Capítulo 466
Al final se limitó a dar una respuesta vaga:
-No tenemos muchos detalles, pero creemos que es obra de la gente de Canadá. Podría estar relacionado con viejos problemas…
Luciana percibió que eludía su pregunta respecto a Mónica. Al notar que él no continuaba, se le arrugó el entrecejo.
-Ya… -susurró, intuyendo que ocultaba algo-. En fin…
Sergio, visiblemente incómodo, añadió:
-Me quedaré aquí afuera. Si necesitas cualquier cosa, solo avísame.
—Sí, gracias… —respondió Luciana, aunque la sospecha le crecía por dentro. «<¿Por qué Sergio me rehúye la mirada?»>
La confirmación de sus temores no tardó. El tiempo pasaba y Alejandro no aparecía. <<¿Qué podría retenerlo tanto?>>
Finalmente, harta de la incertidumbre, se levantó de la cama, retirándose la sábana:
-¡Señora Guzmán…! -exclamó la enfermera, asustada-. ¿Quiere algo? Puedo ayudarla.
-Estoy bien. Solo caminé un poco… -replicó Luciana, apoyándose en ella. Abrió la puerta y vio a Sergio y Simón conversando en voz baja:
-¿Cuándo podrá venir Alejandro?
-No lo sé, Juan me dijo que Mónica está muy mal… -alcanzó a oír Luciana antes de que ambos la vieran y se pusieran serios al instante:
-¡Luciana!
Ella mantuvo el semblante inalterable, aunque un escalofrío le recorrió el pecho. Con un suspiro, preguntó sin rodeos:
-¿Qué le pasa a Mónica?
Sergio y Simón se miraron, tensos, sin contestar.
–
-También quiero saber si Alejandro está con ella añadió, componiendo el gesto más firme que pudo-. Vamos, díganme algo.
Ambos callaron, inseguros de si debían confirmarlo. Luciana esbozó una mueca de impaciencia:
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Capítulo 466
Guardar silencio no sirve de nada: acabo de oír parte de su conversación.
Cruzó los brazos y miró con decisión a Sergio.
-Sergio, tú eres el que manda entre ustedes. ¿Puedes explicarme qué está pasando?
Luciana… Sergio puso cara de
Ella ya no tenía paciencia:
apuro.
-¿Está en el hospital? Si está aquí mismo, no me costará averiguarlo. Aunque ahora me siento un poco débil, ¿de verdad quieren forzarme a moverme por todo el hospital?
-No, no… no hace falta. -Sin más remedio, Sergio se decidió-. Mónica está en… el área de quemados.
-Gracias. —Luciana asintió, dándose la vuelta para marcharse.
-¡Luciana! -Sergio la siguió, preocupado-. Todavía estás en observación, necesitas descansar.
Luciana esbozó una ligera sonrisa, aunque un tanto irónica:
—Descuida, no estoy tan mal. Además, es en este mismo edificio y aquí están ustedes al pendiente. ¿Vamos?
Dicho eso, se agarró del brazo de la enfermera para sostenerse, avanzando hacia los elevadores. Sergio y Simón fueron tras ella, con la inquietud de quien no sabe si detenerla o dejarla ir.
***
En la unidad de quemados.
-¡Váyanse, déjenme en paz! -gritó una voz aguda, y se oyeron sonidos de objetos cayendo y rompiéndose.
-¡Mónica, no hagas esto! -rogó Alejandro, intentando sujetarla con suavidad y a la vez firmeza. Su ceño se fruncía de angustia-. Tienes que recibir el suero o se infectará la herida. ¿ Quieres arriesgarte…?
-¿Infectarme? -respondió Mónica con los ojos rojos, soltando una risa desoladora—. ¡Mira cómo estoy! ¿Qué más da? ¡Prefiero morirme de una vez!
-¡No digas eso! -rezongó Alejandro con voz ronca-. ¡No lo voy a permitir, ¿me oyes?!
Mónica se estremeció, con lágrimas rodándole por las mejillas:
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Capítulo 466
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-Pero… Alex, mírame… -sollozó-. ¿Cómo voy a seguir viviendo con esta apariencia? ¡No soporto que me vean así…!
Justo entonces, Luciana llegó a la puerta, deteniéndose con discreción. Sin pronunciar palabra, se quedó observando la escena.
Sus ojos se clavaron en el estado de Mónica: aunque nunca simpatizó con ella, debía admitir que su situación era realmente penosa.
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