Capítulo 398
«¿No extrañará a Mónica?» Pensó que era extraño verlo tan cariñoso, desempeñando el papel de esposo modelo. «¿De verdad habrá gente capaz de querer a dos personas al mismo tiempo?>> Ella, definitivamente, no podría.
-Está bien, dame solo un minuto cedió al fin-. Quiero terminar esta página y te acompaño.
-Claro, no hay prisa -aceptó Alejandro, comprobando que, en efecto, a Luciana le faltaban solo unas cuantas líneas.
Mientras la esperaba, se puso a examinar los libros en el estante con curiosidad. Ella finalizó su lectura y se acercó.
-Listo, terminé. -Luciana estiró los brazos, como quien se libera de la concentración.
-Perfecto respondió él, cerrando el ejemplar que tenía en las manos. Al devolverlo a su lugar, algo cayó de entre sus páginas, como un marcapáginas.
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-¿Qué fue eso? –preguntó Luciana, agachándose por instinto para recogerlo.
-No te muevas–la detuvo Alejandro, mirándola con desaprobación-. Tu barriga ya está más grande, ¿cómo se te ocurre agacharte? ¿Cómo va a salir este bebé adelante si su mamá no se cuida? Menos mal que su papá sí es responsable.
<<¿Acaba de decir su papá?» pasó por la mente de Luciana, y al instante sintió un ligero calor en las mejillas. <<<¿Se refería a sí mismo?»>
Alejandro se inclinó a recoger el objeto, sosteniéndola a la vez con su otra mano. Al
incorporarse, soltó una leve risa.
-Vaya, no es un separador de libros… es un certificado de joyería.
-¿En serio? A ver, muéstramelo. -Luciana tomó la hoja con curiosidad. Efectivamente, se trataba de la documentación de una pieza en forma de mariposa.
-Ah, ya veo: una mariposa… —recordó Luciana. No era una mariposa real, sino un broche con esa forma. Enseguida le vino a la mente la conversación que habían tenido días atrás: la chica que adoraba las mariposas, la “novia” de Alejandro para quien él había comprado un accesorio con esa misma figura.
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-Sí–corroboró él, rodeando a Luciana con un brazo y apoyando la barbilla en su hombro-. Este broche se lo regalé a ella. No sé por qué el certificado está aquí, en mi casa. Tal vez lo olvidó o algo así.
–Vaya, señor Alejandro Guzmán… -bromeó Luciana, señalando la cifra en el papel-. ¿Desde chiquito tuviste tanto dinero? Mira cuántos ceros tiene este precio… uno, dos, tres… 2
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Capítulo 398
+25 BONO!
Alejandro, divertido al verla contar, se inclinó para besarle la mejilla.
-Crecí sin carencias, es verdad. Pero mi abuelo siempre fue muy estricto conmigo. A los trece años ya me exigía que ganara mi propio dinero.
-¡Guau!
Luciana, con el certificado en la mano, se asombró-. Una sola pieza de joyería con seis dígitos. ¡Está carísima!
-Sí, tengo entendido que es una antigüedad, por eso el valor tan alto.
-Caramba… -exclamó Luciana, dejando escapar un ligero suspiro. Luego lo miró con curiosidad. Entonces empezaste a trabajar tan joven… veo que eres mucho más capaz de lo que imaginaba.
Había escuchado que las familias adineradas cuidaban mucho la educación y disciplina de sus herederos. Al parecer, era cierto. Sin poder evitarlo, su expresión reflejó cierta admiración, lo que él notó de inmediato.
Sonriendo, Alejandro la atrajo más hacia sí.
-Pues todo lo que he hecho y todo lo que tengo… ahora también es tuyo. ¿Te hace feliz?
-¡Ja, ja! -soltó ella una carcajada—. Sí, claro que sí.
A fin de cuentas, Luciana lo tomaba más como una broma. Eso de que todo lo de él fuera suyo no era algo que se creyera al pie de la letra; simplemente no era momento de tomarse el asunto demasiado en serio. 3
De pronto, se acordó de algo y empezó a reírse sola.
-¿Se puede saber de qué te ríes ahora? -preguntó Alejandro, confundido.
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