Capítulo 382
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Capítulo 382
-¿En serio? -replicó Alejandro, sorprendido y complacido.
-Claro, ¿por qué habría de mentirte? Eres mi esposo; ¿acaso está mal que te quiera?
La lógica era aplastante, pero Alejandro todavía no terminaba de asimilarlo, así que indagó:
-¿Y… qué hay de Fernando?
Recordaba aquel episodio, cuando Luciana había afirmado que no volvería a amar a nadie de la forma en que lo hizo con Fernando. ¿Seguiría pensando igual?
Luciana se quedó en silencio. No sabía cómo responder; sus sentimientos hacia ambos hombres no podían compararse. Y, justo entonces, el mesero tocó la puerta:
-Señor Guzmán, señora Guzmán… ¿podemos servir la cena?
Luciana dejó escapar un leve suspiro de alivio, como si la hubieran salvado:
Sí, por favor, ya moría de hambre.
Enseguida, señora.
Alejandro se percató de que ella había evadido la pregunta, pero prefirió no presionarla más.
que, con el paso del tiempo, el recuerdo de Fernando se iría desvaneciendo hasta quedar
Pensó que, con
sepultado para siempre.
Por la noche, al volver a casa, Luciana se acomodó a su lado antes de dormir. Con la luz tenue, se acurrucó en su pecho y preguntó en un susurro:
-Mañana… ¿tienes mucho trabajo?
-¿Hmm? -Alejandro meditó un momento. Creo que no tendré nada urgente mañana.
Tras el ajetreo de la boda, sus pendientes se habían reducido un poco. Además, sin luna de miel de por medio, no quedaba muy bien que, recién casado, se la pasara llegando tarde a casa cada día.
Al escuchar eso, Luciana esbozó una sonrisa de alivio:
-Entonces, ¿podrás ir por mí otra vez?
Tenía su cita de control prenatal en la clínica de maternidad después de su turno en el hospital. Si Alejandro la buscaba al final de la jornada, podría acompañarla.
-Claro–respondió él, sin dudar-. Puedo ir a recogerte.
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Capítulo 382
Los ojos de Luciana se iluminaron con un brillo especial. Alejandro lo notó y se inclinó besarla:
¿Te entusiasma tanto?
-Sí–admitió ella con sencillez-. La verdad, sí.
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para
Tan fácil de complacer, pensó Alejandro. Parecía tan lista, pero resultaba bastante ingenua en cuestión de afectos. Quizá por eso había sido herida en el pasado… Al recordarlo, le entró una mezcla de ternura y deseo de protegerla.
***
Al día siguiente, Luciana comenzó su turno en la clínica por la tarde. Le tocaba un día de labores tranquilo, limitándose a supervisar y ordenar expedientes en el área de hospitalización. Durante el almuerzo, se reunió con Martina:
-Oye, ¿necesitas que te acompañe a la cita de maternidad? -ofreció ella mientras sorbía un poco de sopa.
-No hace falta -respondió Luciana-. Alejandro va a pasar por mí.
Martina la miró con picardía:
-Vaya, presumiendo de esposo, ¿eh?
-¿Y qué, no puedo? -replicó Luciana, alzando una ceja. —¿Y
-La verdad, me alegra que les vaya bien. -Martina suspiró con un dejo de emoción-. Hay tan pocos hombres dispuestos a aceptar un niño que no es suyo y, a la vez, tratarlo con afecto.
-Lo sé–dijo Luciana, con un matiz agradecido-. Haré todo lo que esté en mis manos para que esto funcione.
-Me parece perfecto. ¡Ánimo! -La animó Martina, chocando ligeramente el puño con el de
Luciana.
Regresaron luego a sus labores. Luciana se concentró en sus tareas hasta la hora de salida.
***
A eso de las cinco, Alejandro había concluido lo más importante en su oficina. Se disponía a salir cuando Eileen, la representante de Mónica, llamó a su teléfono.
-¿Señor Guzmán? -inquirió ella con cierto nerviosismo-. Disculpe, espero no incomodarlo.
Alejandro entrecerró los ojos, presintiendo que la llamada iba a ser sobre Mónica:
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-¿Sucede algo con Mónica?
-N–no, es decir… -Eileen se apresuró en contestar-. Por favor, no se alarme. Verá, hoy es el estreno de la nueva película del director Mendoza. Él me pidió que lo contactara para…
En ese momento, la voz de Mónica se escuchó de fondo, interrumpiendo:
-¡Eileen! ¿Estás llamando a Alex? ¡Te dije que no lo molestaras! 3