Capítulo 361
Se trataba de Mónica, seguida por Simón. Este último mostraba una expresión de resignación.
Según las indicaciones de Alejandro, Simón debía esperar a que Mónica se despertara para acompañarla a su casa. Sin embargo, ella insistió en buscar a Alejandro para despedirse, dejando a Simón sin alternativa.
-Alex… -saludó Mónica, que, tras haber descansado, se veía un poco mejor. Aunque seguía sin maquillaje, con los párpados hinchados y un rostro algo pálido.
-No culpes a Simón, fui yo quien insistió en venir. Quería decirte adiós y, de disculparme con tu esposa. Ayer me comporté de manera muy descortés.
Mientras hablaba, Mónica echó un vistazo al interior.
-¿Puedo verla? ¿Se encuentra aquí?
paso,
Alejandro no se sentía con ánimo de rechazarla en la puerta; de cualquier modo, ya estaba a punto de entrar.
Sí, ella está adentro.
Mónica forzó una sonrisa y, sin más, avanzó.
-No tomaré mucho de su tiempo, solo un par de palabras y me voy.
-De acuerdo aceptó él.
Ambos entraron a la suite, justo cuando Luciana salía del baño, ya arreglada. Al verlos juntos tan temprano, no pudo evitar un ligero asombro. Por su parte, Mónica se turbó todavía más al notar que Luciana llevaba una bata de hombre que casi le arrastraba al piso. Era evidente que se trataba del albornoz de Alejandro, algo que ella misma jamás había usado.
Aun así, Mónica se esforzó por mantener la compostura y sonreír:
-Buenos días.
-Ah, hola…
contestó Luciana, algo cortante. Señaló la puerta del vestidor-. Hablen, si quieren. Yo iré a vestirme.
Con eso, se metió al clóset. Mónica forzó otra risita tensa.
-Está bien, la espero -susurró.
-Bien… -Alejandro tampoco sabía qué decir exactamente.
En ese momento, el personal de servicio terminó de acomodar los carritos.
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-Listo, señor Guzmán. Que disfruten su desayuno.
-Gracias -respondió Alejandro, y el servicio se retiró.
-Vaya -exclamó Mónica, mirando la comida-. Todo se ve delicioso…
Se tocó el estómago con gesto de inocencia.
-No he comido nada desde anoche. Entre una cosa y otra, sigo en ayunas.
A buen entendedor, pocas palabras bastan: Mónica prácticamente estaba pidiendo que la invitaran. Alejandro, sin poder hacerse el desentendido, pensó que Luciana tampoco se opondría. Así que decidió tomar la iniciativa: 3
-Si gustas, siéntate y desayuna. Hay comida de sobra.
-¿De veras puedo? -preguntó ella, con una sonrisa—. La verdad, estoy muriendo de hambre.
-Adelante, toma asiento -invitó Alejandro, conduciéndola al comedor.
La idea inicial era esperar a Luciana para desayunar juntos. Pero el estómago de Mónica emitió un gruñido, y ella, visiblemente apenada, no tuvo más remedio que soltar una risita nerviosa:
-Ella tarda mucho… ¿estará molesta conmigo y por eso no sale? ¿No querrá verme?
-No lo creo–respondió Alejandro, frunciendo el ceño. La verdad, también le extrañaba que Luciana se demorara tanto.
-Bueno, mejor empiezo a comer algo -propuso Mónica.
-Sí, adelante. Aquí hay mucha comida -convino él. Sin embargo, se incorporó de inmediato
Voy a ver qué pasa con Luciana…
Apenas se puso de pie, Luciana salió del vestidor con ropa ya puesta y, para sorpresa de todos, llevaba la mochila al hombro.
Alejandro se acercó para tomarle la mochila:
-Desayuna con nosotros, encargué esa pasta con salsa de camarones que tanto te gusta, y también tacos. Hoy estaremos muy ocupados, así que come bien.
No obstante, Luciana se apartó un poco, sin cederle el bolso. Desde donde estaba, podía ver la mesa con Mónica ya sentada y comiendo.
Con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, dijo:
-No hace falta, coman ustedes.
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Y, sin más, dio media vuelta para dirigirse a la puerta.
-¿Cómo que «no hace falta»? -replicó Alejandro, frunciendo el ceño. Sujetó con suavidad la muñeca de Luciana, aunque en sus ojos se notaba la impaciencia-. Sé razonable, ven a desayunar.
Luciana ensayó una actitud similar a la de él cuando finge cordialidad:
-En serio, no te preocupes. Iré a buscar a Martina y a Pedro para comer con ellos.
Ir con Martina y Pedro a esa hora resultaría un claro mensaje para los demás: que marido y mujer ni siquiera podían sentarse juntos a la mesa en la mañana. Alejandro se contuvo, aunque se le marcó la tensión en la mandíbula. 20