Capítulo 378
Capítulo 378
I
+25 BONOS
El abuelo, complacido al ver la compenetración entre la pareja, se sintió seguro de obstinación había valido la pena.
que su
-Bien, muchachos -dijo Miguel, cuando ya lo habían acomodado-. Ahora sí déjenme descansar. Estoy agotado.
–
Perfecto -respondió Alejandro-. Descanse, abuelo. Mañana vendremos a verlo.
-Muy bien–asintió el anciano, satisfecho, al verlos partir.
De regreso en Rinconada, Luciana por fin pudo relajarse, pero Alejandro aún tenía que pasar por la oficina para revisar los asuntos urgentes de esos días. Antes de marcharse, la miró con
cariño:
-Hoy no estudies ni te esfuerces más. Descansa, ¿sí? Volveré temprano para cenar contigo.
-Está bien, lo prometo -contestó ella.
En cuanto se fue, Luciana hizo caso y se cambió de ropa para echarse a dormir una siesta, agradecida de no tener más presiones por el momento.
***
Al despertar, Luciana notó que ya eran casi las cinco de la tarde. Fuera, el sol comenzaba a bajar y un suave atardecer tiñendo el cielo de colores anaranjados. De pronto, sonó su teléfono.
Luciana bostezó y contestó sin mirar la pantalla.
-¿Hola?
-Buenas tardes, señora Guzmán —respondió una voz femenina—. Hablo de la clínica privada de maternidad, solo para recordarle que pasado mañana tiene cita de control prenatal. ¿Podrá asistir sin inconvenientes?
-Ah, sí -respondió Luciana, tras pensarlo un segundo-. No hay problema, gracias por avisar.
-No se preocupe, que esté bien. Hasta luego.
-Hasta luego.
Colgó y, justo entonces, la puerta se abrió. Alejandro entró a la habitación.
-¿Ya despertaste? -comentó él, sonriendo.
—Sí, acabo de abrir los ojos -respondió Luciana, bostezando-. ¿Llegaste temprano?
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Capítulo 378
-Solo fui a resolver algunos pendientes. ¿Tienes hambre?
Luciana negó con la cabeza:
-En realidad, no.
+25 BONOS
Alejandro observó
que
lucía algo adormilada todavía y preguntó:
-¿Te gustaría hacer algo especial? Puedo acompañarte.
-Quiero tomar un poco de aire–contestó ella, apuntando hacia la terraza—. Recién me levanto y siento la cabeza pesada.
-Perfecto.
Sin dudar, se inclinó para cargarla en brazos y la llevó hasta la terraza exterior. Había un par de sillones de mimbre donde se acomodaron, con Luciana recostada contra él. Aunque llevaban ya un tiempo viviendo en la casa Guzmán, era la primera vez que Luciana se permitía estar en la terraza con tanta calma, contemplando las flores que crecían allí.
-Mmm… -murmuró, señalando un macetero-. Mira, esas parecen mariposas.
-Exacto confirmó Alejandro, guiándole la mano-. Son flores conocidas como mariposas“.
((
-¿De veras? -exclamó ella con admiración-. Nunca las había visto. Pensé que no te gustaba nada tan… “rosita” o “femenino“.
Él apartó la mirada, recordando a alguien.
-No es que me encanten a mí -aclaró―. Son de una persona que… en fin, a ella le gustaban
mucho.
Luciana lo miró con curiosidad:
-¿“Ella“…? ¿Quién?
Con cierto titubeo, Alejandro admitió:
-Era una chica a la que conocí hace tiempo. Le fascinaban las mariposas, hasta usaba broches con forma de ellas.
Al instante, Luciana se imaginó que podría ser Mónica:
-¿Se trata de Mónica?
–
-No, no es ella -aseguró Alejandro, negando con la cabeza-. En realidad, no tiene nada que ver con Mónica.
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Capítulo 378
La intuición de Luciana se activó de inmediato. Sabía, sin saber cómo explicarlo, que esa persona fue importante para
él:
-¿Fue alguien a quien… amabas?
Él la miró a los ojos. Tras un breve silencio, asintió:
-Sí, así es. 4