Capítulo 352
-¿Eh?-Felipe se quedó atónito un segundo. Luego sonrió-. ¿El señor Alejandro no te lo había mencionado? Quizá quería darte la sorpresa.
Al ver la cara de confusión de Luciana, Felipe continuó explicando:
-El señor Alejandro dijo que si Pedro va a ingresar al Instituto Wells, necesitará a alguien que lo supervise. Por eso ordenó que encontraran a una cuidadora experta, para que se fuera adaptando con él desde ahora.
-¿De veras…? -preguntó Luciana, aún asimilando la noticia.
Sí. Tiene cuarenta y tantos años y amplia experiencia añadió Felipe―. Es perfecta para Pedro. Además, Alejandro arregló que figure como empleada formal de Grupo Guzmán. De esa forma, Pedro estará seguro de contar siempre con su apoyo.
Luciana sabía que el Instituto Wells permitía asistentes o cuidadores para ciertos pacientes con necesidades especiales. Lo que no imaginaba era de dónde saldrían los medios para costear ese servicio. Ella, por su cuenta, apenas lograba cubrir los gastos de la inscripción.
-Es decir, acompañará a Pedro durante todo su tiempo en el Instituto… -murmuró Luciana, sintiendo una mezcla de sentimientos que no lograba describir.
Al final, no podía negar que la familia Guzmán le estaba brindando demasiado. Y si comparaba todo lo que
recibía con el sacrificio de una boda sin amor, casi le parecía que lo suyo no valía
tanto.
Aquella noche, Alejandro no regresaría temprano. Tras darse una ducha, Luciana se dirigió al estudio con la intención de repasar sus apuntes. Sin embargo, al sentarse, no abrió los libros de inmediato; en su lugar, buscó su libreta de cuentas.
Comenzó a revisar los apuntes donde anotaba todas las deudas que sentía haber contraído con Alejandro: desde los gastos cubiertos por él hasta la matrícula en el Instituto Wells que Miguel había financiado. Miró la hoja en blanco y, por un momento, se preguntó si valía la pena seguir anotando. ¿Tendría sentido llevar un registro de algo que quizá jamás podría pagar? ¿No sería puro formalismo?
Dudó un instante… y finalmente, volvió a escribir:
[Gastos de la cuidadora particular para Pedro.]
Terminada la anotación, cerró la libreta. Sentía que, aunque no fuera a devolver cada centavo, no quería ignorar la gratitud que le debía a la familia Guzmán. Además, tenía la corazonada de que algún día podría devolverlo todo.
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Capítulo 352
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Los rumores más sonados en Muonio, esos días, giraban en torno a la inminente boda de la familia Guzmán. Apenas quedaban dos días para la ceremonia, y Alejandro y Luciana habían liberado sus agendas de trabajo. Por otra parte, los preparativos para que Miguel saliera del hospital también estaban listos, y Pedro iría acompañado de su cuidadora y de Martina. Como eran las personas más cercanas, todos partirían con anticipación hacia Isla Minia detalles. Vicente, Salvador y los demás llegarían la noche previa al enlace.
para ultimar
En cuanto a Pedro, Luciana lo dejó al cuidado de Martina, pues ella misma debía encargarse de recoger a Miguel. Era curioso cómo su hermano sentía más confianza hacia Martina que hacia su propio padre, Ricardo; después de todo, fuera de Luciana, Martina era la persona en la que más confiaba.
Cuando Luciana llegó a la clínica para recoger a Miguel, lo encontró con el ánimo bastante elevado. Al despedirse, él le tomó la mano con un gesto cariñoso.
—Luciana, hija, te encargo a Alejandro… —murmuró conmovido. Para el anciano, su nieto era su última preocupación en la vida.
A Luciana se le humedecieron los ojos.
-No se preocupe, abuelo, puede contar conmigo.
Por gratitud a Miguel y a la familia Guzmán, estaba decidida a proteger esa boda lo mejor que pudiera.
Así, partieron en direcciones distintas: Martina y Pedro en un auto, Luciana y Miguel en otro, y Alejandro por separado. Martina llegó primero a Isla Minia; Luciana la siguió más tarde, después de acomodar a Miguel. Al reunirse, Martina sonreía de oreja a oreja.
-Pedro se quedó dormido comentó, señalando la habitación donde descansaba. Pelaba unas semillas de girasol y, divertida, le contó a Luciana-: ¿Te enteraste? Cuando Vicente supo que yo iba a ser la dama de honor, se puso insoportable.
-¿Qué tanto le pasa a Vicente? -preguntó Luciana, curiosa.
Martina estalló en risas, abrazándose la barriga.
-Dice que él también es tu «<amiga del alma» y que no es justo que no le permitas ser tu dama de honor.
-¡Ay, sí suena a algo que diría Vicente! -rio Luciana, contagiándose de las carcajadas.
Mientras ambas se divertían, sonó el timbre. Luciana fue a abrir la puerta y se encontró a un repartidor:
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Capitulo 352
-Buenas tardes. ¿La señorita Luciana Herrera? Aquí traigo un envío
—Sí, soy yo. Gracias.
para
usted.
Al recibirlo, Luciana observó la etiqueta. Impreso en letra negrita, venía el nombre del remitente: Fernando Domínguez.
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