Capítulo 473
Al oírlo, Alejandro sintió un nudo de fastidio:
-¿No tienes nada más que hacer? Si estás de ocioso, puedes largarte.
Salvador se echó a reír sin molestarse:
-Tranquilo, amigo, todavía no termino mi manzana.
Haciendo caso omiso del mal humor de Alejandro, siguió cortando y comiendo pedazos de
fruta:
-Ahora en serio, ¿qué planeas hacer? Luciana está molesta con toda la razón. Y, seamos francos, ¿de verdad has dejado atrás tu relación con Mónica?
Si fuera solo la exnovia, vale, pero se supone que es tu “Mariposita,” esa chica que marcó tu juventud. ¿Estás listo para soltar ese recuerdo por Luciana?
Alejandro apretó la quijada, sin responder.
Salvador se comió el último bocado, limpió sus dedos y se puso de pie:
-Si no eres capaz de soltar, yo, como tu amigo, te diría que liberes a Luciana. No la hagas más daño del que ya siente.
Iba a marcharse cuando Alejandro lo llamó:
-Salvador.
—¿Sí?
-No quiero divorciarme. Jamás tuve la intención de romper con Luciana. No planeo separarme
de ella. 2
Salvador arqueó las cejas y soltó una sonrisa:
-Entendido, ¿Y qué puedo hacer yo por ti?
***
Unas horas después…
Luciana había quedado en cenar con Martina. Desde que Miguel estaba hospitalizado, Luciana no sentía urgencia de volver a Rinconada. Se instaló en el departamento de su amiga y pidieron comida a domicilio. Sopa sancocho, parrillada de carne y pollo frito… de todo un poco, para disfrutar.
1/3
+25 BONOS
Capitulo 473
Martina devoraba un alita de pollo y balbuceaba con la boca llena:
-¡Quédate a dormir aquí! Es más, quédate siempre… No regreses con esos dos locos. Que se amarren entre ellos y nos dejen en paz…
-Ja, “esos dos” —susurró Luciana, mordiéndole el borde a una albóndiga. Sí, supongo que es más sencillo así.
De pronto sonó el timbre. Martina arrugó la nariz:
-¡Deben ser las bebidas que pedí!
Se limpió las manos con la servilleta y corrió a abrir:
-¡Ya voy, ya voy…! -exclamó con alegría. Sin embargo, al abrir, su rostro se quedó helado.
En la puerta estaba Salvador, el amigo de Alejandro.
-¿Tú? ¿Qué haces aquí? -gruñó, frunciendo el ceño-. ¿Cómo sabes dónde vivo?
Salvador alzó una bolsa de plástico con el logotipo de la cafetería a la que Martina llamó:
-Traigo lo tuyo. El repartidor llegó al mismo tiempo que yo, así que me hice
piensas darme las gracias?
Martina desvió la mirada al ver la bolsa. Sí, era de la misma tienda de la que Alargó la mano:
-Dámela, es mía.
cargo. ¿No
solicitó bebida.
-Claro que es tuya… -Salvador levantó el brazo, impidiendo que ella la tomara-. Pero uno espera un “gracias,” ¿no?
La chica entornó los ojos, molesta:
-¿Crees que soy tonta? Ni siquiera te pedí el favor.
-Ja… -Salvador soltó una carcajada-. Eres divertida. ¿Qué te parece si nos hacemos amigos?
Martina lo miró perpleja, con la boca abierta:
-¿Acaso estás bromeando?
-¿Qué pasa? -Salvador arqueó una ceja—. ¿No te parece buena idea? Soy uno de los “cuatro magnates” de Muonio. Tengo influencia y dinero. Si somos amigos, en Muonio podrías andar por la libre,” ¿no? @
-Tsch… -Martina chasqueó la lengua, cruzándose de brazos y mirándolo con recelo-. Pues
“(
2/3
Capitulo 473
+25 BONO:
fíjate que el esposo de Luciana también es uno de esos “grandes” de Muonio, el señor Alejandro Guzmán, y dime: ¿la has visto caminando tan campante? ¡A cada rato la hacen sufrir!
Salvador se quedó mudo un segundo, procesando el golpe. Luego soltó una risa aún más estridente:
-¡Ja, ja! ¡Tienes una lengua afiladísima, chica!
-Bueno… Martina extendió la mano-. Con eso basta. Devuélveme mi bebida.
–
-Un segundo.
Salvador la sostuvo con firmeza, ofreciéndole otra propuesta:
-¿Y si, mejor, me aceptas de novio? Te aseguro que entonces sí podrás caminar como quieras, donde quieras. Serías la novia de Salvador.
-¿¡Qué…!? -Martina abrió aún más los ojos, incrédula.