Capítulo 467
Capítulo 467
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Tenía vendajes y gasas desde la mano izquierda hasta la barbilla, su cabello había sido cortado de forma irregular para atender las lesiones, y entre el llanto y las quemaduras lucía un aspecto desolador.
Alejandro la sostenía entre sus brazos, limpiándole las lágrimas con cuidado:
-No llores, Mónica… Si las lágrimas humedecen las heridas, es peor.
—Alex… —murmuró ella, cerrando los ojos y dejándose caer contra su pecho, tiritando—. ¿ Qué voy a hacer ahora…? ¿Cómo voy a vivir?
–
-Tranquila le respondió Alejandro con voz baja y un gesto suavizado—. La medicina ha avanzado muchísimo, encontrarás un tratamiento. Con el tiempo…
-¿Y si no hay cura? -soltó Mónica, alzando la cabeza de golpe, con la mirada crispada—. ¿Y si quedo así para siempre? Todo en la vida puede fallar, ¿cierto?
Alejandro guardó silencio un instante. Era obvio que no podía garantizarle nada al ciento por
ciento.
-Así lo suponía… —dijo ella, esbozando una mueca amargada y retrocediendo-. Solo me dices palabras de consuelo, pero no me prometes nada real… ¡Ah…!
De pronto, Mónica palideció aún más y se desplomó en el asiento con los ojos en blanco.
-¡Mónica! exclamó Alejandro, alarmado—. ¡Doctor, enfermera, por favor!
-¡Ya vamos! -respondieron algunas voces desde el pasillo. Un par de médicos y personal de enfermería irrumpieron, pidiéndole espacio para revisar la gravedad de su estado.
-Señor Guzmán, la paciente presenta quemaduras extensas y graves… está entrando en choque. Vamos a intervenir de inmediato; por favor, salga de la habitación mientras trabajamos le solicitó un doctor con firmeza.
Un tanto a regañadientes, Alejandro se vio obligado a ceder, apartándose de la camilla. Al dar media vuelta, se quedó helado al ver a Luciana de pie en la entrada. Sus pupilas se contrajeron.
-¿Luciana? -musitó.
Ella se limitó a asentir, observando cómo él caminaba hacia ella.
-¿Qué haces aquí? —preguntó, acercándose para sostenerla con cuidado. ¿Estás bien? ¿Por qué no sigues en reposo?
Luciana percibió su brazo derecho con señales de quemadura, similar a la de Mónica, y
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Capitulo 467
entendió de inmediato que él mismo no se había atendido por estar pendiente de ella.
En ese instante, Luciana se sintió extrañamente lúcida, con una frialdad que nunca había experimentado. Levantó la vista para mirarlo:
-¿Tienes un momento? Necesito que hablemos.
-¿Eh…?–Alejandro se quedó confundido. «¿Qué quería decir con “tienes un momento“?>>
Al notar su vacilación, ella inspiró hondo:
-¿No puedes? Entiendo. Tienes que cuidar de Mónica, lo comprendo. Mejor me voy.
Al pronunciar esto, giró su cuerpo para marcharse.
-¡Luciana…! -lo llamó él, agarrando su mano con prisa-. No he dicho que no pueda.
-¿En serio? -ella arqueó leve las cejas-. Entonces busquemos un sitio para charlar.
-¿Te llevo a tu habitación…?
-No, gracias. Mejor aquí en el hospital. Así, si Mónica necesita algo, te localizan al instante replicó con una leve sonrisa que Alejandro percibió cargada de ironía.
Sospechó que Luciana interpretaba mal la situación, y quiso darle una explicación. Sin embargo, ella se movió con un ademán despreocupado: (1
-Hablemos en esa sala de espera, o en la sala de atención al público. Estoy agotada para mantenerme de pie.
-Como digas -cedió él.
Terminó acompañándola hasta una pequeña sala de té destinada a recibir a los familiares de los pacientes.
–
Alejandro le acercó una silla a Luciana y ella, sin rechazarlo, se sentó con un “gracias” distante que a él no le pasó desapercibido.
—Luciana… —comenzó él, intentando retomar el diálogo.
-Hablaré yo primero -lo interrumpió con un tono pausado-. Hoy me enteré de todo lo que pasó.
Por el camino, Sergio y Simón ya le habían contado los pormenores que podían contarle. Y lo que no… Luciana lo había deducido con sus propios ojos.
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