Capítulo 416
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Capítulo 416
Sergio cumplió con la entrega, asegurándole que ella lo había recibido de su propia mano. Con eso, Alejandro partió tranquilo al tratamiento.
Su ceguera había durado alrededor de medio año, y la recuperación en el extranjero se prolongó otro medio año. Finalmente, lo lograron: volvió a ver. Él atribuyó parte de esa buena fortuna a la presencia de “Mariposita,” como si su cariño hubiera obrado un milagro.
En cuanto se recuperó, lo primero que hizo Alejandro al volver fue buscarla. Sin embargo, la casa vecina estaba vacía, y nunca más hubo rastro de “Mariposita.” Pasaron varios años sin
que
ella regresara.
Ese recuerdo volvió con fuerza. Ahora, Alejandro miraba a Mónica acercarse, sintiendo un nudo en la garganta y el ardor de la emoción acumulada. Con cuidado, como temiendo asustarla, sacó el broche de mariposa y lo extendió frente a ella, despacio.
Mónica miró el broche con asombro.
—¿No se suponía que estaba perdido? ¿Por qué lo tienes tú?
-El broche… siempre ha sido mío -respondió Alejandro, sin atreverse a decir mucho más.
Si en verdad Mónica era “Mariposita,” ella entendería el significado de esas palabras. El tiempo pareció detenerse; el ambiente se volvió silencioso.
Mónica lo miró con incredulidad. Abrió la boca varias veces sin saber qué decir. Al final, tragó saliva y preguntó en voz baja:
-¿“Espérame, regresaré“…?
La frase sonó titubeante, pero era clara. Alejandro contuvo la respiración: era exactamente la misma que él había dejado en aquella nota.
<<Entonces sí>>, pensó, «es ella.>>>
-Sí–asintió con una débil sonrisa-. Soy yo.
-¡Oh…! -Mónica se cubrió la boca con la mano, y sus ojos se humedecieron al instante-. ¿ Cómo pudo pasar esto?
Alejandro la recorrió con la mirada, casi con ternura:
-Así
que
tú te ves así. ¿De veras no me reconociste? Me quedé ciego un tiempo, pero no tanto
olvidar mi pasado. Aunque… ¿tú tampoco podías “verme“? ¿He cambiado tanto?
-¿Qué? -balbuceó ella, confundida.
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Ah, cierto…
añadió él con un leve suspiro-. Olvidé que nunca te conté que, en ese
entonces, no podía ver.
¡Ah…! -Mónica rompió a llorar con más fuerza-. Yo… no podía imaginarlo… no tenía ni idea…
Aunque sus palabras eran entrecortadas y se esforzaba por hablar entre sollozos, Alejandro la entendía. No menos sorprendido, él tampoco hubiera creído que algún día llegaría a reconocerla. Que, después de su reencuentro fallido, todavía se presentaría este momento…
***
Mientras tanto, en otra parte…
Restaurante de lujo.
Luciana miró la hora en su teléfono: 7:45 p. m. Habían pasado ya 45 minutos de la hora pactada con Alejandro, y él seguía sin aparecer. No tenía certeza de cuánto más debería esperarlo… o si, acaso, se presentaría.
Bebió un sorbo de agua y continuó aguardando.
Llegaron las 9:00 p. m.
Simón, inquieto, no pudo contenerse y llamó a Sergio.
-Sergio, ¿estás con Alejandro? ¿Siguen en la oficina?
Sergio se extrañó.
-Sí, estoy con él. ¿Por qué?
-Mira, no es por mí, es que Luciana lleva rato esperándolo. -Simón bajó la voz-. Hoy es el cumpleaños de Alejandro, y quedaron en reunirse a las siete. ¿Hay algo que lo retenga?
-¿Qué? -exclamó Sergio, sorprendido. Volteó a mirar a Alejandro, quien seguía conversando con Mónica, y pensó: «Esto es un problema…>>>
-De acuerdo, entendido cortó la llamada. Luego se aproximó a Alejandro y le susurró:
-Primo, ¿no tenías un compromiso con Luciana?
-¿Ah? -Alejandro reaccionó de golpe. Se le encendió la memoria en un segundo. <<j Demonios!>> Con todo lo que había ocurrido, se le había olvidado por completo la cita con
Luciana. 7
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