Capítulo 481
Él forzó una sonrisa:
-Lo que entiendo es que, suceda lo que suceda, eso no cambia lo nuestro.
<<¿Cómo que no cambia?»>
-Tal vez para ti no cambie nada, pero en mí sí cambió -replicó Luciana con firmeza-. Admito que antes me gustabas mucho y me ilusioné con la idea de seguir a tu lado para siempre.
-Sigue con esa idea -retrucó él, mirándola con intensidad. Es la correcta.
Ella negó con la cabeza, esbozando una mueca amarga:
-He renunciado a esa idea… ahora simplemente… me rindo.
-No te rindas… —él tragó saliva y, con un gesto casi suplicante, envolvió la mano de Luciana entre las suyas-. Luciana, solo estoy cuidando de Mónica. En serio, no pienso “volver” con ella ni nada por el estilo.
“¿Todavía” no has vuelto?, estuvo a punto de soltar Luciana, pero no quiso pelear con ese matiz. En cambio, alzó la mirada:
-¿Hasta cuándo la cuidarás? ¿Un día, dos días?
Alejandro se quedó callado. Él era consciente de que la recuperación de Mónica llevaría tiempo, tal vez meses, y que, mientras tanto, pensaba dedicarle toda la atención y recursos. Para Luciana, esa perspectiva resultaba insoportable.
-¿Ves? -suspiró ella-. Será largo. Y para mí eso es… demasiado doloroso. Estás siendo un esposo abnegado con otra mujer. Lo siento, pero no quiero–no puedo–tolerarlo.
-Luciana… —la voz de Alejandro se quebró, mas no supo qué más decir. Ella deslizó su mano fuera de las suyas, dejándolo con los dedos vacíos y un nudo en la garganta.
-¿Ni un poquito me extrañarás? -preguntó él con un deje de amargura.
Luciana dudó medio segundo antes de confesar:
-Extrañarte, sí. Pero la vida no gira solo en torno a amar a alguien. Aunque me duela un tiempo, sé que sin ti puedo seguir adelante y ser feliz… por mi cuenta.
La contundencia de sus palabras se le clavó como un dardo en el pecho a Alejandro. Sentía que le faltaba aire, incapaz de responderle con lógica. Con los labios fruncidos, decidió insistir a su manera y retuvo la mano de Luciana, entrelazando los dedos. Ella arqueó una ceja:
1/2
Capítulo 481
-¿Qué…?
+25 BONO
-No importa lo que digas, toca cenar. ¿Quieres dejar sin comer al bebé que llevas dentro?
Luciana reprimió un bufido. ¿Cómo era posible que, en medio de esa conversación tan dolorosa, él sacara el tema de la comida?
-¿Qué deseas? Si no hablas, yo decidiré -sentenció él.
-Carne -gruñó ella con impaciencia.
-Perfecto: probemos un buen corte de carne entonces.
Dicho y hecho, terminaron en Cozyroom, un restaurante con buena fama en cortes de Wagyu. Luciana, con apetito, devoró su plato sin que se notara turbada por la tensión de antes. Esa aparente tranquilidad atenuó la ansiedad de Alejandro, quien, viendo que ella comía con gusto, se relajó un poco. Le llenó el vaso con leche:
-¿Al terminar, piensas ir a casa o…?
-¿Casa? -repitió Luciana, sabiendo que él se refería a Rinconada-. No, voy a quedarme en lo de Martina. Pídele a Simón que me lleve mi equipaje para allá.
-Luciana… quiso insistir, pero ella lo cortó con un gesto impaciente.
-No tengo ganas de discutir. Solo te pido que respetes un poco lo que te dije. ¿Podrías dejar de tratar mis palabras como aire? 2
Hizo una pausa, y, al ver que él no respondía, arremetió con un toque venenoso:
-Digo… ¿también ignoras así lo que te diga tu “Mariposita“? ¿O a ella sí le das gusto en todo? 2
La pulla dio en el blanco: el rostro de Alejandro se puso tenso, con una sombra de molestia contenida. Pasó varios segundos antes de hablar: 1
-Entiendo que estés molesta. Bien, si eso quieres, quédate con Martina estos días admitió al fin con un suspiro pesado.
Luciana no dijo nada más, concentrándose en terminar su plato. «¿Unos días?»> pensó con ironía. <<Suficiente para que comprenda que no es un berrinche, sino el principio de mi partida.
>>
Today’s Bonus Offer
