Capítulo 446
Luciana trató de pararse enfrente, pero ya era tarde. Él ya había visto el ramo que ella había traído, y en la lápida pudo leer la inscripción: “A nuestra amada madre Lucy…”
<<Madre.>>
-Así que… -musitó Alejandro con una risa helada, incapaz de frenar el escalofrío que le recorría todo el cuerpo. ¿Esta es la “anciana” que, según tú, venías a ver?
Clavó la mirada en Luciana, con voz ronca: 1
-Llámala tía, aquí mismo, en mi cara. Dilo, “mi tía.” (2
Luciana cerró los ojos un instante antes de responder con franqueza:
-Es mi mamá. Hoy se cumple el aniversario de su fallecimiento.
-¿Por fin lo dices? -exclamó Alejandro, elevando la voz con tal fuerza que su tez se puso pálida de la tensión. Empezó a caminar de un lado a otro, incapaz de contener la rabia. Hasta soltó un par de groserías-. ¡He sido un imbécil! Dime, Luciana, ¿qué soy para ti?
Ella mantuvo la mirada baja, sin contestar.
-¡Soy tu esposo! -gritó él, retumbando de indignación. Legalmente ya lo eran, además de haber celebrado la boda y haberse consumado la relación.
-¿Y resulta que, en el día en que vienes a la tumba de tu madre, el “yerno” no tiene ni idea y es expulsado como si no pintara nada?
La miró con los ojos chispeando:
-¡Dame una explicación! ¿Por qué me mentiste? ¿Por qué me ocultaste que venías a ver a tu mamá? 2
Luciana apretó los labios y dejó caer los brazos con resignación:
-¿Y si te hubiera dejado venir? ¿Cómo lo habría explicado ante ella? “Mamá, aquí está tu yerno
>>
-¿Y qué esperabas que dijeras? ¿No soy tu esposo?
-El problema es… -continuó Luciana, ignorando su incredulidad-…que desde que cumplí dieciocho años, vengo por lo menos cuatro veces al año a verla: en el Día de Muertos, en Año Nuevo, en su cumpleaños y en su aniversario luctuoso. ¿Qué pasa si la próxima vez que venga, lo hago sola? ¿Cómo se lo explico a mi mamá? ¿Le digo que, con veinte y tantos años, ya me casé y me divorcié?
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Capítulo 446
Alejandro sintió un nudo en la garganta:
-No voy a permitir que estés sola. -insistió. ¿Es que no me das ni un voto de confianza? ¿ En mí, en este matrimonio?
-¿Confianza? -repitió ella, con una risa amarga-. ¿Con qué base? ¿Con tu obsesión por Mónica y las citas que acuerdan cada dos por tres?
Terminando la frase, dibujó una sonrisa irónica:
-Ya, déjalo. Regresemos.
Dicho esto, echó a andar colina abajo. A sus espaldas, Alejandro sintió que algo le desgarraba el pecho y apenas podía respirar. Salió corriendo y la alcanzó en un par de zancadas, abrazándola por la espalda.
Luciana se tensó, paralizada.
—¡Luciana! —murmuró Alejandro junto a su oído—. Admito que “Mariposita” significó algo inmenso para mí. Aún no la he superado. Pero… jamás traicionaré este matrimonio, no voy a dejarte. Solo te pido tiempo, ¿sí? Por favor…
<<¿Tiempo…?>>
Luciana se quedó con la mirada perdida, incapaz de responder.
***
Pasaron unos días, y a Pedro ya le habían retirado el tratamiento de antibióticos. Era hora de volver a Sanatorio Cerro Verde. El psicólogo que Alejandro había contratado también lo acompañaría.
Por supuesto, el regreso requería muchos preparativos, pero Alejandro insistía en que Luciana no hiciera esfuerzos, encargándose él de casi todo. A ella le pidió únicamente que cuidara de Pedro y se dedicara a acompañarlo.
Así
que
Luciana se lo llevó al balcón a tomar el sol, contándole historias de un libro. La mañana
brillaba, y la sonrisa de los dos hermanos también.
Alejandro los miró desde la distancia, sin querer interrumpir su momento. En ese instante, el teléfono vibró; era Mónica.
-¿Sí, Mónica?
-Alex–respondió con un tono amable—. Justo quería consultarte algo. La semana próxima empieza el rodaje de mi nueva serie, y quería invitarte a la ceremonia de inicio. ¿Podrías venir?
Antes de que él pudiera responder, ella agregó con cierta timidez:
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-El director y el productor también quieren conocerte. Claro que, la verdad… lo hago sobre todo porque yo te… extraño.
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