Capítulo 44
-¿Eh? -Mónica se percató de la mesa puesta, con dos juegos de cubiertos frente a frente. ¿ Esto es para alguien más?
Alejandro no había anticipado su visita, así que Mónica sabía que la mesa no estaba preparada para ella.
Un molesto malestar comenzó a crecer dentro de Alejandro. Con un tono algo seco, respondió:
-Iba a cenar con Sergio, pero tuvo que irse por un asunto de última hora.
-Oh. -Mónica se tranquilizó al instante. Por un momento había sospechado que podía haber otra mujer, pero claro, era imposible. Si Sergio estaba involucrado, no había nada de qué preocuparse. Con alivio, se sentó en una de las sillas.
-Comer solo es aburrido, así que me quedaré contigo. -Luego, al ver que él no se movía, lo apremió-: Siéntate ya.
-Está bien–respondió Alejandro, aunque sus movimientos eran torpes, como si cada paso le
pesara.
Mientras se sentaba, Mónica notó la pintura apoyada contra la pared–la misma que habían visto en la exposición esa mañana. Recordó que Alejandro había dicho que era un regalo para alguien, pero ahí estaba. ¿Para quién sería? La duda empezó a rondar su mente, pero no se atrevió a preguntar. Había algo en todo esto que no le cuadraba, algo que se sentía muy
extraño.
***
Dentro del baño, Luciana se entretenía revisando su teléfono. En el grupo de los pasantes del departamento, la conversación estaba en pleno auge. Los doctores y enfermeras que estaban de guardia esa noche estaban organizando qué comer.
Jhonny: [¿Qué cenamos esta noche?]
Rosa: [Podemos ir al comedor. Yo voy a comprar, ¿quién quiere?]
Jhonny: [¿Comedor? ¡No, por favor! Vamos a estar aquí toda la noche, hay que comer algo bueno.]
Rosa: [¿Entonces qué les parece pescado y algo de parrillada?]
Jhonny: [Perfecto, ¿de dónde lo pedimos?]
Luciana, que había estado leyendo en silencio, finalmente intervino: [En la Calle Sakura hay un lugar que es muy bueno.]
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Capítulo 44
+25 BONU!
Cuando se quedaba en casa de Martina, solían ir a comer allí con frecuencia.
Jhonny: [¡Luciana! ¿Estás ahí? ¿Ya comiste? ¿Por qué no te unes?]
Luciana lo pensó. No tenía idea de cuánto tiempo más estarían comiendo esos dos afuera y para cuando terminen, probablemente ya esté muriéndose de hambre.
Luciana: [Me encantaría, pero ahora no puedo ir.]
Jhonny: [No te preocupes, te esperamos.]
Rosa: [¡Ay, mira, Jhonny! Por fin tienes una oportunidad de lucirte con Luciana.]
Rosa: [Luciana, déjalo que te espere. ¡Si él paga, nosotras no tenemos objeción!]
Rosa: [¡Exacto! Luciana, nuestra cena depende de ti.]
Ahora Luciana se sentía presionada a aceptar; después de todo, eran sus compañeros de prácticas y ya llevaban un buen tiempo juntos. Sabía que Jhonny tenía cierto interés en ella, pero nunca había respondido a sus insinuaciones.
[Bueno, está bien], escribió Luciana. [Pero si no llego a tiempo, no se queden sin cenar.]
Jhonny: [Voy a hacer el pedido ahora mismo. ¡Luciana, te esperamos!]
Luciana salió del chat y comenzó a revisar Instagram. No sabía cuánto tiempo había pasado cuando de repente la puerta del baño se abrió de golpe, la luz la deslumbró y escuchó un ruido al encenderse. 1
-¡Ugh! -Luciana levantó la mano para cubrirse los ojos, aún no acostumbrada a la luz.
Después de un momento, bajó la mano y vio a Alejandro con una sonrisa suave y preguntó-: ¿ Ya se fue tu novia? ¿No la fuiste a despedir?
-Hay un chofer, es más conveniente -respondió Alejandro con su voz grave, frunciendo un poco las cejas.
Oh. Luciana entendió. Mónica estaba en la industria del entretenimiento y, con un novio como Alejandro, a menudo las despedidas públicas no eran una opción. Se levantó, pero después de estar sentada tanto tiempo en el inodoro, sus piernas estaban entumecidas.
-¡Ay…! -Apenas se levantó, sintió que se tambaleaba.
-¡Cuidado! -Alejandro extendió su brazo y la sujetó por la cintura, su rostro reflejaba preocupación.
-Estoy bien–Luciana casi de inmediato se apartó de él, con una mirada serena y lógica en sus ojos. ¿Puedo salir ya? Me muero de hambre.
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Capítulo 44
+25 BONUS
-¡Espera! -Alejandro le agarró la muñeca con firmeza y le lanzó una mirada severa-. Luciana, ¿cuántos años tienes? ¿No sabes medir tus palabras?
Luciana lo miró confundida. «¿Qué había dicho?»
-¡Estás todo el tiempo hablando de morirte! -Alejandro entrecerró los ojos, su furia era evidente-. ¿No te importa ni por ti misma ni por el bebé que llevas dentro?
Luciana se quedó muda. No había pensado en eso; a decir verdad, a veces se olvidaba de la criatura en su vientre. Se sintió un poco avergonzada.
-Gracias por preocuparte, lo tendré en cuenta la próxima vez.
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