Capítulo 397
Por su parte, Mónica lo observó con un brillo de nostalgia.
-Alex, tú. aún no puedes olvidarme, ¿cierto?
Él se quedó callado un par de segundos. Con determinación, sujetó la muñeca de Mónica para despegar su mano de la de él. Ella se quedó atónita, como si el mundo se derrumbara de golpe.
-¿Alex? -musitó con voz rota.
–Mónica, estoy casado -respondió él con firmeza. No importaba lo que hubiera sucedido antes; ahora su compromiso era con su matrimonio y con su esposa.
Mónica de pronto se cubrió el rostro con ambas manos, soltando un llanto ahogado. A Alejandro se le estrujó el corazón al verla así, pero había cosas que no podía callar.
-De ahora en adelante, arregla tus asuntos con Sergio. Llámalo cuando necesites algo; él se encargará de todo -dijo con tono firme, dejando claro que ya no debían buscarse
directamente.
-Alex… -susurró ella, apartando las manos de su cara. Entonces lo miró fijamente y, con una solemnidad que estremecía, preguntó―: ¿Alguna vez… sentiste algo por mí?
Alejandro se quedó helado, incapaz de responder.
-A estas alturas, ¿de verdad vale la pena que preguntes eso?
-¡Claro que sí! Necesito que me lo digas -insistió ella con la voz quebrada, mientras sus ojos se llenaban de venas rojas. ¿Sí o no?
La expresión de Alejandro permaneció en un mutismo total. Ante su silencio, Mónica sintió cómo su corazón se iba reduciendo a cenizas. Sus labios temblaron.
-Entonces… ¿nunca me quisiste?
Alejandro, consciente de que cualquier respuesta sería inapropiada, prefirió no negar ni
afirmar.
-Lo siento. Sé que te fallé -murmuró al final. Pero, pase lo que pase, si alguna vez necesitas ayuda, cuenta conmigo. Haré lo que esté a mi alcance.
Tras dedicarle una última mirada, se dio la vuelta y se marchó. A sus espaldas, Mónica se mordió los labios, conteniendo el llanto hasta que se hizo más desgarrador.
Sin detenerse, Alejandro apuró el paso mientras sacaba su teléfono para llamar a Luciana. Pero justo entonces la vio cerca de la puerta este, sacudiendo la sombrilla para quitarle el exceso de
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+25 BONO!
Capítulo 397
agua. Su corazón dio un brinco, y fue directo hacia ella.
-Luciana… la llamó, intentando sonar tranquilo.
-¿Mmm? -respondió ella, alzando la mirada para sonreírle-. Vaya lluvia, ¿verdad?
Él asintió, imaginando si habría llegado hace un minuto o llevaría allí un rato. ¿Lo habría visto hablando con Mónica? Sin decir más, le tomó la sombrilla y rodeó sus hombros con un brazo.
—¿Para qué la sacudes tanto? Igual tendremos que usarla ahora que vayamos a ver a mi abuelo.
Abrió la sombrilla y sintió un gran alivio de que para llegar al edificio VIP no tuvieran que atravesar todo el lobby. Era mejor que Luciana no se topara con Mónica, o la situación se complicaría. De hecho, por cómo actuaba Luciana, parecía que no había visto nada. Aunque él no había hecho nada malo, dudaba que ella lo creyera tan fácilmente. 1
-Vamos —dijo, sujetándola con cuidado mientras salían a la lluvia.
Sin embargo, no pudo evitar echar un vistazo atrás. En el vestíbulo, Mónica ya no estaba, y él exhaló un leve suspiro de alivio.
-¿Qué tanto ves? -bromeó Luciana, imitando su gesto para mirar en la misma dirección.
-¿Yo? Nada -respondió él fingiendo no entender, mientras se ponía en marcha.
Luciana pensó para sí: Claro que sé lo que buscabas con la mirada. Estabas pendiente de la persona que realmente ocupa tu corazón… Tanto que te costó apartarte, y ahora pareces tan aliviado de que yo no los haya encontrado juntos. 1
Su mirada se oscureció un instante, sintiendo una punzada de dolor en el pecho.
***
Aquella noche, Luciana regresó a casa después de visitar a Miguel. Había cenado con él y conversado largo rato antes de despedirse. Todavía era relativamente temprano, así que se metió en el estudio para leer un poco.
Alejandro, por su parte, se fastidió de estar solo y fue a buscarla.
-Recién nos casamos, estamos en plena luna de miel. Pasa un rato conmigo. Después, cuando me atiborre de trabajo, no tendré tiempo para nada.
Luciana cerró el libro y lo observó con cierta curiosidad.
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