Capítulo 489
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A la mañana siguiente, Luciana terminó de empacar sus cosas en un par de maletas y las colocó junto a la puerta del departamento de Martina. Al alzar la vista, se encontró con la mirada triste de su amiga.
-¿Así que te vas en serio? -preguntó Martina, con un deje de melancolía.
-Sí–respondió Luciana, sonriéndole-. No puedo quedarme aquí para siempre. Tenía que buscar un lugar más definitivo.
En pocos meses, llegaría el bebé. Además, la casa de la Calle del Nopal, la que había recibido, le daría un techo adecuado. Por si fuera poco, el dinero que le dio su padre biológico, Ricardo, cubría los gastos del tratamiento de Pedro en el extranjero y aún le sobraba lo suficiente para contratar a alguien que la ayudara cuando naciera el bebé. Debía reconocer, le gustara o no, que Ricardo la había apoyado en un momento clave.
Martina comprendía todo aquello, pero aún así frunció los labios con pesar:
-Te voy a extrañar muchísimo.
—No exageres. No es como si fuéramos a dejar de vernos. —Luciana le pellizcó suavemente las mejillas―. Mi nueva casa es bastante grande, con varios cuartos. Quiero que vayas a visitarme seguido, ¿sí?
-De acuerdo -Martina soltó un suspiro y asintió, algo más animada.
-Ay, niña boba -bromeó Luciana-. ¿Cuándo vas a conseguir novio?
-¿Yo? -Martina abrió los ojos, perpleja-. Nah, no planeo nada de eso. Me basta con admirar a los chicos guapos desde lejos.
<<¿Crees que me engañas?», pensó Luciana. La rodeó con un brazo, acercándose para susurrarle:
Si de verdad te gusta alguien, puedes tomar la iniciativa. ¿No has escuchado aquello de que entre una mujer y un hombre sólo hay un velo delgado“?
-¿Q–qué dices? —Martina se puso roja de inmediato. ¡No estoy enamorada de nadie!
-Ah, ¿no? -Luciana fingió inocencia-. Además, que yo sepa, no existe ninguna ley que prohíba a una mujer dar el primer paso, ¿o sí?
((
-¡Luciana! -Martina, completamente avergonzada, le dio un pisotón suave al piso-. ¡Te dije que no tengo nada con nadie!
-Me contaron que él lleva tiempo soltero. Estaría bueno que lo consideraras, ¿eh?
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Capitulo 489
-¡Si sigues hablando disparates, te haré cosquillas hasta que te rindas!
Las dos se enredaron en risas y bromas hasta que el celular de Luciana comenzó a sonar.
-¿Bueno?
-Luciana, ya estoy abajo. ¿Puedo subir ahora?
-¿Llegaste tan pronto? En realidad no traigo muchas cosas, yo bajo para no molestarte…
-Ni lo sueñes–la interrumpió Ricardo-. Estás embarazada, no quiero que hagas esfuerzos. Subo enseguida.
Bueno, no había forma de discutir. Luciana colgó y, al poco rato, Ricardo apareció en el departamento. Al ver las maletas, se mostró sorprendido.
-¿Sólo esto?
-Sí. -Ella asintió-. Cuando me fui de la casa, salí con lo mínimo. Además, casi todo lo que tenía era de la familia Guzmán y no quise llevármelo.
En otras palabras, todo lo que realmente le pertenecía cabía en un par de maletas.
Ricardo sintió que se le hacía un nudo en la garganta. Su hija, en la plenitud de su juventud, apenas poseía un puñado de cosas…
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-De acuerdo, vámonos -dijo, tomando el equipaje y encaminándose a la puerta.
Esa noche tocaba mudarse a la casa en la Calle del Nopal. Luciana tomó su mochila y lo siguió en silencio. Al llegar a la calle, Simón, quien seguía vigilándola en la distancia pese a su negativa, observó la escena y de inmediato llamó a Alejandro.
-¿Alejandro? ¿Dónde estás?
-Voy camino al hospital UCM. -Era casi de noche, pasadas las siete, y Alejandro aún debía recibir su tratamiento de infusión para el brazo lastimado. ¿Qué sucede? ¿Pasó algo con Luciana?
-Sí… tomó el auto de Ricardo y lleva equipaje.
La expresión de Alejandro se endureció.
-¡Síguela! Envíame tu ubicación. Voy para allá.
