Capítulo 442
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En un principio, Pedro no aflojó, y él tampoco lo presionó. Se limitó a esperar, concediéndole tiempo. Poco a poco, Pedro cedió y soltó su brazo. Al instante, doctor y enfermeras se
aproximaron; Luciana corrió la primera, abrazando con fuerza a su hermano.
-Tranquilo, Pedro… Aquí estoy -susurró, la voz cargada de emoción y alivio.
Él, aunque no respondía, ya no resistía el contacto.
-Señora Guzmán, necesitamos administrar un sedante y hacerle una valoración psicológica – intervino el personal médico.
-Está bien–asintió Luciana, dejando que se llevaran a Pedro para revisarlo.
En ese momento, se fijó por primera vez en Alejandro, quien presionaba el brazo para frenar la sangre que manaba de entre sus dedos.
—Ven acá… —dijo Luciana, frunciendo el ceño. Lo condujo hasta un sofá para que se sentara—. Espera un momento.
Por fortuna, en un hospital podían encontrar lo necesario con facilidad. Luciana fue a pedir una bandeja de curaciones para limpiarle la herida. Al examinarla, comprobó que la mordida era muy seria: la piel estaba abierta por ambos lados y sangraba bastante. Si Pedro hubiera apretado un poco más, literalmente arrancaría un pedazo de carne.
Era la segunda vez que Alejandro se lesionaba protegiendo a Pedro. Su anterior quemadura en el brazo ni siquiera había sanado por completo. Conmovida, Luciana sintió que se le humedecían los ojos. «No podía negar cuánto le agradecía este gesto.>>
Tomó un poco de algodón y empezó a limpiarle la herida con sumo cuidado:
-Puede doler un poco… Si sientes demasiado dolor, avísame y lo haré más suave,
-No te preocupes, no duele tanto contestó él, aparentando indiferencia.
¿sí?
De pronto, notó que los ojos de Luciana se veían llorosos. «¿Estaba llorando por él?» se preguntó, con un leve temblor en la voz:
-Luciana… -El nudo en la garganta lo hizo tragar saliva. Con el brazo bueno, la rodeó y la atrajo hacia sí-. Me duele…
-¿Ah? -exclamó ella, un poco sorprendida por el gesto-. ¿Qué…?
Me duele -repitió Alejandro en un susurro.
-¿Qué? ¿No acabas de decir que no dolía? -replicó ella, desconcertada.
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Capítulo 442
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-Sí duele, mucho confirmó, frunciendo el ceño.
-¿Así de grave? -Luciana frunció el ceño también. Entonces déjame terminar más rápido…
-No, no servirá de nada -murmuró él, con un matiz de turbación en la voz.
Ella lo miró en silencio, sin entender.
–Necesito… que me beses murmuró. Con un beso, se me pasa.
Apenas terminó de decirlo y sin darle a Luciana la mínima oportunidad de reaccionar, Alejandro inclinó la cabeza y la besó.
—Mmm… —ella abrió los ojos como platos, el cuerpo entero en tensión. ¿Por qué había ocurrido todo tan de repente?
Cuando la caricia terminó, él apoyó su frente sobre la de Luciana y dijo en voz baja:
-Ya no te enojes, ¿sí?
Luciana, todavía aturdida, lo miró sin comprender:
-¿Estoy enojada?
-Lo estás insistió Alejandro-. Simón me contó que sabes lo de Mónica… que se vieron hoy y planeaban comer juntos.
-Oh… -repitió Luciana, con un ligero parpadeo. Entonces comprendió a qué se refería.
Luciana —continuó él, con el ceño un tanto fruncido-. Ella y yo solo íbamos a vernos un momento, nada más que una comida…
-Alejandro. Luciana lo interrumpió, luciendo exhausta-. Ahora mismo no tengo cabeza para nada de eso, ¿lo entiendes?
La situación de Pedro, herido y emocionalmente afectado, no era la mejor ocasión para discusiones. Alejandro lo comprendió, pero sentía esa molestia clavada en el pecho. Al final, no tuvo más remedio que ceder:
-Tienes razón, lo dejaremos para después.
-Ajá. -Ella respondió con una simpleza que a él le pareció fría. Levantó la bandeja de curaciones-. Voy a devolver esto a las enfermeras.
Se marchó de la habitación sin más. En la estación de enfermería, acababa de entregar el set cuando su celular vibró. Revisó la pantalla: era Ricardo.
-Vaya… -exhaló un suspiro irónico al ver el nombre-. ¿Todavía no te has muerto, Ricardo
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Capitulo 442
Herrera? soltó, deslizando el dedo para contestar.
-¿Qué dijiste…?–repitió él, perplejo al otro lado de la línea.
Aunque Luciana siempre había albergado resentimiento contra Ricardo, jamás le había soltado palabras tan crueles.
-Luciana, ¿te pasa algo? ¿Qué te puso de tan mal humor?