Capítulo 423
-¿Fer?
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¡Era Fernando!
—Luciana, ¿estás heri…? —Fernando no alcanzó a terminar; soltó un quejido ahogado, con el rostro crispado por el dolor.
El corazón de Luciana se contrajo de golpe, como si el tiempo se hubiera detenido.
-¡Luciana!
La voz de Simón irrumpió en la escena tan rápido como una flecha, respondiendo a los gritos de auxilio. En un abrir y cerrar de ojos, redujo al hombre que blandía el cuchillo.
—¡Quieto! ¡No te muevas!
Con un par de maniobras, lo tiró al piso, desarmándolo. La hoja, manchada de sangre, cayó al suelo. Simón sintió un escalofrío recorrerle la espalda. «<Apenas me fui un minuto y ya pasa esto
…»
-Luciana, ¿estás herida? -preguntó, mirando con urgencia de pies a cabeza.
-No, no soy yo… -respondió ella con semblante pálido, clavando la mirada en Fernando.
Él presionaba con fuerza su costado izquierdo, y la sangre se filtraba entre los dedos.
-Fernando, necesitas entrar de urgencia a una sala de operaciones. ¡Simón, ayúdame!
-¡Claro!
Con el caos de esos instantes, condujeron a Fernando hasta la sala de emergencias. Para su fortuna, Jhonny, el compañero de Luciana, estaba de turno.
-¿Cómo está? -preguntó ella.
-Tiene una herida punzante en el costado. Necesitamos explorar para descartar daños internos. -Jhonny, conociendo su relación de amistad, se inclinó para agregar-: Por lo que he visto, no parece tan profunda. Probablemente no sea tan grave.
-Gracias… -susurró Luciana, dejando escapar un suspiro de alivio.
-No hay de qué. Lo llevaremos a cirugía de inmediato.
Sin perder un minuto, Fernando fue trasladado del área de urgencias directamente al quirófano, y Luciana lo acompañó. Mientras tanto, en un rincón, Simón observaba la escena y aprovechó para llamar a Alejandro y reportar lo sucedido.
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Capítulo 423
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-¿Un hombre armado? -repitió Alejandro, con la voz endurecida—. Simón, se supone que debías estar pegado a Luciana. ¿Cómo permitió que ocurriera esto?
Simón no halló qué responder. Al final, fue Sergio quien lo defendió:
-Alejandro, Simón es solo una persona. En algún momento tenía que ausentarse… Y bueno, por fortuna Luciana salió ilesa.
Lo lógico era que Alejandro se sintiera muy agradecido con la persona que salvó a Luciana. El detalle era que se trataba de Fernando… 2
-Lo entiendo. Voy para allá —respondió con un deje de molestia.
Colgó el teléfono y miró a Sergio:
-Acompáñame al hospital.
-Claro, Alejandro.
Salieron a toda prisa hacia la clínica. A su llegada, Fernando seguía en el quirófano. Luciana, mientras tanto, aguardaba sola en una banca, con los ojos cerrados y las manos entrelazadas contra su barbilla, rezando porque Fernando estuviera bien.
Alejandro se acercó con cautela, sentándose a su lado y rodeándola con el brazo.
-¿Estás muy asustada?
—Sí… -admitió Luciana sin mirarlo, asintiendo con la cabeza, su voz ligeramente temblorosa.
Es difícil no sentir miedo cuando alguien te ataca con un cuchillo.
-Tranquila, todo pasó ya -murmuró Alejandro, inclinándose para darle un suave beso en el cabello-. Escucha, voy a pedirle a Simón que te lleve a casa. No te ves bien y necesitas descansar.1
-¿Ah? -murmuró Luciana con extrañeza, negando con la cabeza. Fernando seguía en el quirófano, y se había metido en ese problema por salvarla. ¿Cómo iba a marcharse justo ahora?
-No. Quiero esperar a que salga.
Mientras hablaba, su mirada seguía clavada en la puerta de la sala de operaciones. Alejandro frunció el ceño al notar la preocupación que ella sentía por “ese tipo.” Una punzada de celos le invadió el pecho, aunque se esforzó por contenerla: 1
-Por favor, hazme caso. Estás muy alterada y el bebé también puede sentirlo. Necesitas descansar. Yo me encargo de todo. ¿Sí?
-No, de verdad no–repitió Luciana, firme—. Yo conozco mi estado; estoy bien. Hasta que no
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Capitulo 423
lo vea salir de cirugía con mis propios ojos,
no
podré quedarme tranquila.
Capítulo 424