Capítulo 413
Alejandro guardó silencio un momento, pensativo, y luego respondió:
-Iré personalmente.
a
Necesitaba verlo con sus propios ojos, fuera o no la persona que había esperado tantos años. Con la mano, rozó el anillo que llevaba en el dedo anular izquierdo. «Si lo es», pensó, <<podré cerrar este capítulo pendiente. Y si no lo es, me rendiré… y dejaré de buscarla para siempre.>>
***
Siguiendo la ubicación que recibió Sergio, ambos se dirigieron a una zona turística en las afueras de Muonio. La cita era en una cafetería del lugar, bastante concurrida por los visitantes. Tal vez la otra persona se siente más segura rodeada de gente, pensó Alejandro.
—Primo —dijo Sergio al entrar al salón principal—, la persona insistió en que no fuera en un salón privado, sino aquí afuera.
-De acuerdo -respondió Alejandro sin oponerse-. ¿A qué hora llega?
Sergio tomó asiento en una mesa y sacó el teléfono.
-Le enviaré un mensaje para indicarle en qué mesa estamos. Cuando lo reciba, vendrá a buscarnos.
Tras enviar la información, se dispusieron a esperar. Había mucha gente, las voces se mezclaban creando un ambiente bullicioso, poco propicio para una conversación confidencial. Alejandro cerró los ojos un momento, intentando aislarse del ruido.
Unos veinte minutos después, el celular de Sergio vibró.
-¡Primo, llegó!
Inmediatamente, Alejandro abrió los ojos. Vieron a una joven con gorra, lentes oscuros y una mascarilla que caminaba con prisa hacia ellos. La chica, al ubicarlos, corrió los últimos metros; aunque llevaba la cara casi cubierta, se notaba cómo respiraba con dificultad tras la carrera.
-Ustedes… ¿son? -preguntó ella con la voz agitada.
–
-Sí Sergio se incorporó-. Yo soy quien se contactó contigo en línea. -Miró de reojo a Alejandro antes de continuar-. Dime, ¿tú perdiste un broche con forma de mariposa?
-Sí… admitió ella con lentitud-. Un segundo…
–
La joven se quitó primero la gorra y luego los lentes. Fue en ese momento cuando Sergio y Alejandro notaron que se les hacía conocida. Finalmente, se quitó también la mascarilla.
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Capítulo 413
+25 BONOS
Alejandro entrecerró la mirada, mientras Sergio exclamaba sin poder contenerse:
-¡Eileen!
La propia Eileen lucía perpleja y nerviosa.
-¿Señor Guzmán? No esperaba que fuera usted… ¿Cómo es posible?
Con el gesto adusto, Alejandro señaló la silla frente a él:
-Hablemos sentados.
-Ah… bien ella obedeció y tomó asiento.
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Sergio le sirvió un vaso de agua, que ella bebió con agradecimiento. Alejandro la observaba sin mostrar mucho en el rostro, pero ya estaba claro que Eileen no podía ser su anhelada “ Mariposita“; la diferencia de edad saltaba a la vista. Ella debía rondar la treintena, de hecho, quizá era un poco mayor que él.
Dejándola tomar un par de sorbos, Alejandro lanzó la pregunta de forma directa:
-Entonces, ¿el broche de mariposa que se perdió era tuyo?
-Mmm… señor Guzmán… -Eileen dejó el vaso de agua en la mesa, tomando un respiro antes de hablar. Sí, efectivamente fue así. Hace poco llevé mi auto al servicio, así que ese día tomé el metro. Justo esa vez, me robaron.
<<<<Con eso coincide la versión del tipo que revendía el broche en el mercado negro», pensó Alejandro sin inmutarse en apariencia, aunque sentía la decepción apretándole el pecho. «<Una vez más… un callejón sin salida.»>
No podía explicarse cómo un objeto que él había regalado a “Mariposita” había ido a parar a manos de Eileen. Ni sabía cuántos dueños intermedios habría tenido, pero al final, qué más daba… Antes de venir, ya había tomado la determinación de que esta sería la última vez que lo intentaría. Si el destino no quería unirlos, prefería aceptar la realidad.
Miró a Sergio y le indicó con un gesto:
-Si el broche es de ella, reembolsa el valor correspondiente.
-Claro, primo. -Sergio se volvió hacia Eileen-. Señorita Eileen, podemos ofrecerle una compensación basada en el precio de mercado, ¿le parece bien?
-¿Compensación? -repitió Eileen, sorprendida-. No creo que sea apropiado. Después de todo, no fue el señor Guzmán quien lo robó. Ustedes también pagaron algo al comprarlo en la reventa, ¿cierto? 3
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