Capítulo 399
+25 BONO
-Dame un segundo… -respondió Luciana, agitando la mano mientras trataba de contener las risas. Cuando por fin se calmó, lo miró con una expresión llena de intención. ¿Te has puesto a pensar qué pasaría si, en algún momento, “ella” regresara? ¿Qué harías?
-¿Ella? —Alejandro se quedó un instante pensativo y luego negó con una risa un tanto incrédula-. Es imposible, no va a volver.
-¿Tú crees? —Luciana alzó un dedo y lo apoyó en su pecho-. Tú debes de tener, ¿qué?, ¿ veintiséis, veintisiete años? Esa “Mariposita” de tu infancia seguramente es más joven que tú. La vida es larga; ¿cómo puedes estar tan seguro de que no aparecerá de nuevo?
El semblante de Alejandro se tornó poco a poco más serio.
-Solo estaba bromeando… -continuó ella, dibujando círculos con el dedo en su pecho-. Nada más imagina: si llega a regresar, ¿en qué lío te meterías? Ya estás atrapado entre Mónica y yo… ¿te imaginas el caos cuando reaparezca la auténtica “Mariposita“? Seguro que ni sabrías qué hacer con nosotras dos, y menos con ella.
-Basta —murmuró Alejandro, sujetándole la mano para detener aquellos círculos juguetones
No le veo nada de gracioso.
–
Se puso tan serio que Luciana se sobresaltó y soltó su mano de inmediato.
-Tranquilo… Solo bromeaba. ¿Por qué te pones así?
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Al ver que su mano quedaba libre, él se inclinó y rodeó su cintura con firmeza.
-Porque no me gusta -soltó con voz grave—. No me agrada que hagas ese tipo de bromas.
Lo enfurecía que Luciana hablara con tanta ligereza sobre él y “otras mujeres,” como si a ella no le importara en lo absoluto. Como si a ella le diera exactamente lo mismo su cercanía, su afecto… su todo.
Luciana, encogiéndose de hombros, murmuró:
-De acuerdo, lo entiendo.
<<Esta mujer sin corazón…», pensó Alejandro con algo de fastidio. El siguiente segundo, la alzó en brazos de golpe, con una chispa casi retadora en la mirada.
-Tenía la intención de dejarte descansar unos días, pero veo que te sobra energía. ¿Qué te parece si “peleamos” un rato? (3
-¿Eh? -soltó Luciana, completamente aturdida por la súbita propuesta.
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Capitulo 200
***
*26 RONOS
Al día siguiente, Luciana fue a la cafetería del hospital para almorzar y, en ese momento, se topó con Ricardo. En realidad, él la estaba buscando a propósito.
-Luciana… la llamó con un tono que reflejaba cautela. No vestía la bata de hospital y, a diferencia de otras veces, no se presentó ante ella como “tu padre.”
Luciana se sorprendió por un instante.
-Como gustes respondió. Después de todo, la cafetería no era de su propiedad; cualquiera podía sentarse. Además, si Ricardo la estaba buscando, seguro traía algo entre manos.
-Ah, bien…
murmuró él, sentándose frente a ella. Echó un vistazo al plato de Luciana–¿ Nada más vas a comer eso?
A Luciana le incomodaba la pregunta. Tenía que comer porciones pequeñas varias veces al día, sobre todo por el bebé, pero no estaba dispuesta a darle explicaciones a Ricardo.
-¿Y a ti qué te importa? -replicó con fríaldad-. ¿Qué quieres?
Suponía que vendría a insistir con el asunto de la donación de su hígado.
-Bueno, verás… -Ricardo se frotó las manos, nervioso-. La casa ya está completamente remodelada. Cuando puedas, necesitaría que lleves tus documentos para hacer el trámite de
traspaso…
Luciana se quedó atónita. ¿Acaso no había oído mal? ¿De verdad pretendía darle esa propiedad? Ella dudaba mucho de su repentina “generosidad.”
-Vaya… —soltó con una risa sarcástica. ¿Cómo está eso de que, si no estoy dispuesta a venderte” mi hígado, piensas comprarlo a la fuerza?
-¡No… no es eso! -exclamó Ricardo con voz temblorosa, alzando las manos. ¡No lo interpretes así! Esa casa estaba prometida para ti desde el principio.
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Luciana negó con la cabeza, mirándolo con desdén. Al ver su reacción, Ricardo, cada vez más agitado, sacó su billetera y puso una tarjeta bancaria frente a ella.
-¿Ahora con qué sales? -preguntó Luciana, frunciendo el ceño.
-Es… una tarjeta, o sea, dinero. Temeroso de que ella no la aceptara, habló muy rápido-.
Es para ti y para Pedro. Él piensa irse al extranjero, tú también necesitas continuar tus estudios
…
todo eso cuesta mucho. Aquí tienes suficiente para cubrirlo. 4
-¿Ah, sí? -se burló Luciana. De pronto, dejó su bandeja a un lado y apoyó ambas manos
sobre la mesa. 16
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