Capitulo 349
Capítulo 349
Serenity Haven.
Al llegar, Luciana lo comprendió todo. No era casualidad que Alejandro trajera a la actriz a cenar. Se trataba de un típico “evento con licor“, una de esas reuniones de negocios donde, entre copas y manjares, los hombres cierran tratos y las mujeres se convierten en parte del ambiente.
Había hombres de toda clase, cada uno con una acompañante de distinto estilo. Sin embargo, todas tenían algo en común: sabían desenvolverse muy bien, eran simpáticas con todos y bebían sin problemas. Frente a ese panorama, Luciana desentonaba por completo.
Para colmo, no podía beber, pues su salud no se lo permitía. Incluso si no estuviera embarazada, con un solo trago era suficiente para tumbarla. Sentada junto a Alejandro, Luciana sintió de inmediato las miradas curiosas de todos los presentes.
Primero, porque la había traído el propio Alejandro.
Segundo, porque las otras mujeres iban maquilladas y vestidas con elegantes minivestidos de noche, mientras que Luciana llevaba el rostro al natural y un sencillo vestido largo de color lino. Como si fuera poco, en sus hombros colgaba una mochila de tela de MUJI, muy parecida a la de una estudiante universitaria.
Los hombres del lugar se lanzaban miradas cómplices. Al parecer, al señor Guzmán le gustaban las mujeres con un toque de inocencia. Aunque, claro, no podían negar que Luciana era
hermosa.
-Oye, pequeña -la llamó uno de ellos, llenándole una copa-. Relájate, aquí vinimos a divertirnos. Toma un trago, no seas tan tímida.
Luciana contempló el vaso lleno con un nudo en el estómago. ¿Debía beber? ¿Se suponía que Alejandro quería hacerle la vida imposible al no haber traído a la actriz? Tal vez sí, y con ello le estaba dejando claro que aquí no se libraría de beber.
Frunció el entrecejo. Antes, él jamás se lo habría permitido, siempre velaba por su salud y por el bebé. Pero “antes” ya había quedado atrás. Ahora, tal vez la odiaba por haberse interpuesto entre él y Mónica, canalizando un rencor que no podía dirigir contra su abuelo. Luciana suspiró. Peor escenario: se tomaría la copa y luego correría al baño para provocarse el vómito.
Decidida, tomó aire y extendió la mano hacia la copa. Justo entonces, alguien apartó el vaso. Fue Alejandro, que lo alejó con aire indolente:
-Ella no bebe.
El hombre
que había servido el licor parpadeó, sorprendido. «¿No bebe? ¿Entonces para qué la
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Capitulo 349
trajo a un sitio como este?», parecía preguntarse. Pero si de algo se sabía, era que las motivaciones de Alejandro Guzmán eran impredecibles.
Sin mirar siquiera al otro, Alejandro se inclinó hacia el plato de Luciana, tomó su tenedor y puso un poco de comida en él:
-Come.
No añadió nada más. Luciana lo miró, boquiabierta. ¿No tenía intención de presionarla?
—¿Qué pasa? —inquirió él con expresión impasible—. ¿No venías a cenar conmigo? Pues come.
-Sí… —murmuró Luciana, bajando la cabeza y llevándose un bocado a la boca.
Tras un par de mordiscos, se dio cuenta de que la comida no estaba precisamente deliciosa. La verdad, era bastante insípida. Sin embargo, siguió masticando en silencio, intentando sobrellevar la incomodidad.
Al poco tiempo, Alejandro se levantó y le dio un suave golpecito en el hombro a Luciana.
-Quédate aquí. Voy a saludar a alguien por allá.
-Ah… de acuerdo.
En realidad, ese tipo de ambiente no le resultaba cómodo a Luciana, así que no tenía ningún inconveniente en que él fuera solo. Además, la comida estaba pésima: tras unos cuantos bocados, ya había desistido de comer. Se sentía aburrida, así que sacó el teléfono sin mucho entusiasmo y abrió el navegador.
Recordaba haber visto a aquella actriz -la misma que acompañaba a Alejandro antes— en un reality show bastante popular, aunque solo como invitada temporal. Ingresó el nombre del programa y comenzó a revisar las noticias relacionadas hasta que dio con la información.
Resultó que la actriz se llamaba Chela Vargas, de veintitrés años. Era un poco mayor que ella, pero no más atractiva (aunque, en su opinión, se veía mejor que Mónica). De cualquier modo, Alejandro no parecía guiarse únicamente por la belleza, ¿no? Si fuera alguien que se fijaba solo en las apariencias, ¿cómo habría podido enamorarse tan perdidamente de Mónica? Entonces, ¿ qué era lo que le había visto? ¿Su hipocresía, su apariencia angelical o su egoísmo?
—Pfff… —Luciana dejó escapar una risa, moviendo la cabeza con incredulidad.
-¿Y qué te causa tanta gracia? —dijo de pronto la voz de Alejandro, quien había regresado sin que ella se diera cuenta. Estaba de pie detrás de ella, mirando con curiosidad la sonrisa en su
rostro.
-¿Ah? —Luciana se asustó y, de puro reflejo, puso el teléfono boca abajo sobre la mesa. 3
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