 342
-¡Luciana, te lo mereces! Te escudas en esa cara bonita para enredar a Alejandro. Cuando no tengas rostro, ja ver si él te sigue queriendo…!
ya
De pronto, se escucharon dos gritos y un par de golpes sordos. En un abrir y cerrar de ojos, una cálida presencia se interpuso frente a ella, cubriéndola con su cuerpo y esparciendo el penetrante olor a colonia de menta y madera. Era Alejandro.
Luciana, con el corazón a punto de estallar, apretó sus manos contra la ropa de él y cerró los ojos. El miedo la paralizaba.
-Luciana -murmuró Alejandro, inclinando la cabeza hacia ella-. Ya pasó, estás bien.
<<¿Estoy bien?>>
Con el susto todavía palpitante, ella abrió los ojos poco a poco. Tenía la mente aturdida.
-¿…El ácido? -preguntó de inmediato.
No sentía la cara quemada ni nada parecido. Seguramente el líquido le habría caído a él, protegiéndola.
—¿Te lastimó a ti? -exclamó Luciana, tomándolo del brazo con inquietud.
-No fue nada -respondió Alejandro con calma. Sentía el traje húmedo en fa espalda, pero, claramente, el líquido no había sido más que un engaño. Si hubiera sido ácido de verdad, lo habrían notado de inmediato.
Sin soltarla, Alejandro observó a las dos jóvenes en el suelo. Apenas se habían levantado tras el empujón que él les dio. Luego miró a Luciana y preguntó:
-¿Quiénes son?
Luciana iba a responder, pero se detuvo al ver a Mónica y a su mánager, Eileen, paradas a pocos metros. <<Ah, así que están juntos», pensó. Una fugaz sonrisa se formó en sus labios.
-Supuestamente vienen a «<defender a Mónica» y a acusarme de ser «<la intrusa que desplazó>> a su ídola —dijo con tono irónico, mientras su mirada se deslizaba entre Mónica y Alejandro.
La mandíbula de Alejandro se tensó. Aquellas chicas se habían atrevido a agredir a Luciana de manera irracional. ¿Quién les daba derecho?
Las dos fans se incorporaron por completo, observando la escena atónitas. Al reparar en el rostro de Alejandro, uno de los supuestos «apoyos de Mónica» se quedó boquiabierta:
-¿Tú… eres Alejandro Guzmán?
No entendían cómo podía abrazar de ese modo a Luciana, con Mónica ahí mismo, sin importar lo que sintiera la supuesta «<ex». Pero Alejandro, sin perder la calma, sacó su teléfono y se lo alargó a Luciana:
-Entra dijo, indicándole la puerta de la tienda de vestidos.
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Capítulo 342
Las jóvenes quedaron totalmente ignoradas; se miraron la una a la otra con semblante aun más enfadado. Y soltaron una especie de reclamo
-¿Señor Guzmán, de verdad solo te importa esa… esa oportunista?