Capítulo 358
Capítulo 358
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Alzó la vista hacia Luciana, que, al notar su gesto, lo fulminó con la mirada:
-¿Por qué me miras? No pretenderás que sea yo quien la bañe, ¿no? Es tu asunto, no el mío.
-No digas tonterías, no es lo que pretendía -bufó él, con el ceño fruncido.
Luciana esbozó una sonrisa desdeñosa. Sabía que Alejandro y Mónica, en el pasado, habían compartido más de un momento íntimo; ¿por qué fingir ahora? Sintió un nudo en el estómago, sacudió la cabeza y frunció el ceño con disgusto.
—Luciana —dijo de pronto Alejandro, señalando la mesita de centro-. ¿Puedes pasarme el teléfono?
Se preguntó para qué lo querría. Sin embargo, como estaba irritada y no tenía ganas de indagar, se limitó a alcanzárselo. Alejandro marcó un número.
-Soy yo. Sí, ya sé que no es parte de tus funciones, pero te pagaré un extra.
Luciana, a su lado, lo escuchaba con curiosidad. Muy pronto salió de dudas: sonó el timbre y, cuando abrió la puerta, vio a Balma Lozano, la cuidadora de Pedro.
-Señora Guzmán -saludó Balma—. El señor Guzmán me pidió que viniera. Me dijo que alguien aquí necesitaba atención.
-Ah… sí -respondió Luciana, haciéndola pasar.
Dentro, Alejandro ya había tomado a Mónica en brazos. Al ver a Balma, fue directo:
-Pasa, por favor, al baño. Tienes que ayudarla.
—Sí, señor Guzmán.
La cuidadora siguió a Alejandro y Mónica hasta el baño. Poco después, Alejandro salió solo al área principal de la suite. Al encontrarse de nuevo con Luciana, compartieron una mirada tensa y silenciosa. Al final, ella rompió la incomodidad:
-Supongo que yo ya no pinto nada. Regreso a mi habitación -dijo con sequedad.
-Ajá―murmuró él, haciendo un leve asentimiento. Sin embargo, la acompañó tras ella.
Luciana pensó que simplemente la estaba «<escoltando», como acostumbraba hacer con su habitual cortesía. No dijo nada, y él tampoco. Al llegar, ella abrió la puerta y entró. Pero, para su sorpresa, Alejandro también entró… y se quitó la chaqueta.
Como antes había ido a buscar a Mónica, también se había empapado con la lluvia. Estaba totalmente mojado.
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Capitulo 358
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-Necesito darme una ducha comentó, encaminándose al baño dentro de la habitación.
-Oh… -dijo Luciana, cayendo en la cuenta de que la otra ducha estaba ocupada por Mónica—. De acuerdo.
No era tan tarde, pero el día siguiente traía un maratón de cosas que atender. Luciana se quitó la ropa, se metió en la cama y trató de conciliar el sueño. Mientras tanto, Alejandro, a punto de abrir la regadera, recordó algo y marcó a la extensión de servicio a la habitación:
Sí, soy yo. Por favor, preparen agua tibia con miel y limón, y tráiganla a este cuarto. Sí, gracias.
Colgó y se duchó rápidamente. Pocos minutos después salió. Luciana seguía despierta, pero permanecía de espaldas, intentando relajarse.
-Por favor, cuando salgas, apaga la luz y cierra la puerta con llave -pidió Luciana con frialdad –. No quiero levantarme.
Se hallaba de espaldas y no podía ver cómo la expresión de Alejandro se ensombrecía al instante. Observó la pequeña silueta acurrucada en la cama -embarazada, pero todavía menuda y no comprendía qué pasaba por su mente. ¿Esperaba que él se marchara? ¿Dónde suponía ella que iba a dormir? Su suite estaba ocupada por Mónica.
De pronto, sonó el timbre en la puerta. Alejandro fue a abrir y, a los pocos segundos, Luciana escuchó pasos que se alejaban, luego se acercaban. Sintió curiosidad; ¿qué estaba haciendo?
-Levántate ordenó él, parándose al borde de la cama.
-¿Qué sucede? -Luciana se incorporó con cierta resistencia.
En las manos de Alejandro había un tazón que despedía un intenso aroma cítrico.
-¿Agua de miel con limón? -preguntó ella, un poco sorprendida al reconocer el olor.
-Sí–asintió Alejandro, sentándose en el borde de la cama―. Te mojaste con la lluvia antes, así que pensé que sería bueno que te la tomaras para evitar un resfriado.
Luciana observó la taza. De pronto, soltó una pregunta inesperada:
-¿Ya le llevaste a Mónica un poco? 2
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