Mi multimillonario 475

Mi multimillonario 475

Capítulo 475 

Capítulo 475 

Salvador dio un par de golpes simbólicos en la puerta de la habitación antes de entrar

–Alex, entro -avisó, y sin esperar respuesta, arrastró a Luciana hasta donde se hallaba Alejandro

-Te traje tu invitada—anunció, sin ceremonias, mientras liberaba a Luciana con un empujón leve pero firme

-¡Ah! -exclamó ella, al perder el equilibrio. Tropezó y cayó sobre la cama, aferrándose por reflejo al único punto de apoyo: Alejandro. Él la recibió con el brazo sano, rodeándola con rapidez

-¿Estás bien? -preguntó con una sonrisa de satisfacción, sin disimular lo mucho que le agradaba tenerla de ese modo. Luego clavó una mirada furiosa en Salvador-. ¡Oye! ¡Ten cuidado! Luciana está embarazada

Salvador arqueó las cejas con un gesto desinteresado.

-Bien, cumplí con mi parte. Ya me voy

Empezó a dar media vuelta, pero se detuvo. Con un dedo señaló a Luciana

-Casi lo olvido: estaba comiendo cuando me la traje, así que dudo que haya terminado. Puede que tenga hambre

Sin añadir más, salió del cuarto. En la entrada se encontró con Juan y Simón, apostados como guardias a cada lado de la puerta, quienes se cuadraron al verlo

-Señor Morán

-Chicos -Salvador sonrió-. Dentro de un rato, Luciana intentará escaparse. Ustedes asegúrense de que no lo logre

-Sí, señor Morán -afirmaron, poniéndose firmes

-Perfecto. Suerte. -Con eso, se marchó

Dentro de la habitación, Luciana se zafó del agarre de Alejandro, incorporándose. Él insistió en mantenerla cerca, pero ella se alejó, manteniéndose a prudente distancia

-¿Así que viniste a verme? -soltó él, con un matiz burlón. ¿Por fin te dignaste a preocuparte

Luciana esbozó una risilla incrédula

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Capítulo 475 

+25 BONOS 

-¿De veras piensas que vine por propia voluntad? Fíjate bien, ¿no ves estas marcas? -Alzó su muñeca para que él viera el enrojecimiento que Salvador le había dejado-. ¿Te parece que llegué de buena gana

La expresión de Alejandro se ensombreció al contemplar la marca circular

-¿Te duele mucho? Si quieres, le pido a Sergio que traiga una pomada… 

-No hace falta. -Aprovechando que él ahora le sujetaba la muñeca, Luciana se soltó y se apartó unos pasos. Bien. Ya cumplí con mi parte. Me voy

Dio media vuelta y se dirigió a la puerta sin vacilar. Apenas la abrió, se encontró de frente con Juan y Simón, que se plantaron en la entrada bloqueándole el paso: 

—Luciana—dijo Juan-. No podemos dejarte ir. Alejandro necesita que te quedes

-Así es añadió Simón-. Por favor, no nos lo compliques

Luciana miró a ambos con una mezcla de resignación y enojo. Apretó los labios y regresó al interior, soltando un bufido. Cuando lo hizo, notó que Alejandro había bajado de la cama y se acercaba con cuidado para tomarla de la mano

-Me dijeron que no habías comido suficiente, ¿no

Luciana no respondió de inmediato, sino que se quedó mirándolo, sin parpadear

-¿Por qué me observas así? -inquirió él, sonriendo mientras le acariciaba el cabello-. En un momento nos traen la comida. Es cuestión de esperar

Efectivamente, alguien llamó a la puerta. Un sirviente de la mansión Rinconada llegó con el almuerzo ya listo, colocando platos que, por la lesión de Alejandro, eran suaves y de fácil digestión

Ella entrecerró los ojos al verlos. «Claramente no son de su predilección». Al Alejandro se preparaba para ordenar algo distinto

-Mandaré que preparen otra cosa, algo que te guste más… 

percatarse

-No hace falta -lo interrumpió Luciana

-Sí hace insistió él-. Estos platillos no son lo tuyo… 

—Ja… —ella soltó una risita seca y lo miró con seriedad―. ¿Lo mío? ¿Acaso no estás en el hospital por tu lesión? A estas alturas, tus gustos son los importantes. ¿Por qué no te dedicas a pensar en ti mismo, en vez de jalarme a la fuerza

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