Capítulo 445
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-Lo… lo siento. Tienes razón, no pensé. -Ricardo bajó la cabeza-. Fue un error.
-¡Basta! -replicó ella, con fastidio-. No necesito tus disculpas. ¿Tu “perdón” va a devolver a Pedro a como estaba antes? ¿Va a sanar su trauma?
-Luciana… —Ricardo pareció recordar algo. Sacó su billetera y de ella, una tarjeta. Se la ofreció a Luciana-. Es la misma que te di antes. No quisiste aceptarla, pero creo que la necesitas.
Ante la inmovilidad de Luciana, continuó con un suspiro:
-Te serviría, créeme. Hoy, precisamente, que vienes aquí tú sola, sin Alejandro, veo que a él no le importas lo suficiente. No llegarán lejos juntos, y cuando te alejes de la familia Guzmán, vas a necesitar dinero.1
A Luciana le pasó por la cabeza la lógica de las palabras de Ricardo. «El patrimonio de los Herrera es, en parte, suyo y de Pedro, o así debería ser». Dudó un instante, sin saber si aceptar. Entonces, sonó una voz grave desde atrás, esa voz inconfundible:
-No necesita tu dinero.
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Al voltear, encontró a Alejandro de pie, con el semblante duro. Ella se sobresaltó y, casi por instinto, se situó delante de la tumba para que él no la viera.
-¿Qué haces aquí? -le espetó-. Te dije que me esperaras abajo.
-¿Y por qué no podría subir? —replicó él con cierto enojo contenido. «Desde lejos vio a Ricardo y ya no pudo contenerse.>>
Alejandro echó un vistazo a Ricardo y se dio cuenta de que estaba extendiendo la tarjeta hacia Luciana. Lo vio todo y sintió su sangre hervir. Se acercó, tomó la mano de Luciana y la jaló tras él. Clavó su mirada en Ricardo:
-Señor Herrera, usted es un hombre casado y con una hija. ¿Le parece apropiado ser tan generoso” con otra mujer?
((
-No le veo lo inapropiado -respondió Ricardo con frialdad. Su desagrado hacia Alejandro parecía también bastante evidente-. Más bien, señor Guzmán, si tiene tiempo de darme lecciones, quizá debería reflexionar sobre si está cuidando bien de su esposa. 1
La furia brotó en Alejandro, quien entrecerró los ojos con un deje burlón:
-¿Con que sí reconoce que es mi esposa? Entonces le pido, por favor, que se mantenga lejos de ella.
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Capitulo 445
Todo apuntaba a que Alejandro se imaginaba alguna “relación” indebida entre Luciana y Ricardo, pero Ricardo, tras echar un vistazo a Luciana, no se molestó en aclarar nada. Simplemente sacudió la cabeza:
-Lo siento, pero no puedo prometerte eso.
-¿Cómo…? -Alejandro se quedó atónito, sintiendo cómo la rabia le invadía por completo. Tensó los puños con visible enojo.
-¡No! -exclamó Luciana, advirtiendo su reacción. Rápidamente se aferró a su brazo-. No merece la pena, no gastes energías con él. Recuerda que tu brazo está herido…
El brazo que Pedro había mordido.
Alejandro se detuvo, sorprendido de que fuera Luciana quien lo contenía. «¿Se está preocupando por mí…?» 1
Fue entonces cuando Ricardo aprovechó para marcharse:
-Luciana, por hoy lo dejemos así. Pero si necesitas algo, no dudes en venir a buscarme…
-Y señor Guzmán… -agregó antes de que Alejandro pudiera replicar-. Antes de molestarse, averigüe qué día es hoy. ¿De verdad está cuidando bien de Luciana?
Con esas palabras, Ricardo se dio la vuelta y se alejó. Alejandro sintió como si alguien le clavara una espina en el pecho. «¿Qué quiso decir? ¿Qué pasa hoy…?»
-Alejandro -murmuró Luciana, intentando tomarlo del brazo-. Ya acabé, vámonos.
-Espera.
Una corazonada lo hizo alzar la vista y contemplarla con seriedad:
-¿A quién viniste a ver en realidad? ¿Quién es esa “familiar mayor” de la
que hablaste?
Luciana se tensó. El color abandonó su rostro, dejándola sin respuesta.
-Ya veo… Él dejó escapar una risa fría-. No es ninguna “anciana,” ¿verdad?
Se soltó del agarre de Luciana, apretando los dientes:
-Basta con mirar esa tumba.
-¡Alejandro!
Luciana trató de pararse enfrente, pero ya era tarde. Él ya había visto.