Capítulo 35
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Luciana vaciló solo un segundo antes de subirse al auto. En ese momento, no le importaba por qué Fernando estaba en la UCM ni si era apropiado aceptar su ayuda.
-Gracias, necesito ir al Camposanto La Paz Eterna, en la zona oeste.
Camposanto La Paz Eterna. El cementerio en el oeste de la ciudad. Fernando conocía bien ese lugar; durante los años de su juventud, mientras estuvieron juntos, cada año la acompañaba a visitar la tumba de Lucy, en los aniversarios de su nacimiento y su muerte. Pero, ¿por qué estaba tan apresurada hoy? No preguntó más y simplemente aceleró.
-De acuerdo, vamos.
Cuando llegaron, el auto apenas se detuvo y Luciana ya había salido corriendo, casi tropezando en su prisa.
-¡Luciana! -Fernando, rápido, la sujetó justo a tiempo-. Cuidado.
-No te preocupes. -Luciana respondió apresurada-. Gracias por traerme, no te quiero quitar más tiempo. Puedes irte, yo me encargo.
Dicho esto, se dio la vuelta y corrió hacia adelante.
Fernando se quedó parado, desconcertado. ¿Desde cuándo se había vuelto tan distante con él? Aunque… tal vez lo tenía bien merecido. Después de una breve pausa, decidió seguirla, caminando tras ella.
Al llegar frente a la tumba, el horror se apoderó de Luciana: ¡ya estaban removiendo la tierra! Ricardo, Clara y Mónica estaban allí, toda la familia reunida.
-¡Ricardo Herrera! -Luciana, pálida como un fantasma, se plantó frente a Ricardo, con una furia que no podía contener.
-Niña… Ricardo frunció el ceño, claramente disgustado-. ¿Ahora ni siquiera sabes decirle papá a tu padre?
-¿Papá? -Luciana repitió, pero no como un término de cariño, sino con un tono de amargura. Se permitió una risa amarga antes de señalar la tumba de su madre. Enfrente de mi madre, ¿me atrevería a llamarte así y esperar que respondas?
-¡Luciana…! -Ricardo se quedó sin palabras, su rostro se tornó de un verde enfermizo.
Clara, con su tono sarcástico, se metió en la conversación.
-Qué manera de hablar, tienes toda tu astucia puesta en cómo fastidiar a la familia, ¿verdad?
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Capítulo 35
-Mamá. -Mónica, mirando su reloj, se impacientó-. Tengo que ir al set de grabación en un rato. Dejemos de perder tiempo y saquemos de una vez ese maldito urnario.
-Tienes razón. -Clara le lanzó una mirada desdeñosa a Luciana-. Qué suerte que llegaste a tiempo. Lleva a tu madre y desaparece.
Con un ademán, le indicó a los trabajadores que continuaran.
-¡Deténganse! -Luciana, con los ojos llenos de lágrimas, se aferró al brazo de Ricardo–.j
que se detengan! Aunque no me soportes, aunque no te importe Pedro, jella fue el amor de tu vida!
Haz
En su memoria, Ricardo siempre había amado a Lucy. Sin embargo, su trato hacia ella y su hermano Pedro había sido, en el mejor de los casos, distante. De niña, Luciana solía bromear diciendo que sus padres eran el amor verdadero, y que ella y su hermano solo habían sido un accidente…
-¿Realmente puedes soportar ver cómo tratan así a la mujer que amaste? ¡Esta tumba fue el lugar que ella escogió antes de morir! El espacio a su lado es para ti… -Las lágrimas caían sin control por sus mejillas-. ¡Ella aún espera que, cuando llegue tu hora, puedan estar juntos en la otra vida!
Vivir juntos, morir juntos. Su madre había amado a su padre con todo su ser.
-Yo… -Mencionarlo a Lucy lo hizo vacilar. Ricardo mostró una expresión de duda, de debilidad.
Viendo que la situación se tornaba peligrosa, Clara le lanzó una mirada asesina.
-Esto es ridículo. Yo soy su esposa ahora. ¡Cuando llegue el momento, él y yo seremos los que compartamos la tumba! ¡Hablar del futuro es cosa nuestra!
-Exactamente. -Mónica miró a Luciana con desdén-. Mi papá y mi mamá son el amor verdadero. Tu madre ocupó su lugar como esposa durante demasiado tiempo, ¿no crees? ¿Mi mamá tiene que seguir aguantando eso? Hoy mismo sacaremos a tu madre de esta tumba.
¡Qué descaro! ¡Qué crueldad! Luciana temblaba de rabia, pero sabía que era inútil intentar razonar con estas dos mujeres.
-¡Papá! -Se volvió hacia Ricardo, sus ojos enrojecidos y suplicantes-. Por favor, solo te pido que le dejes un poco de dignidad. Algún día, tendrás que reunirte con ella…
Ricardo apretó los puños, visiblemente afectado, en un conflicto interno. Entonces, Luciana, con las piernas temblando, cayó de rodillas ante él. 2
-Papá, ¡te lo suplico, por favor…!
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