Capítulo 41
Capítulo 41
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«¿Qué? ¿La hizo ella?» Alejandro, asombrado, volvió a mirar la camisa con otros ojos, de repente mucho más apreciativa.
-¿Dices que la cosiste tú, puntada a puntada? -preguntó, aún sin creerlo del todo.
-Sí–respondió Luciana, mordiéndose el labio con un poco de vergüenza.
Su madre, Lucy, había sido diseñadora de moda, y aunque había fallecido cuando Luciana era muy pequeña, Luciana había aprendido a coser desde que apenas podía caminar. La habilidad estaba en su sangre; hacer una camisa no era ningún desafío para ella.
Aunque Alejandro mantuvo una fachada serena, por dentro estaba sorprendido. ¡Realmente la había hecho ella! Cada puntada, cada costura…
Luciana, observando su expresión, añadió con voz suave:
-Lamento haberte gritado la otra vez.
No podía explicarle que se sentía incómoda por haber usado su dinero y que, por eso, había querido hacer algo por él. Solo podía usar esa disculpa como excusa.
Pero esas palabras fueron como tenderle una cuerda a Alejandro para que pudiera descender con gracia. Un buen hombre siempre aprovecha una oportunidad así.
-Olvídalo -respondió Alejandro, alzando una ceja con indulgencia-. ¿Cómo podría un hombre como yo enojarse contigo?
-Entonces… -Luciana señaló la camisa-. ¿La usarás?
-Déjala ahí -dijo Alejandro, fingiendo desinterés mientras se negaba a mirarla directamente –. Ya tengo mucha ropa.
-Oh–murmuró Luciana para sí misma, resignada. Ya lo sospechaba; probablemente la camisa terminaría olvidada en algún rincón del armario. Pero no podía permitirse algo más
costoso.
-Voy a seguir trabajando añadió antes de salir.
Poco después, Sergio entró en la habitación.
-Primo, aquí está el proyecto que acaba de llegar…
Se interrumpió al ver la camisa-. ¿Eh? ¿
Qué hace una camisa aquí? -dijo, estirando la mano para apartarla.
-¡No la toques! -La advertencia fue rápida, cargada de una ira contenida.
-¿Qué? -Sergio se quedó atónito.
Capitulo 41
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Alejandro, con los ojos entrecerrados, tomó la camisa él mismo. T
-Dije que no la toques.
Sergio observó a su primo. Alejandro mantenía la mirada baja, su rostro apuesto ensombrecido por una expresión seria. Pero entonces, notó algo sorprendente: una leve sonrisa comenzaba a formarse en los labios de Alejandro. ¿Alex… sonriendo?
En la casa de los Herrera, Mónica estaba quitándose el maquillaje, preparándose para tomar una ducha, cuando su madre entró y dejó dos boletos sobre la mesa frente a ella.
-Mamá, ¿qué es esto? -preguntó Mónica, intrigada.
-¿Es que no sabes leer? -Clara le dio un pequeño golpecito en la frente con el dedo, frunciendo el ceño-. Este Alejandro… no entiendo cómo es que no sabe cómo cortejar a una chica. Ni siquiera se le ocurre invitarte a salir de vez en cuando. Al final, parece que me toca a
mí, su futura suegra, preocuparme por eso.
-Tú sabes que él está muy ocupado, y además, recientemente se lastimó -respondió Mónica con despreocupación, mientras examinaba los boletos-. ¿Una exposición de arte? ¿Quieres que vaya con Alex?
—¿Y quién más sería? —Clara golpeó la mesa con los dedos, con impaciencia-. Tienes que poner más de tu parte. Me he enterado de que ese señor tiene una vida muy limpia; antes de ti, ni siquiera tenía novia y no anda en cosas raras. Un hombre como él, cuando se enamora, cuida mucho a su mujer, y no se separa fácilmente.
-Entendido -dijo Mónica, aunque internamente se preguntaba: «¿realmente me cuida tanto? Sí, lo hace, pero… no del todo.» Sentía que la forma en que Alejandro la trataba era más formal que afectuosa.
Mónica decidió que debían
Alejandro no se negó.
pasar más tiempo juntos, así que lo invitó a la exposición de arte.
-Está bien, tengo tiempo -respondió.
Su herida ya no era un problema, y acompañar a su novia era parte de sus responsabilidades. Al día siguiente, mientras salían para la exposición, Luciana los vio.
-¿Otra vez escapándote? Los pacientes hospitalizados no pueden salir sin permiso le dijo Luciana, atrapándolo en el acto, lo que hizo que Alejandro se sintiera un poco incómodo.
Sergio, con una sonrisa, intentó mediar:
-Luci, la novia de Alex lo invitó a salir, no le quedaba de otra.
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De repente, Alejandro le lanzó una mirada fulminante, y Sergio sintió un escalofrío recorrerle el cuello. «¿Qué dije mal?»>1
-Ah, ya veo
dijo Luciana con una sonrisa. Eso es importante, así que haré de cuenta que
no vi nada. Que te diviertas con tu novia.
Sonrió y se alejó sin más.
<<<Ella realmente no le importa», pensó Alejandro.
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