Capitulo 368
Capítulo 368
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-¡Bruna! La voz de Fernando sonó más áspera. Para él, era inusual expresarse con tanta severidad. ¿No entiendes? No necesito que te involucres. Por favor, lárgate.
Dicho esto, hizo un gesto de apremio para que ella se moviera.
La chica se quedó helada, tratando de comprender el súbito rechazo.
-¿Pero por qué? -susurró, con el miedo asomando en sus ojos. Pensé que teníamos una buena relación, que te gustaba mi compañía… ¿Hice algo que te molestara?
Ese comentario encendió un foco en la mente de Fernando. De pronto, todo resultó cristalino. Bruna, que siempre decía ser una “amiga” sin intención alguna, en realidad albergaba sentimientos por él. Se dio cuenta de que Luciana, desde el principio, había captado esa tensión, y él se empeñó en negarlo. Pensar que, de alguna forma, esto también había contribuido a perder a Luciana…
Soltó una risa amarga:
-Ya veo. Era mi error no darme cuenta antes.
Se serenó un poco, al tiempo que su voz se volvía más fría:
-Bruna, no me interesas. Ni siquiera me pasa por la cabeza algo contigo. Si te vas ahora, quizá podamos seguir siendo cordiales cuando nos crucemos. Pero si insistes, seremos dos extraños.
El rostro de ella se puso blanco, y ya no trató de disimular.
-Perdón… Supongo que te he causado problemas. Entonces… me retiro -musitó, bajando la
mirada.
-Cuídate. —Fernando observó cómo se marchaba, notando el brillo de lágrimas en sus ojos. Se preguntó si estaba siendo demasiado duro, pero no podía lidiar con más confusiones.
Cuando Bruna dio la vuelta, Fernando entró en su departamento sin dignarse a mirar atrás. El interior estaba a oscuras, reflejando ese abismo que ahora sentía en su corazón. 1
***
Esa noche, tras concluir la boda y despedir a los invitados, ya era bastante tarde cuando por fin se retiraron. Luciana se dejó caer en el sofá de la habitación, sintiendo cada fibra de su cuerpo fatigada, sin fuerzas para moverse. Alejandro, un poco más entero que ella, se sentó a su lado.
-Dejé la tina llenándose -le informó―. Date un buen baño y descansa. Hoy fue un día agitado y mañana no tenemos que madrugar. El abuelo dijo que también necesita relajarse; solo nos reuniremos para almorzar.
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Capitulo 368
-Sí… -respondió ella, sin mucho ánimo de discutir. Aun si tuviera voluntad de sobra, su embarazo le pasaría factura. Sabía que su cuerpo tenía límites.
-Iré por tu ropa —dijo Alejandro, acariciando su mejilla con la yema de los dedos antes de dirigirse al vestidor.
Luciana, por su parte, se incorporó del sofá y caminó al baño. Cuando él entró para entregarle la muda, ya la encontró intentando deshacerse de la cremallera del vestido de fiesta que había llevado para despedir a los invitados.
No era el voluminoso traje de novia, pero seguía siendo un diseño complicado de quitar, y sin la ayuda de la modista le resultaba incómodo alcanzar la parte de atrás. Se estiraba, pero sus dedos no lograban enganchar la tira.
-¿Te ayudo? -soltó Alejandro con una media risa.
¿De qué te ríes? -bufó Luciana, algo irritada—. Mejor ayúdame y ya.
Él no agregó nada más. Se acercó y deslizó la cremallera hasta abajo con facilidad. Sus ojos captaron de reojo la piel de Luciana, tan blanca y suave que parecía un mármol terso.
-Esposa mía… -murmuró, sintiendo cómo la garganta se le cerraba un poco. Rodeó su cintura y la atrajo, apoyando su mentón en su cuello, mientras su voz adoptaba un matiz ronco -. Ya te ayudé. ¿Cómo me lo piensas agradecer?
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