Capítulo 39
-¡No! Luciana abrazó el cuaderno con fuerza, negándose rotundamente.
La expresión de Alejandro se ensombreció, claramente molesto. Pero no perdió la calma. Sabía que Luciana aún estaba enojada por el asunto de la pulsera, y era consciente de que él no había manejado bien la situación.
-Lo de la pulsera fue un error mío -admitió Alejandro, en voz baja y con cierto orgullo-. Pero también malinterpretaste las cosas. Desde el principio, era para ti.
Luciana se quedó sorprendida. ¿Acaso lo había oído bien? ¿Alejandro se estaba disculpando?
-¿Qué… qué dijiste? -preguntó, incrédula.
Alejandro se sintió incómodo.
-¡Si no escuchaste, olvídalo! -Fue todo lo que dijo. Su curiosidad por el cuaderno desapareció, reemplazada por la molestia.
-Sergio, vámonos – ordenó.
-Claro, primo–respondió Sergio, siguiéndolo rápidamente.
Cuando se marcharon, Martina se acercó a Luciana, mirando el cuaderno en sus manos.
-Ah, ¿es ese cuaderno? Recuerdo que solías dibujar a tu amigo de la infancia, ¿no?
-Sí–asintió Luciana. Era algo de hace mucho tiempo.
Mientras seguían recogiendo las cosas, Martina comentó:
-¿Nunca lo volviste a ver después de todos estos años?
-No–respondió Luciana, sacudiendo la cabeza.
-Bueno rio Martina-, después de tantos años, probablemente ni siquiera se reconocerían. La gente cambia mucho al crecer, especialmente los niños.
Luciana asintió, de acuerdo.
-Tienes razón. Supongo que solo teníamos un poco de tiempo juntos.
Con eso,
Luciana guardó el cuaderno en el maletín, terminando la conversación.
-¡Luciana! insistió Martina, siguiendo a su amiga-. Pero dime, ¿qué pasa entre tú y Alejandro? ¿Te gusta? ¿O a él le gustas tú?
Luciana puso los ojos en blanco.
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Capítulo 39
-¡Qué va! Estás imaginando cosas. Él ya tiene a alguien que le gusta, y la quiere mucho, muchísimo.
+25 BONUS
Luciana se enfrentaba a un problema importante: ¿qué hacer con las cenizas de su madre? No podía dejarlas en casa de Martina para siempre. Pero comprar un lugar en un cementerio no era fácil: además de ser caro, había muchas formalidades que Luciana, por ser joven, desconocía. Además, no tenía mucho dinero, lo que limitaba sus opciones.
Martina le sugirió:
-¿Por qué no le pides ayuda a Vicente? Para eso están los amigos, ¿no? Si no, mejor nos olvidamos de él.
Vicente, siendo un Mayo, tenía más recursos y conexiones que ellas.
Luciana no se negó.
-Sí, yo también estaba pensando en eso.
Así
que
decidió pedirle ayuda a Vicente. Él, sin dudarlo, le respondió:
-Luci, no te preocupes. Tu mamá es como mi mamá, me encargaré de todo y lo haré bien.
-Gra…
-¡Ni se te ocurra agradecerme! Somos amigos, ¿o no?
-Está bien.
Poco después, Vicente recibió una llamada de Fernando. Cuando respondió, su tono era
claramente molesto.
-¿Qué quieres? El señor Fernando, tan ocupado ahora que regresó del extranjero, ¿cómo es que tiene tiempo para llamarme?
Antes eran grandes amigos, pero la situación con Luciana los había distanciado.
-Vicente -Fernando suspiró con una mezcla de risa y resignación. ¿No podemos hablar como amigos? Después de todo, fuimos hermanos…
-¡Ni lo pienses! -Vicente estaba firme en su postura-. ¡Yo no tengo nada que ver con un traidor como tú!
-Vicente, siempre he amado a Luciana, eso nunca ha cambiado.
Vicente se quedó en silencio un momento antes de explotar.
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Capitulo 39
+25 BONUS
-¡No digas tonterías! ¿Llamas a eso amor?
Fernando continuó:
-Sé que cometí un error. He pasado cada día de estos años arrepentido. Vicente, ayúdame. Perdí mucho tiempo, pero quiero pasar el resto de mi vida haciendo las cosas bien con ella.
Vicente, a pesar de todo, no pudo evitar sentirse conmovido.
-¿Podrías dejar de hablar como en una telenovela? ¡Es insoportable!
-Está bien —dijo Fernando con una sonrisa antes de cambiar de tema—. Sobre el lugar para la tumba de la madre de Luci, ya lo conseguí. Déjame encargarme de eso. En mi corazón, la madre de Luci es como mi propia madre.