Capítulo 343
-¿”La oportunista“? -repitió Luciana, con un deje de sarcasmo. Miró de reojo a Alejandro- ¿Lo escuchaste?
Al oír esas palabras, Alejandro por fin dirigió una mirada fría a las dos chicas.
-Difamar, lanzar ácido, intento de agresión… Podría llamar a la policía y acusarlas de varios delitos, ¿entienden?
Las jóvenes se quedaron paralizadas por un instante, un poco asustadas. Sin embargo, quisieron mantenerse firmes.
-¿Y Mónica, qué? ¿Acaso no piensas en ella? ¡Debe estar sufriendo! ¡Está justo aquí! exclamó una de ellas con indignación.
Poco a poco, el bullicio atraía mirones y curiosos. Para colmo, reconocían a Mónica, la celebridad. El gentía empezó a aumentar.
Cansado de tanta palabrería, Alejandro sacó su teléfono dispuesto a llamar a la policía.
Las dos chicas, presas del pánico, buscaron la mirada de Mónica.
-¡Mónica… ayúdanos! -le suplicaron.
Ella frunció el ceño, dando la impresión de que dudaba en permitir que las arrestaran.
-Alex, no hace falta llegar a esos extremos. Son solo dos chicas jóvenes, hicieron un berrinche … Además, no parece que la doctora Herrera haya salido lastimada.
Ante las palabras de Mónica, Alejandro no quiso llevarle la contraria por completo. Pero, al final de cuentas, la víctima allí era Luciana. Él no podía otorgarles un perdón que no le correspondía. Con el teléfono en mano, miró a Luciana:
-¿Tú qué opinas?
La risa de Luciana fue apenas un suspiro incrédulo. Claramente, si Mónica decía “no las denuncies“, su “heroica” intervención anterior se esfumaba. Sintió un cansancio profundo y exhaló con fuerza:
-Da igual… lo dejamos así.
Mónica sonrió con alivio. Las dos fans respiraron tranquilas y se apresuraron a darle las gracias:
¡Mónica, muchas gracias!
Sí, si no hubiera sido por ti, el señor Guzmán jamás nos habría perdonado.
-Descuida–contestó Mónica, con una sonrisa amable–. Solo traten de no hacer algo tan precipitado nunca más.
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Capitulo 343
La escena se había convertido en una auténtica representación teatral. Luciana, sin ánimo de seguir presenciándola, tomó el celular y se metió en la tienda.
—¡Luciana…! —llamó Alejandro, queriendo ir tras ella.
-Alejandro–lo interrumpió la voz de Mónica.
-¿Sí, Mónica? —El se detuvo, mirándola con impaciencia.
-No, nada… -murmuró ella con una leve mueca de dolor, como si quisiera decir algo más—. Solo… hace tiempo que no te veía. Pero entiendo que estás ocupado. Me iré ya.
Se marchó con Eileen a su lado, dejando a Alejandro inmóvil por un momento. Sintió la punzada de culpa y nostalgia… pero al final, no volvió a entrar a la boutique en busca de Luciana.
***
A las ocho de la noche, Alejandro terminó su jornada de trabajo. De camino a casa, Sergio le comentó:
-Llamaron de la tienda de alta costura: el vestido de dama de honor de Martina quedó listo. Como era un modelo ya confeccionado, no necesitó grandes ajustes.
Alejandro asintió sin mostrar mucho interés.
–
-Además agregó Sergio—, la empleada dijo que Luciana no quiso encargar el traje para caballero. Que dijo que no hacía falta.
De inmediato, Alejandro se puso alerta.
“¿No hace falta? ¿Luciana dijo que no lo necesitaba?”
Recordó que, por la mañana, habían acordado que Pedro usaría uno. ¿Qué habría pasado?
-Probablemente tenga que ver con lo que sucedió esta tarde, con esas dos chicas -conjeturó, frunciendo el ceño-. Acelera, por favor.
Al llegar a casa, abrió la puerta con determinación. Lucianà acababa de salir de la ducha, el cabello envuelto en una toalla, y se sorprendió al verlo tan pronto.
-¿Ya regresaste? -lo saludó con voz neutra, sin reflejar sentimiento alguno.
A Alejandro le incomodó notar esa frialdad. Se acercó y se apoyó contra la cómoda:
-¿Por qué le dijiste a la tienda que no se necesitaba el traje para Pedro?
¿Ah? Luciana parpadeó-. ¿Te lo dijo la gente de la tienda? Justo quería comentártelo.