Capítulo 501
Con tantas miradas fijas en ella, Luciana no tenía escapatoria. Además, pensando en Pedro, no le era posible llevarle la contraria a Alejandro.
-Delio, creo que es mejor que todos bajen ya dijo con una leve sonrisa.
-De acuerdo…
-¡Excelente!
-Bueno, vámonos, que ya muero de hambre.
-Lo mismo digo, no he comido casi nada en todo el día para guardar espacio.
Entre bromas y comentarios, el grupo salió al estacionamiento, haciendo como si nada hubiera pasado. Con el apoyo de seis o siete autos que esperaban, se dirigieron a Cozyroom. 1
A diferencia de otros restaurantes bufet, este lugar era tranquilo. La gente se acercaba a elegir sus platillos con discreción y conversaba en voz baja. Sergio había reservado tres grandes mesas, contiguas y junto a una ventana privilegiada.
La comida, desde frutos del mar hasta carnes y postres, incluía opciones de cocina mexicana, italiana, portuguesa… Todos los ingredientes se veían fresquísimos y la presentación era exquisita, algo que no se ve en cualquier bufet.
Rosa, jalando a Luciana hacia la zona de comida, no podía contener su asombro.
-Con razón es tan caro… ¡Mira los jugos y las bebidas, los preparan al momento! -comentó.
Y de reojo, le soltó:– Oye, tu esposo sí que no escatima cuando se trata de ti.
¿No escatima? Luciana se quedó seria, sin responder. Antes, ese “derroche” la había deslumbrado; ahora sólo le provocaba una punzada de resentimiento.
Al volver a la mesa, se encontraron con que todos estaban ya instalados. Delio levantó su copa para dirigirse al grupo: 1
-Hoy Luciana nos invita; aprovechemos para celebrar su incorporación formal a nuestro departamento. Le damos la bienvenida oficial y le agradecemos esta velada. ¡Salud!
-¡Felicidades, Luciana!
-¡Bienvenida, Luciana!
Luciana se puso de pie con cierta prisa, sosteniendo su vaso. Era la bebida que Rosa le había traído hace un momento. Sintió un ligero cosquilleo de nervios al hablar:
-A todos los profesores y compañeros de mayor experiencia… Acabo de graduarme y aún sigo
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Capitulo 501
estudiando, así que espero aprender mucho de cada uno de ustedes. Si en algo me equívoco, por favor háganmelo saber. ¡Salud!
Terminó de hablar y alzó el vaso, bebiendo un trago de golpe. De inmediato frunció el ceño. ¿ Qué era esa bebida? Algo no cuadraba. Volvió a darle un sorbo para confirmar sus sospechas.
-¿Qué pasa? -preguntó Rosa, notando su expresión.
-¿Qué me diste?-contestó Luciana, sacando un poco la lengua en un gesto de desagrado—. Siento un sabor picante, como si tuviera alcohol.
-¿Eh?-Rosa también se alarmó―. No puede ser. Pedí una mezcla en aquella barra; me dijeron que era un té…
Mientras hablaba, Rosa probó un sorbo de su propio vaso y enseguida frunció el ceño:
—¡Ay, es verdad! Tiene sabor a alcohol. ¿Será que nos dieron un coctel?
Jhonny se acercó de inmediato, con gesto de reproche:
-Rosa, ¿cómo se te ocurre darle algo con alcohol a Luciana?
-¡No lo sabía! -exclamó ella, casi con un puchero-. Juraron que era refresco de cola.
-Pues esto definitivamente es una bebida alcohólica -sentenció Jhonny, mirando el contenido. A otras personas en la mesa les habían servido algo parecido.
Volvió la vista hacia Luciana:
-¿Te sientes bien?
Luciana negó con la cabeza:
—
-Sólo probé un par de tragos. Estoy bien. Sobre todo porque estaba en el segundo trimestre de embarazo, y aquella cantidad no parecía tan grave.
-Por si acaso, no tomes más -dijo Jhonny, retirándole el vaso con cuidado-. Iré a traerte un poco de leche.
-Gracias.
Con la leche ya en sus manos, Luciana bebió un par de sorbos. Sintió que el picor en su boca remitía. Rosa, aún preocupada, decidió ponerle comida en el plato:
-Come algo, Luciana, a ver si se te pasa ese malestar.
-Está bien asintió Luciana, esbozando una sonrisa. En realidad tenía hambre. Sin embargo, con el transcurso de los minutos, comenzó a sentirse un poco mareada. Aquella bebida se le subió a la cabeza con un retardo notable… y no era de extrañar: no tenía resistencia al alcohol.
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