Capítulo 388
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Capítulo 388
Alejandro, solo y con la cabeza llena de pensamientos acerca de lo sucedido, decidió ir tras ella, intentando suavizar las cosas.
Se colocó a su espalda y se inclinó para abrazarla: -¿Ya otra vez con los libros? Me olvidé de preguntarte… ¿cenaste bien?
La cercanía le permitió a Luciana percibir un suave aroma femenino, probablemente de algún perfume impregnado en la ropa de Alejandro. Ella no usaba perfumes, así que todo apuntaba a que venía de Mónica.
-Sí, cené con Martina -respondió sin darle mayor importancia aparente, apartándose con delicadeza y retomando el bolígrafo para continuar con sus apuntes.
Él sintió su frialdad, pero no encontraba la manera de contentarla. Lo que debía decir ya lo había dicho, y había límites que no podía prometerse a cruzar.
-Ya es algo tarde -volvió a la carga, con voz más suave-. ¿Te parece si descansamos?
Luciana, sin molestarse siquiera en mirarlo, se limitó a contestar: -Ve tú. Quiero terminar estas dos páginas antes de acostarme.
No hubo más palabras. Alejandro la contempló un par de segundos y, al ver que ella no añadía nada, decidió marcharse: -Está bien.
Se fue al dormitorio y, luego de ducharse, encontró a Luciana recostada en la cama, mirando su celular. Con intención de abrazarla, se inclinó hacia ella, pero Luciana se giró al instante, esquivándolo. Dejó el teléfono en la mesita de noche y adoptó esa posición, dándole la espalda.
Detrás de ella, Alejandro frunció el ceño con frustración.
***
Aquella noche, Alejandro no pudo conciliar el sueño. Hasta la madrugada dio vueltas en la cama, durmiéndose ya casi al amanecer.
Al día siguiente, se despertó algo tarde y se sorprendió al ver que Luciana se había levantado antes que él y ya había desayunado. En ese momento, se dedicaba a estudiar en el despacho.
Después de terminar su desayuno, fue en busca de Luciana: —¿Quieres salir conmigo? ¿A qué hora terminas hoy en el hospital? Puedo pasar a buscarte…
El propósito era compensar el plantón de la noche anterior. Luciana, adivinando sus intenciones, sonrió pero negó con la cabeza: -No hace falta, hoy ni siquiera iré al hospital, así que no necesitaré a Simón. Puedes llevarlo contigo.
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Capítulo 388
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De nuevo esa barrera entre ambos. Aun así, Alejandro mantuvo la serenidad y la abordó con voz amable: -Estarás sola en casa, cuídate de no excederte. Regresaré temprano.
-De acuerdo. -Luciana no añadió nada más y volvió la mirada a sus libros, dando a entender que la conversación había terminado.
Se quedó un par de segundos en silencio, con el ceño fruncido. Luego salió, sintiendo una punzada de desconsuelo.
¡No era así como él deseaba que fuera su matrimonio! 2
***
Esa mañanà, Luciana se encerró en el estudio para repasar sus apuntes y poner en orden algunos materiales. Por la tarde, tenía planes de salir, aunque no se lo comunicó a Simón.
¿La razón? Iba a la clínica de maternidad a recibir la terapia nutricional que tanto insistió la doctora Benítez, y no deseaba que Alejandro lo supiera por ahora.
Después del mediodía, Luciana se colocó la mochila al hombro y salió de Rinconada con discreción. No llamó a ningún taxi; prefirió caminar hasta la parada de autobús y así encaminarse en transporte público hacia la clínica. El recorrido no era breve, pero planeaba descansar un poco en el trayecto.
Ya en el bus, casi se quedó dormida, hasta que, de pronto, un impacto sacudió la unidad. El frenazo fue tan brusco que Luciana se golpeó la frente contra el respaldo del asiento de enfrente. El dolor la despertó de golpe.
-¡Ay…! Se llevó una mano a la frente y la otra, de forma instintiva, a su vientre.
—
No sintió ninguna molestia en su abdomen, pero la frente le ardía, y notó algo húmedo en la palma. Al retirarla, descubrió que sangraba. Al parecer, el autobús se había detenido, y dentro todo era confusión: reclamos, gritos y hasta llantos de niños se mezclaban en la angustia.
-¿Qué sucedió?
-¡Hubo un choque más adelante! Nuestro bus rozó con el de enfrente.
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