Capítulo 404
+25 BONOS
Capítulo 404
Reflexionó un instante y dejó la cuchara en el plato.
-Amy, por favor, ten la cena lista. Voy a intentar hablar otra vez con él, aunque no prometo nada.
-¡Por supuesto que funcionará! -La mirada de Amy se iluminó-. Estoy segura de que el señor está esperando que lo convenzas.
Tras dar el último sorbo de sopa, Luciana subió las escaleras. Al igual que antes, llamó a la puerta.
—¡Lárgate! —gritó una voz masculina desde dentro, aún más alterada que antes.
Ella vaciló unos segundos, pero decidió entrar. Lo primero que vio la dejó impactada: el estudio estaba hecho un desastre, como si hubiera pasado un huracán. Vaya escena, pensó con el corazón acelerado.
En un rincón del sofá estaba Alejandro, sosteniendo un cigarrillo sin encender entre los dedos de la mano izquierda y un encendedor en la derecha, abriendo y cerrando la tapa como si dudara dar la primera calada. Luciana recordó que él nunca fumaba delante de ella, sobre todo por su embarazo. Esa consideración hizo que el enojo que sentía se ablandara un poco.
Avanzó con cautela hasta quedar frente a él.
-Está bien… fue mi culpa. ¿Vamos a cenar, sí?
—¿Ah, sí? —soltó con una risa burlona-. ¿En qué crees que te equivocaste?
Luciana tragó un leve suspiro.
-Sobre Ricardo… no tenemos ninguna relación de pareja ni nada que se le parezca. Y tampoco la tendremos nunca.
-¿Cómo? -Alejandro frunció el ceño.
-¿No es obvio? -Ella esbozó una sonrisa triste-. Él no es más que alguien de mi pasado, un … “pariente,” podría decirse. Pero no existe la clase de contacto sucio que imaginas. 1
Alejandro se la quedó mirando, perplejo.
-¿En serio?
-Sí–contestó Luciana con firmeza-. He sido transparente contigo en todo lo que respecta a mi embarazo e incluso con Fernando. No tiene sentido que te mienta justo en esto. 1
Él meditó un segundo, reconociendo que, en parte, sus palabras tenían sentido.
1/2
Capítulo 404
+25 BONOS
-¿Y entonces ustedes…? -Alejandro seguía desconfiado, convencido de que había algo raro en la relación de Luciana con Ricardo y su familia. 1
–
¿No me crees? -inquirió Luciana, esbozando una sonrisa tensa mientras apoyaba la mano en su vientre-. Puedo jurarlo por mi bebé: si estuviera mintiendo…
La frase quedó inconclusa, pues Alejandro le cubrió la boca con la mano, frunciendo el ceño.
-¡Ya basta! ¿Crees que puedes jurar sobre el bebé? No vuelvas a decir semejante cosa.
Luciana también se dio cuenta de que se había precipitado; agradecía que él la hubiera detenido. <<A pesar de su carácter áspero, en el fondo es un buen hombre», pensó ella. <<Puedo ceder un poco y tranquilizarlo».
-Es mi culpa. -Suspiró suavemente-. Dime, ¿qué debo hacer para que confíes en mí?
–
-Ven acá. Alejandro esbozó una media sonrisa, arrojó el cigarro y el encendedor a un lado y dio una palmada sobre su muslo-. Siéntate aquí.
—¿Qué…..? —Luciana se quedó atónita. Aunque ya habían compartido momentos de intimidad, le parecía demasiado que él la invitara a sentarse en su regazo así nada más.
-¿No quieres? -insistió Alejandro.
-No es eso… Con un ligero rubor, Luciana se acercó y se acomodó con torpeza sobre él. Para no perder el equilibrio, rodeó con los brazos el cuello de Alejandro.
-¿Ahora sí me crees? -preguntó ella, incómoda.
-Digamos que sí… -respondió él con fingida resignación. La sostuvo de la espalda y pegó su frente a la de ella-. Sea lo que sea ese tipo, no necesitas su ayuda, ¿entendido? Prefiero que no lo veas más. ¿Puede ser?
Luciana no pudo evitar sonreír ante su desmedida posesividad.
-De acuerdo. A fin de cuentas, ella tampoco quería encontrarse con Ricardo.
Alejandro acercó su rostro al de Luciana, apoyando su mentón en la curva de su cuello.
-Eres mi esposa. Tu presente y tu futuro son solo míos.
Y antes de que ella pudiera contestar, él le sujetó la nuca para besarla con intensidad.
-Mmm… -gimió Luciana, sorprendida.
-Cierra los ojos -le susurró-. Bésame.
2/2