Capítulo 370
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Capítulo 370
-¿Te llevo directo a la cama?
-Ajá―admitió Luciana. Ya le dolían los pies, y total, ¿qué más daba?
La depositó en el colchón y ella se desperezó, frotándose la zona lumbar.
-Lo ves, todo tu culpa…
—Sí, toda mía–contestó él con una risita socarrona, encogiéndose de hombros.
-Entonces, si no vas a echarte, ayúdame un poco. Me duele la espalda.
Si tenía que cargar con la fama de “marido a las órdenes de su mujer“, pues lo haría bien. Sin protestar, Alejandro se sentó a su lado y empezó a masajearle la zona lumbar con movimientos
firmes:
-Tal vez no sea tan bueno como tú en esto, pero puedo al menos ayudar un poco.
-Mmm… sí, justo así… -susurró Luciana, cerrando los ojos con alivio, como un pequeño gato amodorrado.
Sin darse cuenta, se quedó dormida. Cuando volvió a abrir los ojos, casi era mediodía. Se levantó de un salto, con el corazón en la garganta.
-¿Por qué no me despertaste? -le reclamó a Alejandro, quien la observaba con toda tranquilidad.
-Ya sabes cómo es esto: si te despierto, te enojas conmigo por no dejarte dormir; si no te despierto, también te enojas —dijo él, alzando las manos con resignación—. De todos modos, no es tan tarde. El abuelo no se molestará, lo sabes bien.
Ella se apresuró a arreglarse, sin ganas de discutir.
Era el primer día tras la boda, y Luciana había escogido un vestido largo en un tono lila claro, casi rosado, que resaltaba su figura sin dejar de ser sencillo. En su dedo anular se veía el anillo cotidiano de la pareja, haciendo juego con el de Alejandro. Había recogido su larga cabellera a un costado en una trenza de espiga, dándole un toque más sereno y femenino en comparación con su estilo de coleta habitual.
A causa del embarazo, no llevaba maquillaje, solo un poco de crema iluminadora y bálsamo labial.
Alejandro la contempló con admiración; no pudo evitar un “vaya” mental ante su elegancia natural. De hecho, ahora apenas pensaba en aquel hombre que alguna vez le hizo daño a Luciana. Cada vez que la miraba, se preguntaba cómo se podía haber perdido alguien tan
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Capitulo 370
valioso.
—Lista anunció Luciana, acercándose a él y tomando su brazo.
Alejandro, en lugar de ofrecerle el codo, entrelazó los dedos con los de ella.
-Bien, vamos.
***
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Al llegar al salón privado, encontraron un ambiente muy animado. Salvador y los demás amigos cercanos de Alejandro seguían allí, charlando alto y bromeando. Martina y Vicente, los más cercanos a Luciana, cuchicheaban algo en un rincón.
-Oye, ¿por qué Salvador nos mira tanto? -se quejó Vicente, mirando de reojo.
-¿Quién? ¿Dónde? -preguntó Martina, intentando voltear, pero Vicente le sujetó la cabeza con suavidad.
-¡No veas! -protestó él, con un repentino arranque de “protector“.
-¿Por qué no?
-¿Acaso no es suficiente con verme a mí? —exclamó Vicente, casi serio.
Martina parpadeó y luego soltó una carcajada.
-Estás cada vez más engreído, ¿eh?
-¡No te rías! —dijo él, fingiendo una actitud digna-. Escucha, los amigos de Alejandro no son precisamente unos santos. Prefiero que no tengas mucho trato con ellos.
Ella, viéndolo tan serio, se contuvo y asintió:
-Tranquilo, desde anoche apenas he cruzado palabras con ellos.
—Bien. —Vicente alzó la mirada, lanzando una mirada retadora hacia Salvador. Este lo descubrió y, desconcertado al principio, acabó esbozando una sonrisa, como si todo fuera un juego. Acto seguido, volvió la vista a Martina, fijándose en sus mejillas regordetas con cierto interés.
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