Capítulo 414
-No se preocupe insistió Sergio con seguridad-. No queremos que usted salga perdiendo.
Para Alejandro, ese dinero no significaba nada. Sin embargo, Eileen se quedó pensativa, luego clavó la mirada en él.
-Señor Guzmán, ¿puedo saber por qué se interesó en adquirir precisamente este broche de mariposa?
Alejandro, sin responder, se puso de pie:
-No es asunto tuyo. Acepta la compensación y listo.
Empezó a caminar hacia la salida.
-¡Espere! -exclamó Eileen con prisa-. ¡Señor Guzmán, por favor, escúcheme un momento!
Alejandro frenó en seco, frunciendo el ceño:
-¿Ahora qué?
-Verá… -Eileen se apresuró a explicar-. Todavía no he terminado lo que iba a decir. Ese broche, aunque se haya perdido en mis cosas, no era mío.
Alejandro sintió un estremecimiento y bajó la mirada hacia ella. Cada palabra salió de sus labios con lentitud y firmeza:
-¿Entonces a quién pertenecía?
–Señor Guzmán… -Eileen esbozó una sonrisa con cierto fastidio-. Piense que estaba en mi estuche de maquillaje. Si no era mío, solo podía ser de alguna de mis artistas.
Las “artistas” de Eileen… Tenía varias bajo su gestión, pero sabía de sobra quién era su mayor apuesta. «<La respuesta salta a la vista». El pulso de Alejandro se aceleró; no quería imaginar nada, ni atreverse a suponer.
-Habla ordenó, con voz ronca.
-Sí, señor -Eileen se dio cuenta de la tensión. El broche pertenecía a… Mónica. 5
<<<Mónica.>>
<<<Mónica.>>>
El nombre resonó como un eco en la mente de Alejandro. «¡Entonces era de ella!>> Se forzó a cerrar los ojos con fuerza. «Si es de Mónica, su edad coincide… coincide con la edad de Mariposita.“>>
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-Señor Guzmán… -se atrevió Eileen a preguntar con cautela-. ¿Quiere que hable con Mónica? ¿Le gustaría verla?
<<¿Verla?»
Al abrir los ojos, Alejandro comprendió que nunca imaginó salir de ahí con esa información. <«<¿ Y si Mónica fuera realmente “Mariposita“?»
-Señor Guzmán… -Eileen miró a Alejandro, esperando una reacción-. Mónica está aquí mismo, ha venido para grabar un comercial.
<<¿Mónica está aquí?» De pronto, aquello no parecía tan extraño, considerando que Eileen se encontraba en el lugar.
Sin embargo, Alejandro no dijo nada; no se opuso. De alguna forma, deseaba verla para averiguar si Mónica sería realmente “Mariposita.” Tenía la determinación de confirmarlo y
nada más. 4
-Señor Guzmán, por favor, deme un minuto. -Eileen no aguardó respuesta, tomó su teléfono y se apartó para hacer una llamada.
Alejandro se mantuvo en silencio. «Sí, la veré… Solo para confirmar.>>
Sergio, que lo conocía bien, se inclinó un poco y le habló en voz baja:
-Primo, si la señorita Soler viene, tal vez sea mejor cambiar a un lugar más tranquilo. Aquí hay demasiada gente y Mónica es una figura pública. Sería demasiado llamativo.
-De acuerdo -respondió Alejandro, asintiendo—. Haz lo que consideres necesario.
–
-Está bien. Sergio se acercó a Eileen, aprovechando que ella seguía al teléfono—. Señorita Eileen, preferimos un lugar más privado.
Claro, claro, como usted guste. -Eileen lo entendió de inmediato.
Luego habló con Mónica al teléfono-. Mónica, ya mismo te envío la dirección. Deja lo que estés haciendo y ven de inmediato, ¿sí? ¡Te lo suplico! Si no vienes, iré a buscarte yo misma.
Aunque Eileen no comprendía por completo la situación, sentía que este broche podía ser un punto de inflexión para Mónica y el señor Guzmán.
Siguiendo las indicaciones de Sergio, se dirigieron a un tranquilo jardín privado, lejos del barullo turístico. Alejandro se sentó con serenidad y cerró los ojos un momento, presionando suavemente los puntos de la frente para relajarse. Eileen había salido a recibir a Mónica.
Al poco rato, se escucharon pasos acercándose desde el exterior.
¡Ya llegamos! —anunció Eileen—. Mónica, ¿qué haces? ¡Apúrate! No, espera, mejor ve
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despacio. Tranquila, no es para tanto…
-Ay, Eileen… ¿quieres que vaya rápido o despacio? -replicó Mónica, con un suspiro divertido –. Además, ¿por qué tanto misterio? ¿A quién se supone que voy a ver?
Al oír esa voz, Alejandro se puso de pie de inmediato, sin apartar la mirada de la entrada. 2
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